OCNE Zimmerman sept23 c

Cogiendo aire

Madrid. 23/09/2023. Auditorio Nacional. Obras de Elgar y Rajmáninov. Orquesta y Coro Nacionales de España. Franz Peter Zimmerman,violín. Anush Hovhannisyan, soprano. Pavel Petrov, tenor. Anatoli Sivko, bajo. David Afkham, director.

La Orquesta y Coro Nacionales de España han inaugurado su temporada 2023/2024 con un programa donde se podría decir que sus compositores no se avergüenzan y reafirman su postromanticismo. Las corrientes que se extendían en 1910 y 1913, cuando se estrenaron sendas obras, exploraban otros caminos más novedosos, pero tanto Elgar, con su Concierto para violín como Rajmáninov, con su sinfonía coral Las campanas, parece que quisieran reivindicar sin complejos sus postulados estéticos con dos obras especialmente magnas y monumentales que se anclan, pesadas, a modo de rompeolas de todo lo que viene, y sin importarles, quizá, el qué dirán.

El Concierto para violín de Elgar es uno de los más largos del repertorio violinistico. Su orquestación ademas es muy densa y la dificultad de la parte solista es realmente compleja, con lo que solistas y directores tienen que luchar contra todo ello. En esta ocasión hemos tenido mucha suerte: la transparencia ha tenido lugar. Sí, como mágico antídoto, tanto Frank Peter Zimmerman como David Afkham han conseguido, la mayor de las veces, clarificar texturas, ordenar  progresiones y distinguir y diferenciar temas y secciones, con lo que el proceloso y denso bosque trazado por Elgar puede ser atravesado sin sufrir, casi, rasguños. Zimmerman se va a dedicar esta temporada a reivindicar en cuerpo y alma la obra por medio mundo incluyendo España (antes de en Madrid lo tocó en Las Palmas y en diciembre lo hará en Valencia). De hecho después de Madrid, el violinista tiene una gira por cinco ciudades europeas tocándolo con la Orquesta Filarmónica de Viena después de tres conciertos en el Musikverein. Técnicamente impecable, estilísticamente supo dar con el tono perfecto de romanticismo extremo y algo pasado que tiene la obra aplicando un verdadero tratado sobre el portamento a lo Kreisler que, no hay que olvidar, fue el impulsor y dedicatario de la obra siendo además el violinista que la estrenó. 

Zimmerman nos hace creer en la obra con una entrega no exenta de dosificación. La extensísima y casi siempre intensa parte solista, que ademas va a más, en un infernal tercer movimiento con larguísima cadenza, así lo requiere. Su entrada en la cuarta cuerda del primer movimiento la templó, para, después de desarrollarla, conseguir cambiar el modo en el lírico y aterciopelado segundo motivo, muy bien pespunteado por la flauta y los pequeños diseños de los primeros violines. Los abundantes motivos melódicos escritos por Elgar fueron expuestos frecuentemente en forma de arco, y Afkham y la orquesta supieron acompañarle y disolver de forma muy sabia el sonido en los finales de frase amoldándose de forma ejemplar. Hubo buenos detalles y felices resoluciones como el diálogo entre primeros y segundos violines. El segundo movimiento comenzó con un vaporoso comienzo de la orquesta en pianisimo sobre el que Zimmerman fraseó largo en su entrada rematada en difíciles armónicos artificiales. A señalar el magnífico clima evanescente creado por el viento madera al finalizar. El tercer movimiento es el mas complejo rítmicamente, y la orquesta y director supieron estar casi siempre muy encima del violinista sin quedarse detrás. La escritura solista es quebrada y cambiante llena de acordes, armónicos, bariolages o ricochet, y se enfrenta a una monumental y extraña cadenza, quizá demasiado larga, pero muy atractiva de escuchar. Comienza con un irreal y en cierto modo fantasmagórico clima en background de la cuerda en sul ponticello seguida de un inquietante ostinato de tintineantes pizzicati. Zimmerman aquí estuvo magistral, y construyó un relato rapsódico, diverso, fragmentado, y enfebrecido. Al final, es verdad que el saturado, extenso y redundante monumento compuesto por Elgar corre siempre el riesgo de crear una sensación de cierto empacho en el oyente, pero con interpretaciones así, la obra se reivindica con fuerza, y compensa un tanto la tan prodiga programación de su concierto hermano para violonchelo. 

OCNE Zimmerman sept23 b

Las campanas de Rajmáninov es una obra basada en poemas de Edgar Allan Poe que el compositor escribió en Roma donde también moró Tchaikovsky. De color mas variado y refulgente que la de Elgar, el compositor ruso no se arredra en hacer ver su admiración e Rimsky Korsakov. Rajmáninov muestra, en Las Campanas, un sentido teatral muy acusado, un cierto y suave orientalismo, y un comedido expresionismo que, en su deformidad, busca el impacto y la via directa con el oyente, y la verdad es que lo consigue. El primer movimiento empieza incisivo y liviano, con las campanillas dando el color infantil. Afkham lo llevó de forma ordenada y sacó a la palestra pequeños toques en la parte central en forma de destacados sforzandi de clarinete y trompeta con sordina. En este tramo el coro contrasta creando un mágico momento cantanto a bocca chiusa, y el tenor tiene que hacerse oír a pesar de la masiva orquestación. Pavel Petrov que es el que cantó en este momento no pudo realmente conseguirlo, al ser un lírico de poca pegada, aunque de buena y saneada emisión. El segundo movimiento empieza con un tema en zig zag tocado por las violas y que Rajmáninov mas adelante transforma en el mismísimo Die Irae. Muy buena continuación en los violonchelos para, después, seguir en los violines de forma mas blanda. Magnifica la forma de desarrollar de Afkham y la orquesta en toda esta sección. Son las campanas del amor, y es el movimiento mas orientalizante y Rimskiano de toda la obra. El clima conseguido es, mágico, irreal, diría que como un cuadro de Chagall.

OCNE Zimmerman sept23 a

La soprano Anush Hovhannisuyan fue la encargada de cantar aquí y lo hizo con dejes de guturalidad que, quizá, no le permitieron redondear el esmalte de su voz. Bonita la forma de atacar en piano el culmen de su intervención en un La agudo. El tercer movimiento comienza en un pianisimo que crece rápido a fortisimo. El coro entra de forma muy atmosférica, fantasmal, desfigurada. El ambiente conseguido por Rajmáninov aquí es de pintura negra. El grito, el miedo, se reflejan en trémolos, y la sombra de Mussorgsky se adivina en más de una vez. Son las campanas de alerta. Es el único movimiento sin cantante solista y aquí Afkhan y la orquesta y coro consiguieron uno de los puntos culminantes mejor realizados de toda la tarde sobretodo en su espectacular final. El cuarto movimiento comienza con un lacerante y repetido motivo a modo de pesada marcha fúnebre. El carácter luctuoso acompaña la primera intervención del bajo que fue cantado por Anatoli Sivko de forma muy teatral. La voz es bella, rica, y el cantante, a pesar del pasajero roce, estuvo expresivo, sonoro y comunicativo. El corno ingles, verdaderamente protagonista en este episodio, tuvo una muy feliz intervención. Son las campanas de la muerte, pero Rajmáninov acaba con un esperanzador y reposado final, con el que acaba la obra.

Hiperbólico programa, y espléndida realización, tanto de la orquesta, el coro y Afkham. Lo ‘hinchado’ también existe, y esperemos que este comienzo de temporada a modo de superlativa inspiración de aire, sirva para impulsar lo que, sobre el papel, se avecina como una muy interesante temporada. Que así sea.