Bertral Portales Elizalde 

Una locura

Barcelona. 28/11/16. Casa Elizalde. Ciclo de otoño de música clásica. Canciones de A. Mahler, J. Montes, R. Schumann, H. Purcell, V. Carbajo, G. Fauré, F. Schubert, M. García Morante, A. Vivaldi, A. Ramírez, G.F. Haendel, A. Piazzola. Montserrat Bertral, mezzosoprano, Raquel Portales, piano.

La intensa actividad cultural de los centros cívicos de Barcelona incluye diferentes series de conciertos, como el ciclo Música Barcelona (en colaboración con la Esmuc), que tiene lugar en siete centros cívicos en siete barrios, o el ciclo de música clásica de la Casa Elizalde, que presenta ocho conciertos cada trimestre, todos ellos de entrada libre. El concierto que nos ocupa, un recital a cargo de la mezzosoprano Montserrat Bertral y la pianista Raquel Portales, cerró el pasado lunes en este centro cultural el ciclo de otoño. El público, que llenaba el auditorio, acogió con interés la propuesta del dúo protagonista, un programa titulado "La locura". Un experimento loco, pero exitoso.

Confieso que tenía curiosidad por conocer el contenido del programa, que las intérpretes se reservaron hasta el último momento. Si "La locura" encabeza un recital de ópera enseguida se nos ocurren numerosas piezas que se podrían incluir; si encabeza un recital de canción, como era el caso (aunque con un par de incursiones operísticas) no lo es tanto; no es que entre las canciones no vaguen personajes trastornados, es que no son tan evidentes. El programa elaborado por Montserrat Bertral y Raquel Portales se movía en torno a la desdibujada línea que separa la cordura de la locura; él mismo era una locura, pero ya era esa la idea. Para que se hagan una idea de su diversidad, el prólogo era Yo soy la locura, de Henri du Bally, y el epílogo Balada para un loco, de Astor Piazzola. Soy consciente de que los centros cívicos trabajan con presupuestos exiguos, pero hubiera estado bien disponer de los textos o, al menos, una explicación del programa que sirviera de apoyo al trabajo realizado por las intérpretes. Y, ya que estamos con el "contorno" del concierto, y relacionado con lo que decía hace unos días sobre el recital de Simon Keenlyside el Liceu, el coordinador del ciclo pidió antes de empezar que no aplaudiéramos hasta el final de cada grupo de canciones. Y todo fue como una seda. Fácil, ¿verdad?

Montserrat Bertral es una cantante de voz oscura y aterciopelada, que asumió con valentía los continuos cambios de época y estilo entre piezas; por ejemplo, en el segundo grupo de canciones, dedicado a las "Maravillosas imágenes imposibles", iban seguidas una canción de mediados del siglo XVIII, l'll sail upon the Dog-Star, de Henry Purcell, y una compuesta hace nada, El maestro irracional, de Victor Carbajo. Bertral pareció encontrarse más cómoda en las canciones menos "ortodoxas" (por decirlo de alguna manera); aunque hizo una buena interpretación de los dos lieder de Alma Mahler, Die stille Stadt y Bei dir ist es traut (incluidas en el primer grupo de canciones, "Luces y sombras de la mente"), sus mejores interpretaciones fueron, en general, las canciones de carácter más popular, como Alfonsina y el mar y El testament d'Amèlia. Cantadas con un registro grave seductor y un buen uso de las medias voces, ambas canciones transmitieron de manera convincente el drama de las dos protagonistas. Decía antes que hubo un par de incursiones operísticas, sendas arias de Orlando finto Pazzo de Vivaldi y Xerxes de Haendel, abundantes en coloratura, que Montserrat Bertral cantó con muy buena técnica y (aparente, como debe ser) facilidad, deslumbrando al público. Estas cuatro piezas formaban parte del último grupo de canciones, "Tormentos del alma", y junto con la mencionada Balada para un loco, cantada por Bertral buscando el equilibrio entre el estilo de cámara y el más popular, cerraron el programa dejándonos una buena sensación; como propina, más locura por amor (¿enajenación mental transitoria?), con un nuevo cambio de estilo, las coplas de La petenera.

Pianista y cantante tuvieron algún desencuentro en las entradas al comienzo del recital; una vez encontradas se entendieron bien durante el resto del concierto, y Raquel Portales contribuyó no poco a su éxito; muy bien su intenso acompañamiento en Gretchen am Spinnrade, que comunicó perfectamente la angustia del personaje, y muy bien también, a continuación, y en contraste, su delicadeza acunando a la moribunda Amèlia.

En definitiva, una buena manera de acercar un repertorio no muy habitual a un público que quizá no esté muy acostumbrado a él; buen trabajo el de Montserrat Bertral y Raquel Portales y el de los centros cívicos.