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El triunfo de Marie

Bergamo. 03/12/21. Teatro Donizetti.  G. Donizetti: La fille du régiment. S. Blanch (Marie). J. Osborn (Tonio). P. Bordogna (Sulpice). A. Bignagni Lesca (Marquise de Berkenfield). A. Adrianos (Hortensius). C. Bugatty (Duchesse de Krakenthorp). A. Corrado (Caporal). A. Civetta (Paysan). E. López Maturell (Percusión). Coro dell’Accademia Teatro alla Scala. S. Sgrò, dirección del coro. Ochestra Donizetti Opera. Michele Spotti, dirección musical. Luís Ernesto Doñas, dirección de escena. Nueva producción de la Fondazione Teatro Donizetti en coproducción con el Teatro Lírico Nacional de Cuba.

Bergamo, la ciudad natal de Donizetti ha sido también la ciudad mártir italiana durante la pandemia del Covid. Las imágenes de los camiones militares sacando féretros de la ciudad por el overbooking de muertes y por la falta de espacio en los crematorios de la ciudad dio la vuelta al mundo en marzo del 2019, en una estampa dantesca difícil de olvidar. Se podría hablar casi de milagro, pues, cuando pasados poco más de dos años el Festival Donizetti ha renacido con una salud de hierro. El Teatro Donizetti, renovado por una remodelación que lo ha dejado impecable, así como la plaza con la estatua de Donizetti que rodea el teatro lucen como nuevos.  La respuesta del público, con las funciones de ópera llenas y, sobretodo, una energía palpable de optimismo musical y artístico que ha empapado cada una de las funciones de esta edición 2021 del Donizetti Festival así lo corroboró.

Se presentaban tres nuevas producciones, dos que se llevarán a DVD, La Fille du régiment y L’Elisir d’amore, más un equipo de cantantes con alternancia de nombres consagrados con nuevas figuras de la lírica avalan el mejor futuro para un Festival con espíritu propio. Triunfó esta nueva producción de La fille du régiment gracias a una feliz suma de ingredientes entre los que destacó en su debut en el festival la joven soprano española Sara Blanch. 

La intérprete catalana, que viene de debutar con éxito uno de los roles más difíciles para su cuerda de soprano lírico ligera, Zerbinetta de Ariadne aux Naxos de Richard Strauss en el Liceu de Barcelona, volvió a demostrar que está en un estado de forma vocal envidiable. Técnica depurada, control del registro, con un timbre característico y un sobreagudo de preciosas tonalidades irisadas, más un estilo belcantista de libro y una expresión sensible y honesta le dieron un merecido triunfo en un debut bergamasco que se recordará. A esto hay que sumar una actuación teatral divertida y compleja por lo extenuante de un rol que casi nunca abandona el escenario y que suma arias, dúos, trios, concertantes, finales de acto en una particella brillante que ha de combinar dominio técnico y control corporal. 

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La producción, realizada con original atmósfera cubana por el también debutante en el Festival, Luis Ernesto Doñas, le regala al personaje de Marie un protagonismo vestido de libertad social en una Cuba histórica donde las clases sociales, el campo y la burguesía casan con acertada veracidad con un libreto cómico lleno de hilaridad.En la irresistible interpretación de Sara Blanch como Marie, destacó su "Chacun le sait", su dúo con Tonio, de gran empaste vocal con John Osborn. Un bravissimo debut al que solo le faltó mejorar en ciertos momentos una proyección que fue de menos a más. 

Uno de los sellos del Festival es acompañar a las nuevas estrellas juveniles de la lírica por nombres consagrados y así fue como el tenor de Carolina del Sur, John Osborn, fue un Tonio perfecto a la pizpireta Marie de Sara Blanch. El estadounidense demostró de nuevo la naturalidad de una emisión siempre presente, estilo belcantista con un legato perfecto, idiomático, fraseo y articulación precisa. Osborn demostró su inusitada facilidad en el registro agudo, con sobreagudos llegando al Re o incluso al Mib, a pesar de que el cambio de color en la emisión le restó belleza al sonido. En la celebérrima aria de los nueve Do de pecho, Osborn firmó una actuación precisa y de impacto que llevó a parte del público a pedir el bis, no concedido, en la ovación más prolongada de la velada.

La tercera voz más apreciada y también debutante fue la de la sorprendente mezzo-contralto francesa Adriana Bignagni Lasca. La cantante de origen africano posee un instrumento con un color oscuro, denso y sonoro que impactó desde el inicio de la ópera. Una voz que además posee cuerpo, generosidad de registro, con un agudo incisivo, unos graves pulposos y un centro rebosante de armónicos, otorgando al personaje de La Marquise de Berkenfield un protagonismo vocal arrollador. Cierta sobreactuación vocal, con exagerados cambios de color de cabeza y pecho, más un histrionismo teatral impuesto por la régie, hicieron que su triunfo personal no fuera todavía más implacable. Una voz y una carrera que hay que seguir.

La profesionalidad, dominio escénico y intachable control vocal de Paolo Bordogna como Sulpice, hicieron de su personaje la cuadratura de una circulo perfecto al póker formado por Sara Blanch, John Osborn y Adriana Bignagni Lasca. Elegante sin caer en la caricatura como suele pasar tantas veces en el personaje de La Duchesse de Krakenthorp la actriz italiana Cristina Bugatty. Y algo desdibujado vocalmente el discreto Hortensius del griego Haris Adrianos para un instrumento que pareció pudo ofrecer mayor presencia.

La producción de Luis Enesto Doñas jugó la carta del colorido tropical, con la historia de la revolución de los barbudos castristas como telón de fondo. Una idea que podría parecer peregrina pero que el regista sabe usar con ingenio y un resultado teatral fluido con un trabajo de dirección de actores convicente. Detalles como el divertido acento cubano de la Marie de Sara Blanch, más conseguido que el de John Osborn, en unos textos más largos y completos de lo habitual gracias a la edición crítica de Claudio Toscani para la Casa Ricordi usada en esta producción. Otro hallazgo fue el constante uso del sonido del tambor caribeño en un ocurrente transposición militar del ejército francés al cubano, tocado con vehemente convicción por Ernesto López Maturell.

Por último destacar la riqueza del estilo belcantista de la batuta del joven y talentoso director musical Michele Spotti (Milán, 1993). Todavía sin llegar a los treinta se ha revelado como una de las batutas de las nuevas generaciones italianas con mayor proyección. Músico minucioso, gran acompañante de las voces, de técnica vibrante y teatral, dirigió la Orchestra Donizetti Opera con riqueza de contrastes, ritmo y un fraseo belcantista vibrante y generoso. El Coro dell’Accademia Teatro alla Scala firmó una actuación correcta bajo la dirección de Salvo Sgrò.

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Fotos: © Gianfranco Rota