Enigma Viaje fin noche cartel 

La brujería de las máquinas

04/11/2023. XVI Festival Internacional de Música Contemporánea de Vitoria-Gasteiz, Bernaola Zikloa. Conservatorio de Música Jesús Guridi. Obras de María Domínguez, Kaija Saariaho e Iñaki Estrada. Orquesta de Cámara del Auditorio de Zaragoza-Grupo Enigma. Dirección musical: Asier Puga.

El denominado Bernaola Zikloa (Festival Internacional de Música Carmelo Bernaola) es un festival de música contemporánea que se celebra fundamentalmente los fines de semana de otoño e invierno en la capital de la Comunidad Autónoma Vasca y que ha sido y es referencia por facilitar la presentación de la nueva producción de muchos compositores vascos y foráneos, la mayor parte de ellos insultantemente jóvenes. En esta edición, a celebrar entre octubre y febrero serán trece los conciertos programados, entre los que priman –por razones obvias- los conciertos de cámara.

Bernaola Zikloa hace referencia al compositor vizcaíno Carmelo Alonso Bernaola, uno de los iconos de la música de vanguardia y que fue entre 1981 y 1991 director del conservatorio en el que se celebran los conciertos. Bajo su responsabilidad se inauguró en 1990la nueva sede que cuenta con un auditorio para unas quinientas personas. En este lugar, en un día oscuro sacudido por una borrasca de cuyo nombre ya no me acuerdo, entre rachas de viento que impedían andar y lluvia esporádica parecía demasiado amor a la música acercarse hasta el concierto pero allá aparecimos unas cien personas, que no está nada mal.  

En programa, dos obras que terminaron siendo tres porque este año el Bernaola Zikloa tiene como epicentro el homenaje a Alfonso García de la Torre, vitoriano, antiguo alumno del mismo Carmelo Bernaola e impulsor de este festival. García de la Torre es considerado auténtico referente de la música de vanguardia y, especialmente, de la electroacústica y falleció repentinamente en 2022, a los 58 años de edad. De ahí que a pesar de no estar anunciado el violinista Víctor Parra, amigo del susodicho, quisiera colocar entre las dos obras anunciadas y en su homenaje un Nocturno para violín solo, de Kaija Saariaho, fallecida también este junio. Solo por el sentimiento y la entrega del músico ya valió mucho la pena el regalo.

El concierto se inicio con No vértice da escuma, de María Domínguez (1996), una obra de apenas diez minutos y que ha resultado ser obra ganadora del IV concurso de jóvenes compositores Juan José Olives. Esta obra para quinteto (violín, violoncelo, clarinete, flauta y piano) es una sucesión de impresiones íntimas en las que la compositora parece describirnos, como si estuviera pasando las hojas de un álbum fotográfico, imágenes de la naturaleza, incluso sentimientos personales. La obra está presentada en forma de crescendo, con un inicio casi tímido, como si no se quisiera molestar al oyente, para llegar a un clímax sonoro y regresar a mismo grado de intimidad inicial, el que provoca sentir la lluvia, escuchar los pájaros, fusionarse con la soledad y el paisaje que se observa.

La obra principal -siquiera por duración- era el radiodrama Heart of Darkness, de Iñaki Estrada (1977), obra que ya pudimos escuchar en su estreno en Pamplona, en el Auditorio del Museo de la Universidad de Navarra, en febrero de 2020. Entonces la versión se realizó con septeto instrumental, en este caso era el mismo quinteto arriba mencionado no estando presentes acordeón y percusión. La obra combina tres planos sonoros que corresponden a Asier Puga coordinar y llevar a buen puerto. Este director es uno de los talentos jóvenes más importantes que he tenido la suerte de escuchar y su labor en esta institución, la Orquesta de Cámara del Auditorio de Zaragoza-Grupo Enigma (OCAZ Enigma), institución a la que pertenecen los cinco instrumentistas, a saber, Víctor Parra (violín), Zsolt Gábor (violoncelo), Emilio Ferrando (clarinete), Antonio Nuez (flauta) y Juan Carlos Segura (piano) es, sencillamente, impagable.

Los tres planos sonoros son los siguientes: por un lado, el que surge de la grabación de las voces de los actores que encarnan cada uno de los papeles que aparecen en la selección de la obra literaria homónima de Joseph Conrad y en el que cobran especial relevancia el marinero Marlow y el visionario Kurtz. Un segundo plano es la banda electrónica manipulada por el mismo compositor Iñaki Estrada; y el tercero, la interpretación en directo del OCAZ Enigma. Todo ello coordinado por el mencionado Asier Puga que ha de hacer frente a la brujería de las máquinas… modernas.

La obra, ya se sabe, trata sobre las nefandas consecuencias del colonialismo blanco en el África negra y, especialmente, las provocadas por Bélgica en el Congo. Algún día se hará verdadera justicia al saqueo económico, cultural y humano que Bélgica y Leopoldo II realizaron en el irónicamente denominado Estado Libre del Congo, que pasa por ser uno de los expolios más brutales y canallas realizados por el “hombre civilizado” y que llegó a provocar millones de muertes. En este sentido la novela ´corta de Joseph Conrad, basada en la experiencia real del escritor en las tierras colonizadas, nos narra la crueldad de un sistema económico basado en la simple y llana explotación del ser humano por el ser humano por una mera cuestión racial.

Los negros eran subhumanos y sus riquezas –he aquí la madre del cordero- nos pertenecían en la medida en que esos bárbaros eran incapaces de valorarlas. Nosotros les dábamos “civilización” y nos la cobrábamos en recursos minerales, materias primas y las vidas de millones de esclavos, utilizados como simple mano de obra hasta la extenuación. Hoy, en pleno siglo XXI, no cabe mensaje más actual.

La obra, de unos sesenta minutos de duración, tiene la virtud de hacer teatro con música. Las barreras clásicas instauradas en la música por la tradición nos decían que la ópera es, precisamente, música teatralizada o teatro musicado. Lo que Iñaki Estrada hace es llevarnos por caminos nuevos –que profundizó en la posterior Moby Dick- y mezcla géneros que nos son familiares (teatro radiado, música clásica, escena) para proponer al melómano nuevas formas de escuchar la música escenificada. 

En el caso que nos ocupa la versión no tiene parte escénica visual ya que ésta surge de los sonidos escuchados en la grabación, propios de la naturaleza y que como ocurría con los seriales teatrales radiofónicos de antaño, eran imaginados por un oyente dispuesto a ello.

La reacción del público fue más que cortés y solo cabe felicitar a los organizadores por traer obras tan frescas y que además de incluir mensaje crítico -¿no pretendemos hacer de la sociedad un elemento crítico?- nos propone nuevas formas de vivir la música y el teatro.