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LA MEMORIA NECESARIA

Música en Auschwitz. Simon Laks. Editorial Herder. Ciudad de México, 2018.

Estos días se ha conmemorado el 75 aniversario de la liberación, por parte de las tropas rusas, del campo de concentración y exterminio de Auschwitz. Allí murieron casi un millón y medio de personas, mayoritariamente judíos, pero también gitanos, homosexuales, o cualquier otro hombre o mujer que el régimen nazi decidiera que no tenía derecho a la vida. 75 años después, y conocidos fehacientemente los hechos, parecería lógico que todo el mundo estuviera de acuerdo en homenajear a las víctimas y condenar el Holocausto. Pero no, el hombre nunca aprende o no quiere aprender, y sigue habiendo gente que, sabiendo el horror que fue aquello, sigue justificando con su silencio o volviendo la cara los crímenes ocurridos. Perdonen esta larga introducción pero al presentar el libro de esta semana creo que es necesario hacer estas puntualizaciones, porque la memoria de aquello, de lo que allí ocurrió debe seguir presente y muy vívida en la memoria de todos, especialmente para que no se vuelva a repetir.

La editorial Herder ya puso su granito en 2018 (aunque ahora está en todos los anaqueles de las librerías españolas) con la publicación de dos libros (acompañados de otros opúsculos) en una sola edición que son un referente a la hora de comprender la vida en Auschwitz II-Birkenau (el quizá más cruel del complejo de campos que conocemos con el nombre genérico de Auschwitz). Su título es Música en Auschwitz y se centra, especialmente, en los dos libros que con un intervalo de treinta años publicó el músico polaco-francés y superviviente del Campo Simon Laks. El primero Música del otro mundo fue publicado en 1948 (y que ahora se traduce por primera vez al español con autoría de Enrique G de la G) y escrito en colaboración con René Coudy. Desde el primer momento, en la “obertura” percibes que no va ser un libro fácil de leer. No a causa de una prosa bien construida sin florituras, sino más bien por lo contrario: la sencillez, la huida consciente de la teatralidad y de los gestos grandilocuentes, el relato sin aspavientos de los hechos tal como fueron, es lo que estremece. Un músico trabajando por la música como parte de un plan general preparado por sus carceleros, tanto para tener ocupados a ciertos prisioneros como, sobre todo, como medio para usarlo como deleite propio de los torturadores, esos asesinos que eran gentes cultas, amantes de la música. Está escrito en primera persona, casi siempre en presente, por lo que la sensación del lector es aún más vívida y también más dura e impactante.

El segundo de los textos de los que se unen por primera vez en una edición española es Melodías de Auschwitz escrito, como se dijo, treinta años después que Música del otro mundo, y en polaco. Se utiliza, con diversos revisiones, la traducción de la primera versión en español publicada por Arena Libros y que se debe a Xavier Farré. Melodías es un libro más introspectivo, podríamos decir que más reflexivo, con todo lo que conllevan los años pasados desde los hechos comentados, el reposo y el distanciamiento que el tiempo impone a toda nuestra vida y a la de Laks en concreto, aunque sea tan difícil marcar nunca esa distancia cuando lo ocurrido es, y siempre será, tan trágico.

Completan el volumen la versión actualizada del perfil que André Laks hizo de su padre y de su primer libro; un estudio de la investigadora Annette Becker que aporta muchos más datos sobre la deportación de Laks y la publicación de su libro; y por último un ensayo del musicólogo Frank Harders-Wuthenow que analiza la obra compositiva de nuestro protagonista.

Música en Auschwitz en un libro fundamental por muchos motivos: Para no perder la memoria, para reconocer a las víctimas y ante todo, por su valor como recopilatorio sobre una persona, un músico que vivió, trabajó y, sobre todo, sufrió Auschwitz y pudo salir de allí  para contarlo.