Manon Lescaut lasPalmas22 

Todo se juega en la Luisiana

Las Palmas, 22/02/22. Teatro Pérez Galdos. Puccini. Manon Lescaut. Martina Serafin (Manon Lescaut), Murat Karahan (Des Grieux) Youngjun Park (Lescaut) Joroboám Tejera  (Geronte). Coro del Festival de la Ópera. Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Dirección escénica: Carlo Antonio de Lucia. Dirección musical: Antonello Allemandi.

La historia de Manon Lescaut que nos cuenta Puccini, y un grupo de libretistas que se fueron turnando en el empeño, tiene un desarrollo teatral de manual: planteamiento, nudo y desenlace. Como está basada en una novela bien estructurada y con buena definición de los personajes del Abad Prévost, la trama y la música van in crescendo en emoción. Si el primer acto es más bien jocoso, ya el segundo define las dos personalidades de los protagonistas y al final de la escena se plantea ya la que será la ruina de Manon. Los dos siguientes actos son puro dramatismo y es en los que Puccini nos presenta esa pasión y esa fuerza que nos hace estremecernos y unirnos al destino de Manon y Des Grieux, exiliados a las posesiones francesas en América del Norte. Pero es especialmente en el “acto de la Louisiana” uno de los más bellos y dramáticos (que por cierto no escasean en sus obras) escritos por Puccini, en el que toda la tensión que se ha ido fraguando a lo largo de dos horas de canto tiene su culmen. Si público, cantantes y orquesta se encuentran, se unen en este punto, la función habrá merecido la pena.

Y esto precisamente es lo que pasó, aunque con matices, en la representación que inauguraba la 55 temporada de los Amigos Canarios de la Ópera. La velada comenzó con el anuncio de la cancelación de la soprano María José Siri por una traqueitis y su sustitución por la conocida cantante Martina Serafin. Nadie duda de la valía de la soprano austríaca y de su disposición y valentía para  asumir un papel a última hora. Pero da la sensación que su voz ya está en otros papeles (en el mes de abril cantará Isolda en Staatsoper de Viena). Aquí demostró que tiene un timbre atractivo, un volumen y proyección de categoría y una presencia escénica notable. Fue de más a menos y el exigente papel, en la zona más aguda, le pasó factura sobre todo en los dos últimos actos, aunque la posible fatiga vocal la suplió con arrojo y profesionalidad. Fue una Manon convincente pero lejos de ser arrebatadora.

Bastante decepcionante el trabajo del tenor turco Murat Karahan, cantante bastante solicitado en importantes teatros europeos. Desde el primer momento, en su conocida presentación Dona non vidi mai, se pudieron percibir los pros y los contras de una voz que tiene buena proyección y volumen pero en la que sonido parece salir a menudo entubado, sin limpieza, que sólo se siente más libre en agudos bien construidos y ejecutados pero nunca estremecedores, lastrados por un timbre poco atractivo y un trabajo escénico bastante limitado. Des Grieux tiene una parte bellísima y, desgraciadamente, Karahan no supo sacarle todo su potencial aunque en un resumen general podríamos hablar de corrección (fue muy aplaudido por el público canario). 

Excelente (para mi el cantante que más se ajustaba a su rol por voz y estilo) el Lescaut de Youngjun Park, un auténtico barítono pucciniano, de voz bien modulada, elegante y de perfecta factura. Bravo. Correcto trabajo de Jeroboám Tejera como el malvado Geronte. El cantante más implicado como actor fue César Arrieta que cumplió como el poeta Edmondo y cantó con mucho gusto su canción como farolero. No le sacó todas sus posibilidades Lara-Clare Bourdeaux a esa joya de los madrigales que es Sulla vetta tu del monte  del segundo acto y muy bien Mario Méndez como Maestro de Baile. Cumplidores el resto de comprimarios. Buen trabajo del Coro del Festival de la Ópera, sobre todo la sección femenina que destacó en el primer acto.

Sin dudarlo el alma de Puccini estuvo en el foso de manos de un buen conocedor de la escritura del compositor de Lucca como es Antonello Allemandi. Aunque a veces se excedió con el volumen y aplicó algún ritmo demasiado rápido, su batuta fue lo más destacado de la noche y creó el dramatismo  que la obra reclama. Estando siempre atento al escenario supo sacar lo mejor de una excelente Orquesta Filarmónica de Gran Canaria con unos metales sobresalientes. 

La reseña de la propuesta escénica firmada por Carlo Antonio de Lucia es breve. El movimiento de actores fue tan básico y anodino como la escenografía  de Daniele de Piscolo, que no pasó de lo anecdótico y de un mínimo atrezzo con unos fondos de escenario que mejor olvidar por lo que recordaban a producciones de hace cincuenta años. Destacó, eso sí, el buen trabajo de iluminación de Ibán Negrín.

* Con la colaboración del Patronato de Turismo de Gran Canaria