BOS Beethoven MusikaMusica21

Apuntar a la salida

Festival Musika-Música 2021. (1) Sinfonía nº 9 en re menor, op. 125, de Ludwig van Beethoven, con Miren Urbieta-Vega (soprano), Ainhoa Zubillaga (mezzosoprano), Mikeldi Atxalandabaso (tenor) y José Antonio López (barítono), Sociedad Coral de Bilbao y Orquesta Sinfónica de Bilbao. Dirección musical: Giancarlo Guerrero. 

(2) Sinfonía nº 4 en Sol Mayor, de Gustav Mahler, con Serena Sáenz (soprano) y Euskadiko Orkestra. Dirección musical: Semyon Bychkov. 

Justo en el momento en que la situación pandémica cumple un año se ha celebrado una nueva edición de la fiesta de la música clásica que se hace llamar Musika-Música y que inunda la capital vizcaína de conciertos clásicos de distintos formatos. Y precisamente de formatos quiero hablar al inicio de esta reseña pues estos doce meses de locura han provocado que por su exigencia de plantilla algunos compositores y/o algunas obras hayan sido arrinconados. A nadie se le escapa que nombres como los de Anton Bruckner, Dimitri Shostakovich o Gustav Mahler, por citar tres ejemplos, se han visto relegados; al mismo tiempo obras del clasicismo pero con exigencia de grupo coral han sufrido la misma suerte. Es por ello que las primeras previsiones de programación de muchas orquestas sinfónicas han tenido que ser adaptadas a las exigencias de aforo, distancia de seguridad y otras medidas de precaución, lo que ha conllevado una mayor dedicación al periodo barroco, clásico y prerromántico mientras que otros sufrían un circunstancial abandono.

Por ello, que Musika-Música 2021 decidiera abrir con la célebre Sinfonía nº 9 en re menor, de Ludwig van Beethoven tenía un punto de esperanza; no ya solo porque la música per se se haya transformado en un icono de la civilización occidental sino porque hace tiempo que no veía por estos lares más de cincuenta voces juntas cantando; y ya solo eso supone un hálito de esperanza.

Otra cosa es que el planteamiento del costarricense de adopción Giancarlo Guerrero, director musical, no me terminara de convencer; en mi modesta opinión escasa poesía -¡ay, ese tercer movimiento!- y demasiado efectismo, pero un cuarteto vocal de lujo y una disposición general de intérpretes y público a disfrutar conllevaron el éxito del concierto inaugural. El ataque de José Antonio López a su Oh Freunde fue más que solvente, favorecido seguramente por su tesitura baritonal; en el extremo grave pasó más apuros pero su prestación con voz solida, sonora y bien proyectada fue notable. También digna de aplauso la intervención de Mikeldi Atxalandabaso en su comprometida Froh, wie seine Sonnen fliegen. A este tenor, cante lo que cante, siempre se le oye bien y mucho, lo que dice mucho de su técnica. Miren Urbieta-Vega, de agudo límpido y Ainhoa Zubillaga, de voz oscura y contundente completaron un cuarteto vocal de altísimo nivel, digna demostración de la noble época que vivimos en tierras vascas en esto del canto lírico solista.

Queda apuntado que la Sociedad Coral de Bilbao presentó poco más de medio centenar de voces, dispuestas como es costumbre ahora, con cierta separación entre sus componentes y mascarilla puesta (no así en el caso de los solistas, que se la quitaban instantes antes de comenzar su parte). Un resultado brillante, respondiendo a las exigencias de la batuta, más efectista que otra cosa. Al mismo nivel la Orquesta Sinfónica de Bilbao

Al día siguiente la protagonista era la orquesta hermana, la Euskadiko Orkestra y una batuta de postín cual es la del ruso Semyon Bychkov con la propuesta de una de esas obras que al inicio de la reseña apuntábamos como arrinconadas, la Sinfonía nº 4 en Sol Mayor, de Gustav Mahler. Lo reconozco: un servidor también tenía ganas de volver a encontrarse con el universo mahleriano. 

Dentro del corpus del compositor esta sinfonía siempre me ha parecido, en comparación a las gigantescas segunda, tercera u octava, dotada de cierta personalidad camerística, siempre que se entienda este calificativo de forma generosa. Dentro de ese parámetro me pareció muy atenta la batuta de Bychkov, preciso con el detalle y capaz de sacar lo mejor de una entidad que se encuentra en un estado de forma sobresaliente. Hay que reconocer la labor de clarinete y maderas en general y de la sección de cuerda.

Es sabido que todo el cuarto movimiento Sehr behaglich lo ocupa el poema Das himmlische Leben, de Des Knaben Wunderhorn y que fue interpretado por la soprano catalana Serena Sáenz, de bello timbre aunque las dimensiones del Euskalduna limitaron algo el disfrute de su voz. En cualquier caso, un nombre a apuntar. 

Solo han sido dos conciertos de los muchos, más de sesenta, que ha planteado la edición 2021 de Musika-Música. Este año los mismos se han diseminado por cuatro escenarios principales con el objetivo de no reunir a demasiadas personas en el Euskalduna; ello, ese trasiego de personas de sala a sala, corriendo para llegar al próximo concierto, le ha dado siempre a este festival un aire especial al festival; quizás porque poco menos clásico que correr para pasar de un concierto de cámara a uno sinfónico en el piso de arriba. Y, sin embargo, ello sazonaba el ambiente, lo dotaba de cercanía, de accesibilidad popular y le quitaba cierta patina de elitismo, lo que siempre ha sido de agradecer.

Sin embargo, a fecha de hoy continuamos con cierre perimetral municipal y seguro que han sido muchos los aficionados que no han podido disfrutar de esta edición Ójalá que en marzo del 2022 podamos hacer otra reseña, esta sí, descriptiva de un marco de normalidad musical, la que echamos de menos. Y eso que estos dos conciertos han sido como cartel luminoso que apunta a la salida del problema, lo que no es poco.