lester lynch web

Frente a frente

Bilbao. 04/11/2021. Palacio Euskalduna. Obras de Verdi y Wagner. Lester Lynch,barítono. Orquesta Sinfónica de Bilbao. Erik Nielsen, director musical.

Pocas discusiones más recurrentes y menos productivas suelen producirse entre los aficionados a la ópera que aquellas que tienen por objetivo discernir si es Giuseppe Verdi o bien Richard Wagner el principal compositor de la historia de este arte. Un servidor ha caído en la provocación en más de una ocasión para concluir las más de las veces que este tipo de debates no conducen a nada porque tanto uno como otro, dichos sean en el orden que se desee, son las principales cimas de la ópera. Y como no son excluyentes, que luego cada uno dibuje a su gusto el pódium.

La Orquesta Sinfónica de Bilbao ha planteado en su tercer programa de abono una confrontación entre ambos compositores, dedicando la primera parte al italiano y la segunda al germano y alternando en ambos casos paginas orquestales y vocales. En estas últimas el único protagonismo ha recaído en el barítono estadounidense Lester Lynch, de impresionante planta física y con una voz que no dejó a nadie indiferente.

En las páginas vocales verdianas Lynch estuvo más acertado en el Credo del Yago, donde fue capaz de cantar recreando toda la maldad del personaje en el monólogo que nos presenta la verdadera dimensión del supuesto amigo de Otello y algo menos atractivo en la página del protagonista de Macbeth: Pietà, rispetto, amore, donde una confusa pronunciación del idioma obstaculizaba disfrutar de una voz densa, dramática, oscura, muy adecuada a los dos personajes.

La única página vocal wagneriana fue la escena final de Die Walküre, denominada habitualmente el Adiós de Wotan y fuego mágico, el momento en que el rey de los dioses duerme a su amada hija Brünnhilde rodeada del fuego de Loge. Aquí sí, la voz del barítono desplegó todos sus acentos y se nos mostró aun más adecuada que en las páginas anteriores. Toda la autoridad del dios, todo su dolor y consternación por la decisión tomada se mostraron en una voz muy interesante y adecuada para el papel, de bajo-barítono. Quizás puede reprochársele cierta debilidad en las notas más graves –en el Credo quedó en cierta evidencia, sin que ello suponga mayor desdoro a su intervención- pero el color y la intensidad eran muy adecuadas para el Wotan, sin duda. La voz corría por la sala y podía hacer frente a la densidad orquestal wagneriana con suficiencia. Tuvo detalles muy bonitos al apianar en el momento final y lo cierto es que hizo un esfuerzo loable por dar a cada una de sus intervenciones cierta trascendencia dramática.

Erik Nielsen, director titular de la BOS, preparó cuatro fragmentos orquestales, todos ellos muy habituales en este tipo de conciertos. Muy bien el metal en la Marcha triunfal, de Aida y correcta la interpretación de la obertura de La forza del destino, obra con la que se abrió el concierto. Tal y como ocurrió con el cantante, también sentí más cómodo a la batuta en las páginas wagnerianas, con un Preludio del acto I de Lohengrin brillante y una Cabalgata de las walkirias efectista.

Me sorprendió la escasa asistencia de público en un día, eso sí, que climatológicamente invitaba a no salir del calor del hogar. Seguramente, a no tardar analizaremos el impacto que aún sigue teniendo en pasados socios, abonados y similares del mundo de la música clásica la pandemia que se resiste a abandonarnos. También me sorprendió la ausencia de un mayor reconocimiento al cantante, más aún en una ciudad que dice amar las voces grandes.