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Cervantes + Shakespeare = Coro

Madrid, 29/10/16. Teatro Monumental. XV Coral del Coro de RTVE. Obras de Halffter, Del Castillo, Lindberg y Whitbourn. Andrés Gomis (saxofón), Jorge Otero (piano), David Malet (órgano). Coro de RTVE. Javier Corcuera, dirección.

¿Qué hay más puro que el uso de la voz para hacer música? Desde el inicio de la andadura de lo que hoy conocemos como música, el canto ha sido elemento clave en el desarrollo de la misma. Esto se debe a que el cantante ofrece al público lo innato, lo natural del ser humano: el sonido producido por sus cuerdas vocales. Desde el siglo XIX, el canto coral ha continuado creciendo sin pausa, dando lugar a un interesante catálogo de piezas que, a día de hoy, las agrupaciones de todo el mundo tiene a sus disposición. La gran mayoría de los compositores crean, a día de hoy, piezas para plantillas corales, continuando con una investigación en torno al uso de la voz en la música que ya se inició en la segunda mitad del siglo XX.

España es un país que, en los últimos años, ha logrado posicionarse en el listado de las naciones con más agrupaciones corales y certámenes dedicados al canto polifónico, como el caso de los concursos de Tolosa o Torrevieja. Son numerosas las organizaciones que, además de aglutinar coros, persiguen una difusión del canto coral entre la población a través de conciertos, publicaciones y conferencias. No solo destacan los coros de tipo amateur nacionales, sino los coros profesionales dependientes de un organismo, como es el caso del Coro Nacional de España o el Coro de la Comunidad de Madrid. A este grupo pertenece el Coro de RTVE, agrupación que, de forma cotidiana, aparece en escena junto a la orquesta de la televisión pública española. Realmente, es muy difícil escuchar en solitario a la agrupación vocal, ya que siempre se encuentra supeditada a las obras que el lado instrumental ejecute. En los últimos años, el coro ha logrado una mayor independencia, programando conciertos en todo España y un ciclo coral propio que tiene lugar dentro de la temporada de la Orquesta y Coro de RTVE.

Dedicar un primer concierto del ciclo a Cervantes y Shakespeare es, sin duda, un contrapunto interesante con la orquesta, la cual realizó, a su vez, un homenaje en exclusiva al escritor español en conmemoración del IV centenario de su fallecimiento. Para esta ocasión, el coro se vio ampliado en consideración en lo que a integrantes se refiere, haciendo notable esto si lo comparamos con sus intervenciones en otros conciertos sinfónico-corales.El aumento de plantilla se vio repercutido de forma directa en la audición del coro, el cual sonó con una potencia sonora que logró llenar toda la sala incluso en los pianos más sutiles. Javier Corcuera, director titular de la agrupación, fue el encargado de conducir al coro en esta ocasión con gesto simple y directo, marcando de forma clara el tempo y el compás. Su sencillez a la hora de dirigir revirtió directamente en la agrupación, ya que todas las voces se ajustaron sin problema, dejando de lado los temidos descuadres de las voces que tanto daño hacen en una interpretación coral.

El programa no se planteaba fácil: se trataba de una mezcla de dos obras inglesas y españolas. Homenajear a la figura del autor español con un autor tan destacado de la música del siglo XX como Rodolfo Halffter es pisar sobre seguro, ya que sus Tres epitafios, (para la sepultura de Don Quijote, Dulcinea y Sancho Panza) sobre textos de Cervantes, es una de las obras musicales más destacadas del mundo quijotesco. Para el Coro de RTVE, esta pieza no supuso una dificultad de gran calibre, sino todo lo contrario, ya que resultó un más que sobresaliente inicio de concierto y una clara declaración de intenciones al público. El elemento dinámico fue, tanto en esta obra como en las siguientes, la clave de la interpretación, yendo de fortes potentes a los mas sutiles pianos sin problema alguno para los cantantes. La obra gozó, además, de una perfecto comprensión del texto cantado, con acentuadas consonantes que permitieron al público recibir la letra sin hacer un gran esfuerzo en la escucha. Con título homónimo aparecía en escena la pieza del compositor madrileño Miguel del Castillo, un intento de actualización de los textos de Cervantes con una música de moderna composición. Si en la pieza de Halffter el compositor nos invitaba a visitar el Siglo de Oro cervantino, la obra de Castillo era un homenaje a aquella época en la que España aparecía en el campo musical con giros andaluces y melodías que recuerdan al sur de la Península. La partitura, plena de repeticiones textuales y melódicas, se adscribe a la composición tonal más arraigada, llegando incluso a ser monótona en la escucha dada su ausencia de momentos de tensión climática. Para estos Tres epitafios, el coro se dividió en dos, siendo esta una “lucha” entre voces masculinas y femeninas. El piano era la indicación dinámica más destacada de la partitura, a lo cual el coro se ajustó de forma sobresaliente, ejecutando las melodías que componían la obra según esto con gran delicadeza y sensibilidad. Para la pieza de Miguel del Castillo apareció en escena el pianista Jorge Otero, el cual realizó una interpretación solvente en su breve tarea de acompañante del coro.

La selección inglesa corrió la misma suerte que la española, pero de forma contraria. La pieza Shall I Compare Thee to a Summer’s day del compositor Nils Lindberg sobre un texto homónimo de Shakespeare pasó del todo inadvertida para el público, probablemente por tratarse de una obra que no alcanza ni la complejidad ni la intensidad sonora de las otras. Pese a esto, el coro volvió a ejecutar la pieza de forma solvente y sencilla, siendo, como hemos dicho, una obra que apenas fue de gran trascendencia en el programa. Con la llegada de la misa Son of God Mass del compositor británico James Whitbourn, uno de los compositores ingleses de música coral más destacados de la actualidad, el concierto sufrió una impresionante metamorfosis. El coro alcanzó su punto más álgido en lo que a interpretación se refiere, sacando lo mejor de la partitura pese a su dificultad notable. De nuevo, el texto se convirtió en su caballo de batalla, llevándolo al máximo y posicionándolo en un mismo nivel que la música. Junto al coro, el saxofonista Andrés Gomis y el organista David Malet fueron unos más que sobresalientes acompañantes, llegando a ser los protagonistas en pasajes instrumentales entre los movimientos que conforman la misa. El sonido del saxofón, inusual en el campo litúrgico, llenó por completo la sala con cálidos sonidos agudos y escalas de virtuosismo técnico, siendo acompañado en todo momento por el órgano, el cual alcanzó el clímax conforme avanzaba la partitura. Tal fue el recibimiento del público que, a modo de propina, el coro interpretó el Amén final que cierra la misa de Whitbourn.

La voz, ese instrumento del que todos gozamos, volvió a ser la reina del Teatro Monumental un sábado por la mañana. Reina de una sala a media entrada, algo desgraciadamente común en este tipo de conciertos. Se ve que conforme el tiempo pasa no descubrimos que el canto es igual o más importante que la propia música instrumental. La voz es el origen de todo.