Sobre la recuperación del cancionero íntegro de Granados
De Felip Pedrell se dice que no era un buen profesor, pero que sus enseñanzas influyeron mucho en sus alumnos- ¿No les parece que la primera parte de la afirmación queda desmentida por la segunda? Quizá se podría afinar un poco más diciendo que no era el mejor profesor de armonía y composición, pero sí supo dar a sus alumnos lo que uno de ellos, Manuel de Falla, describió como "el encauzamiento artístico indispensable a todo aprendiz noblemente intencionado." Por breve que fuera el paso del aprendiz por las clases de Pedrell, y en el caso de nuestro protagonista, Enric Granados, lo fue, todos se impregnaron de lo que muy esquemáticamente podemos resumir como la mirada "hacia dentro", hacia la música tradicional (que debía ser la base de un nuevo sistema musical) sin olvidar nunca la mirada "hacia fuera", hacia la música en Europa, y la mirada "hacia atrás", hacia el patrimonio musical, sin dejar de mirar "hacia delante", hacia las nuevas corrientes. La obra que nos dejó Granados incluye cuarenta canciones (¿muchas? ¿pocas? En cualquier caso, un número similar a las compuestas por su contemporáneo Gustav Mahler) en las que podemos apreciar cómo se entrelazan esas miradas hacia dentro y hacia fuera, hacia el pasado y hacia el futuro. Natàlia Granados, hija del compositor, describe con estas palabras, recogidas por Mònica Pagès en la reedición del disco "Homenatge a Granados", la música de su padre:
“En su música, impera siempre la misma técnica. A través del tiempo, a través de su copiosa y diversa obra, acusa una personalidad inconfundible. No importa el tema, siempre trasluce el mismo ensueño romántico, impregnado de su sensibilidad y delicadeza, el mismo deje de su indolencia, en el que influyó –seguramente– su ascendencia criolla y montañesa. No hay que buscar en su obra, más sensitiva que intelectual, una técnica muy compleja o unas inflexibles normas técnicas; hay que buscar su fondo poético, delicado, nostálgico y emotivo.”
Las Tonadillas en estilo antiguo y las Canciones amatorias
Entre las canciones de Granados, las más conocidas, grabadas e interpretadas son las Tonadillas en estilo antiguo y las Canciones amatorias; son los dos únicos ciclos de su producción y seguramente son también los primeros ciclos relevantes de canción española y una clara influencia para obras posteriores.
Las Tonadillas, estrenadas en Madrid el 26 de mayo de 1913 por Lola Membrives y Enric Granados, se sitúan cronológicamente entre las Goyescas para piano, de 1911, y la ópera Goyescas, de 1915, y son una fruto más de la admiración que sentía el compositor por Goya, que él mismo describió así en una carta al pianista Joaquim Malats:
En Goyescas he concentrado toda mi personalidad; me enamoré de la psicología de Goya y de su paleta, por tanto de su maja, señora; de su majo aristocrático, de él y de la duquesa de Alba; de sus pendencias, de sus amores, de sus requiebros. Aquel blanco rosa de sus mejillas, contrastando con las blondas y terciopelo negro con alamares… aquellos cuerpos de cintura cimbreante, manos de nácar y carmín posadas sobre azabaches; me han trastornado, Joaquín. En fin tu verás si mi música suena a color de aquel".
En sus Tonadillas, Granados busca también reflejar esas imágenes de majos y majas y para eso recurre a Fernando Periquet, que más tarde sería el libretista de Goyescas, como autor de los textos. No parece que el compositor escriba las canciones a partir de poemas ya existentes, como es habitual. Según explica Manuel García Morante, el compositor se basó en sus propios apuntes sobre majos y majas para crear las imágenes tanto de las Goyescas como de las Tonadillas; la partitura de la ópera indica que las escenas son "originales" de Granados, "acopladas" más tarde por Periquet. Según esto, los textos podrían ser un encargo o podrían estar escritos a cuatro manos; podría entenderse también que Granados dio más prioridad a sus imágenes que a la calidad de los poemas que, en líneas generales, no están demasiado bien considerados. Por suerte, la escasa calidad de un poema nunca ha sido obstáculo para componer una gran canción.
No estamos ante un ciclo que necesariamente nos cuente una historia; seguramente por eso es habitual que tanto en concierto como en grabaciones se interprete sólo una selección y que cuando se interpreten las doce el orden cambie a criterio de los intérpretes. Sin ir más lejos, en cada una de las cuatro versiones mencionadas en este artículo las Tonadillas siguen un orden diferente.
