Sasibill Marina

Cocktail de intenciones y consejos 

6 y 10 de septiembre de 2016. Donostia. Teatro Victoria Eugenia. Emilio Arrieta: Marina. Ximena Agurto (Marina), Quintín Bueno (Jorge), Alberto Arrabal (Roque), Iosu Yeregi (Pascual), Svitlana Biryuk (Teresa), Eneko San Sebastian (Alberto), Ramón Zamanillo (marinero). Federico Chueca: La alegría de la huerta. Amparo Navarro (Carola), Marifé Nogales (gitanilla), Paula Egaña (Paz), Javier Agulló (Alegrías), Alberto Arrabal (Juan Francisco), Ángel Walter (Heriberto), Koldo Torres (tío Piporro), Jon Sagarzazu (Troncho), Ramón Zamanillo (un ciego). Coro y Orquesta Lírica Sasibill. Dirección escénica: Josean García. Dirección musical: Arkaitz Mendoza

La primera semana completa de septiembre ha sido la elegida por la Asociación Lírica Sasibill para ofrecer un breve ciclo de zarzuela en Donostia, con dos funciones de cada uno de estos títulos: Marina, de Emilio Arrieta y La alegría de la huerta, de Federico Chueca. Nada que objetar a la propuesta porque la zarzuela tiene público en la capital guipuzcoana –mayor y mayoritariamente femenino, cantarín y ruidoso- y siempre es adecuado sentarse en el señorial teatro Victoria Eugenia para disfrutar de unos minutos de buena música.

Las intenciones no pueden ser mejores; además, el público es consciente de las limitaciones de Sasibill y es generoso en el reconocimiento del trabajo realizado tanto con los solistas, con los cuerpos estables de la asociación y con todos aquellos implicados en el proyecto. Sin embargo, en esta Donostia que parece despertar a la lírica, no estaría de más que Sasibill encofrara su trabajo dando mayor empaque a su conjunto de “pequeños” proyectos para construir lo que podría ser una temporada zarzuelera con todas las de la ley.

Con el adjetivo “pequeños” me refiero al tiempo de duración del proyecto y no a la ilusión o, incluso, a los resultados obtenidos. Pero, por poner un ejemplo, con la actual tendencia de anunciar un futuro título en el momento de realizar el actual evitamos que el público se comprometa a asistir a varios espectáculos a celebrar en un periodo concreto –un año académico, por ejemplo- y tenga en perspectiva qué tipos de espectáculo y cuando va a organizar algo Sasibill. 

Esta semana, por ejemplo, habiendo dos zarzuelas programadas hubiera sido interesante sacar en un pack las dos zarzuelas y ofrecer alicientes económicos a gente mayor, parada o joven. Sin embargo, caminamos de espectáculo en espectáculo, entendiéndolos de forma independiente, sin dotar de unidad a lo que de facto, organiza la misma gente, con los mismos cuerpos estables y más de un cantante coincidente. 

Es de agradecer en esta nueva propuesta que Sasibill se haya salido de la docena de títulos zarzueleros de siempre y nos haya permitido escuchar La alegría de la huerta, breve zarzuela en un acto de Federico Chueca y que contiene números hablados de larga longitud. ¿Llegarán a treinta los minutos de música de esta zarzuela? Así parece difícil hasta calentar la voz. Alberto Arrabal (Juan Francisco, el hacendado) y Marifé Nogales (Angustias, la gitanilla) fueron auténticos lujos en sus breves partes y con mucho, las voces más interesantes. Amparo Navarro fue una Carola con voz densa y de volumen mientras que Javier Agulló, de agudo firme y squillante tiene, sin embargo, problemas más evidentes, con en un fraseo algo tosco y un acceso a la zona aguda más comprometido, que le impide a veces proyectar su voz como sería de desear. En las importantes partes habladas todos cumplieron de forma magnífica.  

De todas formas, y asumiendo que esta zarzuela es bastante desconocida, ¿era totalmente necesario incluir la canción de la huerta murciana de La parranda? ¿No son este tipo de cuestiones las que quitan seriedad a proyectos que se hacen desde la máxima ilusión? Reconozco no tener respuesta clara pero sí muchas dudas acerca de la conveniencia de este tipo de iniciativas

Días antes fue Marina la zarzuela representada y aquí reitero que la voz de Alberto Arrabal fue la más interesante aunque al principio hubiera ciertas veladuras en la voz. Su Roque es de una pieza y actoralmente fue el personaje más creíble. Quintín Bueno, al que hace poco pude escucharle el Elvino de Gijón demostró solvencia en la zona aguda (se fue al Mi bemol al final del acto II) aunque sería de desear un mayor volumen que no le hipotecara tanto su fraseo en los momentos más dramáticos y cuidar la zona central, áfona en más de un momento.

Ella fue la peruana Ximena Agurto, de voz de color bello aunque ligeramente apretada, sobre todo en la parte aguda. Corta de aliento por momentos, su Marina fue sin embargo creíble y muy solvente en la coloratura. Finalmente Iosu Yeregi compuso un problemático Pascual donde, estando como están todas las notas, se observa falta de señorío vocal y color de bajo. Da la impresión de que incluye demasiada artificiosidad en el canto; de todas formas, observé cierta mejora con respecto a ocasiones anteriores que le escuché. Entre los secundarios, excelente Eneko San Sebastian (capitán Alberto) y bien la Teresa de Svitlana Biryuk.

Las cuatro funciones han sido dirigidas por Arkaitz Mendoza, al que observé, como siempre, muy atento a cantantes y coro, respirando con ellos y superando lo que pueda ser un número no suficiente de ensayos. Los medios limitados en el foso evitan que la parte orquestal alce vuelo pero en general la labor fue notable. El coro nos hizo sufrir en más de una ocasión: en Marina la escena de los marineros estuvo salpicada de muchos desajustes mientras que en La alegría de la huerta los problemas fueron mayores al comienzo de la obra.

La puesta en escena no pecó de modesta, lo que ya es mucho. Se usó la parte trasera como pantalla de proyección aunque creo se le sacó escaso provecho. Buena la idea de ofrecer en esa pantalla gigante los nombres de los cantantes al momento de saludar, más aun teniendo en cuenta la pobreza de la hoja informativa dada.

La asistencia no fue excesiva, lejos del lleno. Seguramente una función se queda corta y con dos nos pasamos de frenada. Y con espíritu positivo comenzada un servidor esta reseña, animando a Sasibill a dar mayor empaque a sus proyectos y buscando fórmulas de fidelizar al público. Caminar paso a paso siendo ellos independientes entre sí parece difícil. Se anuncia a realizar por la misma compañía para el próximo octubre Il barbiere di Siviglia, de Gioacchino Rossini, en Arrasate y en noviembre La tabernera del puerto, de Pablo Sorozabal tanto en Donostia como en Elgoibar. De todas formas, Sasibill, muchas gracias por la ilusión, el esfuerzo y la música ofrecida.