George Frideric Handel by Balthasar Denner detail

Exótico

Barcelona. 03/05/2018. Paraninfo de la Universitat de Barcelona. XXXI Ciclo de Música en la Universitat de Barcelona. Taller d’Òpera – Escola Superior de Música de Catalunya (ESMUC). Haendel: Rinaldo. Miguel Gómez (Orlando); Elena Plaza (Angelica); Oriol Mallart (Zoroastro); Alba Quinquillà (Dorinda); Albert Baena (Medoro).  Conjunt de Música Antiga de l’ESMUC. Dirección vocal: Enedina lloris y Margarita Natividade. Dirección escénica: Susana Egea. Vestuario: Georgina Viñolo. Dirección musical: Daniel Mestre.

Este año la prestigiosa escuela vocal de la ESMUC ha preparado como ópera escenificada y necesariamente muy abreviada  una obra relativamente infrecuente de Händel, Orlando (1733)  (que no suele figurar en las exhumaciones haendelianas hoy en día más frecuentes) y que a mi modesto juicio no resulta muy adecuada como espectáculo teatral. En primer lugar, porque ha tenido que ser sometida a drásticos cortes (procurando que cada personaje tuviese dos arias; y limitando los recitativos, pero dotándola de un movimiento escénico que si en otra representación que se dio hace unas semanas en un teatro podía más o menos transmitir la narración del tema extraído de Ariosto (ya de por sí enrevesado), en el espacio lineal del Paraninfo de la Universidad de Barcelona resulta un simple ejercicio de idas y venidas sin aparente sentido.

Sin embargo el público asistente –y quien firma estas líneas también- dio por bueno el evento porque se trataba de ejercitar la labor docente que se han llevado a cabo en el centro musical barcelonés, y una ocasión para cantantes noveles para “foguearse” en el movimiento escénico y en el equilibrio entre voces e instrumentos de acompañamiento, y porque, en defintiva, Händel siempre es Händel, frase que no quiere decir nada pero todo el mundo entiende. En efecto, la elegancia de las ideas musicales del compositor en la fase final de su carrera operística (que abandonaría definitivamente cinco años después) merecen ser escuchadas y lo fueron por todos los asistentes. Incluso la regordeta imagen de Isabel II que, por azares de la vida, preside el mencionado Paraninfo,  parecía gozar de una música que no oyó en su vida (fue una compulsiva melómana, entre otras cosas peores- en una época en que a Händel no se le oía jamás.).

El equipo vocal fue de considerable calidad. Sólo un detalle: si los contratenores suplen hoy en día a los antiguos castrati, que luzcan barbas pobladas no se corresponde con la apariencia de los cantantes de entonces. Tanto Orlando (Miguel Gómez) como Medoro (Albert Baena) las lucían ostensiblemente. Vocalmente los dos fueron de notable calidad, y sus interpretaciones  tuvieron el aplomo y la calidad vocal qe exigían sus respectivos papeles.  En el rol central de Zoroastro, Oriol Mallart lució una voz potente y desempeñó sus intervenciones con autoridad. En los roles femeninos, se distinguió especialmente  Alba Quinquillà (a quien oímos no hace mucho en el rol de Amore del Orfeo de Gluck), y en el papel de Angelica también cumplió con musicalidad en su cometido Elena Plaza, redondeando así un equipo vocal del que pueden estar satisfechos los profesores y organizadores de esta sesión insólita en el ambiente universitario barcelonés.  El público, atento y dedicado, no interrumpió con aplausos pero se puso en pie para felicitar a todo el conjunto.