Por lo que respecta a la música, como comentábamos anteriormente, refleja la influencia de Pedrell. Sin recoger literalmente ninguna canción tradicional, los ecos populares son inconfundibles en estas Tonadillas, que son, además, "en estilo antiguo", mirando hacia el pasado. A la vez, es inconfundible también la influencia del Romanticismo; quizá podamos hablar de un color local reelaborado y filtrado por un lenguaje centroeuropeo.
Las Canciones amatorias no son tan populares como las Tonadillas, pero no es raro que se consideren de mayor calidad. El ciclo lo estrenaron en Barcelona, el 5 de abril de 1915, Conxita Badia y Enric Granados; el compositor había escrito las siete canciones para la soprano ("su resalada intérprete"), que sólo tenía diecisiete años y daba su primer concierto en solitario (dos meses más tarde, Conxita Badia y Granados estrenarían en Barcelona las Tonadillas). En esta obra, Granados vuelve a mirar "a lo antiguo": en el manuscrito de la partitura especifica que las canciones tienen "letra anterior al siglo XVIII". En esta ocasión, el compositor eligió dos poemas de Luis de Góngora, uno de Félix Lope de Vega, uno atribuido al Comendador Ávila y tres de autores anónimos. Las canciones son sofisticadas, con un aire tradicional menos evidente que en las Tonadillas y con una peso mayor de la tradición romántica; el oyente familiarizado con la música de Chopin y Schumann oirá en estas hermosas piezas ecos de su música. Como en el caso del anterior ciclo, este tampoco suele interpretarse siguiendo un orden concreto ni tampoco completo.
Entre las grabaciones de las Tonadillas y las Canciones amorosas hay una que no se puede obviar. Se trata de la de Conxita Badia y Alicia de Larrocha, ambas herederas del espíritu musical del compositor, que en 1963 (es decir, !casi cincuenta años después de su estreno por la propia Conxita!) grabaron los dos ciclos. Aunque las Canciones amatorias no están completas, faltan No llóréis ojuelos y Descúbrase el pensamiento, el disco, al cual me refería unas líneas más arriba, es un hermoso testimonio de la música de Granados.
Las Canciones españolas y las Canciones catalanas
Además de las Tonadillas y las Amorosas, conocemos otras ocho canciones en español y once en catalán, a las que solemos referirnos como Canciones españolas y Canciones catalanas, que se han ido recuperando a lo largo de los años. La primera integral de las canciones de Granados, grabada por Carme Bustamante y Manuel García Morante en 1990, sólo incluye tres de las ocho canciones españolas y cuatro de las catalanas. En 1996, García Morante publicó en Tritó la Obra completa para voz y piano de Granados (grabada en 1998 por Maria Lluïsa Muntada y Josep Surinyac), que incluía cuatro canciones españolas y dos canciones catalanas más. Finalmente, en la reedición revisada de esta publicación, de 2007, se añadieron una canción española y cinco catalanas.
De las canciones españolas, la más antigua probablemente sea Por una mirada, un mundo, compuesta en los tiempos de Granados como estudiante en Paris, alrededor de 1888. Ricard Viñes, compañero de residencia y de estudios, recuerda que las Rimas de Bécquer "constituyeron durante meses su alimento espiritual". La última de estas canciones sería Canción del postillón, compuesta en la misma época que las Canciones amatorias. Entre ambas encontramos obras tan interesantes como la breve Yo no tengo quien me quiera y sus toques de campana o la deliciosa Serenata. Además de Por una mirada, un mundo, sólo otro de los poemas es de autor conocido, Canción, de Fernán Caballero, mientras que algunas fuentes atribuyen Canto gitano al propio Granados.
Así como podríamos afirmar, con tantos matices como se quiera, que Granados abre camino en la composición de canción española, por lo que respecta a la canción catalana ya existía una tradición desde mediados o finales del siglo XIX, tanto en los salones como en entornos más populares (recordemos, por ejemplo, la figura de Josep Anselm Clavé). Granados continuó con naturalidad esta tradición desde sus inicios; de acuerdo con los escritos de Apel·les Mestres, escribió su primera canción, hoy perdida, a partir de un poema suyo en alguna fecha anterior a 1887. Mestres es una figura clave en las canciones de Granados (y en sus óperas, fue el libretista de cinco de ellas), seis de las canciones catalanas tienen poemas suyos; del resto, una tiene poema de otro amigo íntimo, Josep Maria Roviralta; otra de la condesa del Castellar (así firmaba sus obras Isabel Maria del Carme de Castellví i Gordon, condesa del Carlet y de Castellar) y tres son de autor anónimo; el pianista Rubén Fernández Aguirre apunta que es posible que alguno de los textos sin firma fueran del propio Granados, quizá Escenes de l'exili.
