Ruben Gimeno EGO orkestra 

Cumpliendo con la cita semestral

Tolosa. 04/11/2019. Teatro Leidor. Obras de E. Grieg, J. Sibelius, R. Vaughan Williams y P. Sorozabal. Euskal Herriko Gazte Abesbatza/Coro Joven del País Vasco y Euskal Herriko Gazte Orquestra/Joven Orquesta de Euskal Herria. Dirección musical: Rubén Gimeno.

Así como es tradición para muchos melómanos comenzar el año delante del televisor o la radio escuchando el concierto de Año Nuevo de Viena, no es tampoco mala costumbre aprovechar los últimos días del año para acercarse hasta el corazón de Gipuzkoa a la cita semestral de la Euskal Herriko Gazte Orquestra/Joven Orquesta de Euskal Herria (EGO) con el público vasco, momento en el que se puede disfrutar de la música clásica ofrecida por un conjunto de jóvenes en su última fase de formación y que suelen darnos relevantes dosis de ilusión y buen hacer. Y es que en todos los finales/inicios de año y en los momentos de finalización del curso académico, es decir, casi cada seis meses, la orquesta gira por capitales y otros municipios vascos ofreciendo su calidad con programas que permiten gustar de obras de repertorio y alguna que otra rareza. En este caso la novedad, al menos para quien escribe, era la presencia del coro de voces jóvenes en toda la segunda parte del mismo.

La primera parte se dedicó, íntegra, a las Suites 1ª. Op. 45 y 2ª, Opus 85 Peer Gynt, de Edvard Grieg, trazada con pulcritud por el nuevo titular artístico de la formación, Rubén Gimeno aunque se apercibían ciertos titubeos al inicio de la misma, lógicos al ser la interpretación de la primera obra en el primer concierto de los cuatro previstos.

Toda la segunda parte contó con la novedad de la participación del grupo coral y la primera obra fue Finlandia, de Jean Sibelius, compuesta en 1899 y revisada un año después, pudiendo así tener la oportunidad de escuchar la versión más infrecuente de dicha obra, con la participación sin partitura del grupo de cuarenta voces. La obra se había presentado previamente haciendo alusión a la opresión rusa sobre las tierras de Finlandia, en lo que parecía referencia clara a la situación de guerra que se vive hoy en día en Ucrania. Se observó mayor tranquilidad y precisión en los jóvenes instrumentistas en esta parte y en este himno oficioso del país báltico se pudo apreciar, por ejemplo, la precisión de los metales. 

La obra más infrecuente del concierto era Toward the unknown región, de Ralph Vaugahn Williams, una canción para coro y orquesta de indudables aires germanos tardorrománticos, compuesta en 1906 y que supuso un fuerte contraste con la obra anterior por su carácter más íntimo. 

Se aprovechaba el diseño del programa para recordar el 125º aniversario del nacimiento en la capital guipuzcoana de Pablo Sorozábal y se elegía para cerrar el concierto su cantata profana Gernika que es, en realidad, una marcha fúnebre escrita para txistus, trompas y percusión aunque usualmente se suele interpretar la versión sinfónica sin el instrumento tradicional vasco. El texto de la cantata está escrito por Nemesio Etxaniz y se compuso en la segunda mitad de la década de los 60 del siglo pasado. La cantata, breve, hace referencia al bombardeo de la ciudad foral vizcaína ocurrido en abril de 1937.

Para quienes hemos cantado esta obra alguna vez bien sabemos de la endiablada tesitura que conlleva y lo que parecía haberse apuntado en las primeras dos obras se manifestó de forma más cruda al comprobar las dificultades del grupo coral para hacer frente a la obra, que exige cierta contundencia, incluso fiereza, y mostrar voces rotundas, bien empastadas y proyectadas para poder responder a las crudas exigencias del donostiarra. En este sentido, y lo manifiesto con cierto pesar, el grupo coral no pudo dar cumplida respuesta a tales demandas, sobre todo por la parte masculina.

Tras el programa oficial vino un conglomerado de canciones navideñas en euskera, castellano y latín con los jóvenes ataviados a la sazón. Musicalmente hablando, perfectamente prescindible. 

El Teatro Leidor, sito en el centro neurálgico de la antigua capital de Gipuzkoa, Tolosa, presentaba una entrada cercana a los dos tercios del recinto, lo que no deja de ser una pena dados los pocos conciertos de esta índole que se programan en esta y otras poblaciones de la provincia. Tímida presencia institucional y fervorosos aplausos finales de un público entregado a la juventud e ilusión de un grupo que en su compromiso semestral con el público vasco supo ofrecer un concierto cargad de ilusión. Seguramente nos veremos otra vez en julio.

Foto: © Iñigo Ibañez