Rigoletto Irun22 a 

Los ecos de Nucci

Irun, 27/03/2022, Centro Cultural Amaia. Verdi: Rigoletto. Marzio Giossi (Rigoletto), Scilla Cristiano (Gilda), José Luis Sola (Duque de Mantua), Massimiliano Catellani (Sparafucile), Valeria Gruppi (Maddalena), Mikel Zabala (Monterone), Iker Casares (Borsa), Juan Laborería (Marullo), Darío Maya (Conde de Ceprano), Coro Eragiyok, Orquesta Luis Mariano. Dirección de Escena: Ana Tebar. Dirección Musical: Aldo Salvagno.

Nunca dejaré de aplaudir la labor de la Asociación Lírica Luis Mariano por llevar adelante una pequeña temporada en la ciudad fronteriza y por hacerlo por encima de múltiples condicionamientos, mil veces mencionados en este tipo de líneas: una infraestructura escénica paupérrima, una orquesta mal dispuesta y poco ensayada y posibilidades económicas exiguas. Y así y todo, paso a paso, las temporadas van cayendo y esta es la decimoctava, que no es poco. El primer título escénico, tras años de ausencia, el Rigoletto de Verdi, la primera obra que se ha podido celebrar en condiciones “a la antigua” tras dos años de pandemia durísima y que ha dejado –etre otras muchas cosas- la actividad lírica irundarra muy tocada.

La Asociación ha presentado este Rigoletto como el fruto del esfuerzo de hacer algo diferente; escénicamente hablando Irun está condenado al escenario único, y no de ser así, a las mínimas variaciones. Así, Ana Tebar nos hace una propuesta escénica tenebrista, donde el color vivo prácticamente desaparece y los tonos oscuros dominantes no pueden disimulan el andamiaje que soporta la decoración. Este único escenario sirve tanto para la fiesta del acto inicial en el palacio ducal como para la casa tenebrosa de Sparafucile en el último acto. Apenas unos toques de atrezzo y poco más. El resultado es práctico pero como el juego de luces es también limitado, tenemos delante un escenario oscuro, quizás tanto como la misma historia que se nos cuenta.

La orquesta sonó mejor que otras veces, con fallos mitigados y cierta corporeidad en su sonido. Aldo Salvagno es fijo en todas las funciones de ópera y bastante tiene con coordinar todo lo que ocurre a pocos metros de su persona y en ello es bastante más que solvente. El Coro Eragiyok dirigido por Eneko Amundarain sonó con bastante fuste y también lo vi mejorado con respecto a anteriores títulos. Así pues, los cimientos estaban bastante bien colocados; ahora se trataba de levantar uno de los títulos emblemáticos de la historia de este arte, cosa nada baladí.

El protagonista de la noche fue el barítono bergamasco Marzio Giossi. Es dueño de una voz de escaso esmalte, de sonido poco atractiva pero vende toda la impresión de que se conoce el papel al dedillo y así, su jorobado estaba muy trabajado. Su mejor momento fue el diálogo con Gilda en el acto II y tras la Vendetta en el final del mismo un espectador reclamó bis cuatro veces, tras lo cual se hizo el silencio. El espíritu de Leo Nucci hizo el resto y acabamos viviendo el primer bis en la historia de la ópera de esta asociación. Bienvenido sea, aunque un servidor tenga una opinión muy distinta sobre cuándo y, sobre todo, cómo han de conseguirse estos obsequios.

Rigoletto Irun22 c

Scilla Cristiano ofreció una Gilda estilo soubrette que en un recinto tan pequeño queda más que aparente; el agudo está algo apretado pero puso mucha intención y quiso cantar con gusto. El navarro José Luis Sola, sustituto sorprendente del inicialmente previsto, tuvo algún despiste nada más comenzar su parte y comienza a tener problemas en el extremo agudo. El papel del duque de Mantua es bastante descarnado, desnuda en exceso a los cantantes y lo cierto es que junto a un fraseo elegante, Sola en ocasiones nos transmitió cierta inseguridad. De todas formas, tuvo frases de muchísimo nivel estilístico y me parece un lujo poder verlo en Irun.

Voz hueca y poco agradable la del Sparafucile de Massimiliano Catellani y mate e inaudible en los concertantes –como ocurrió en Bella figlia-  la mezzo Valeria Gruppi. Bien los cortesanos donde brillaron un Borsa muy bien dicho (Iker Casares) y un Ceprano de enjundia (Darío Maya); algo más pálido el Marullo de Juan Laborería. Mikel Zabala tuvo algún problema con el agudo en el final de su primera escena y termino con ciertas dificultades; el personaje de Monterone, quien impreca la maldición, quedó así algo limitado.

El público se lo pasó muy bien, desde luego. Este teatro da la oportunidad a muchas personas que, de lo contrario, tienen complicado acceso a la ópera, así que seamos agradecidos y deseemos que llegue noviembre con una única función de Le fille du regiment. Supongo que el hecho de que ayer, segunda de título tan popular, se cubrieran alrededor de dos tercios del teatro no ayuda a que se apuesta por la segunda función.

Fotos: aivideo.es