Como vemos, en estas canciones catalanas el compositor no mira al pasado sino que se detiene en la poesía contemporánea. Musicalmente, las canciones catalanas son muy diferentes a las españolas, su belleza está más oculta. Por su sofisticación, estarían más cercanas a las Amatorias que a las Tonadillas, y en general, más próximas a la mélodie, tanto en el tratamiento de la voz como en el del piano. Apreciamos también la diferencia entre canciones que claramente son de concierto, como La boira, la primera interpretada en público, en 1902, o Elegia eterna, compuesta diez años después, y las que parecen haber sido compuestas para un entorno más privado, como la canción de cuna Cançoneta. Todas ellas grandes desconocidas que merecen mejor suerte sobre los escenarios y entre el público.
Vita nuova
Con Mignon, la única canción del catálogo en francés, sumamos las treinta y nueve canciones incluídas en el catálogo de Manuel García Morante, pero al principio del artículo hemos mencionado cuarenta. Nos falta hablar de Vita nuova, una canción de Granados descubierta por casualidad en 2015 por el musicólogo Francesc Cortès, profesor de la Universitat Autònoma de Bellaterra. Cortés estaba acabando de redactar un artículo sobre el poema sinfónico Dante (pubicado en el número de 2015 de la revista Dante e l'Arte), cuando encontró en la Biblioteca de Catalunya, depositaria de las partituras de Granados, otra obra que relacionaba al compositor con Dante que no estaba allí al comenzar el estudio; se trataba de una canción dedicada al industrial Eusebi Bertrand, compuesta a partir del soneto XV de Vita Nuova (incluído en el capítulo XXVI de la obra). Al tratarse de una partitura de mano de copista, hubo que verificar que el "E. Granados" que figuraba como autor fuera Enric y no su hijo Eduard; la copia la había depositado recientemente en la biblioteca Marita Gomis Bertrand y el original sigue en manos de la familia, por lo que pudo confirmarse la autoría de Enric Granados. Para el mes de mayo de 2016 estaba previsto un concierto de la pianista Carolina Estrada con obras de Granados en la Biblioteca de Catalunya y se aprovechó para presentar el hallazgo, con el cantante Jorge Tello; el pasado mes de noviembre volvió a interpretarse, esta vez cantada por Cinzia Monari y Francesc Cortès, en el Reial Cercle Artístic de Catalunya.
La integral para voz y piano de Enric Granados en disco
Han tenido que pasar nueve años desde la reedición del catálogo de Tritó hasta disponer de una nueva grabación de la integral de las canciones de Granados, pero la buena noticia es que ya la tenemos aquí y se presentará mañana martes 13 de diciembre en el marco del festival LIFE Victoria.
La grabación, editada por el sello IBS Classical, ha estado impulsada por el pianista Rubén Fernández Aguirre. Recoge, por supuesto, las siete canciones inéditas de la edición de García Morante y, felizmente, incluye también Vita nuova, ya que la noticia de su descubrimiento llegó a tiempo a la grabación, que se realizó durante el pasado verano. El peso de la obra lo llevan la soprano Elena de la Merced y la mezzosoprano Carol García, pero cuenta también con la intervención del barítono David Menéndez, que interpreta las partituras escritas originalmente para esta voz por Granados. Como explica Rubén Fernández Aguirre, varias de estas piezas están escritas para una tesitura que se acercaría más a la de un baritenor, por lo que era necesario contar con un cantante que, como Menéndez, pudiera resolver con comodidad toda la extensión.
Entre estas canciones para barítono encontramos El majo olvidado, de las Tonadillas, cantada habitualmente por una mujer como el resto de las canciones; Vita nuova, puesto que el señor Bertrand era barítono, o La boira, de la que hay doble versión, para soprano (la del estreno) y para barítono, ambas autógrafas del compositor. Otra canción interpretada habitualmente por una voz femenina, Las currutacas, recupera en esta grabación su versión original para dos voces, mientras que La maja de Goya se interpreta con el recitado que incluye la partitura. Sin embargo, en esta recuperación de las versiones originales, Fernández Aguirre y García Moriente optaron finalmente por no incluir el corno inglés presente en la partitura de La maja dolorosa I, remitiéndose a la versión de Conxita Badía y Alicia de Larrocha. Tenemos con esta grabación una buena ocasión para escuchar por primera vez las novedades del catálogo, redescubrir esas canciones menos interpretadas y acercarnos a una nueva lectura de las obras más conocidas.
* Agradecimientos: Rubén Fernández Aguirre y Francesc Cortès