Concert de lEnsemble Intercontemporain du 23 

Música viva

San Juan de Luz-Donibane Lohitzune. 23/08/2024. Sala Tanka del Centro Cultural Peyuco Duhart. Obras de M. Jarre y G. Benjamin. Jenny Daviet (soprano), Camille Merckx (contralto) y Ensemble Intercontemporain. Dirección musical: Pierre Bleuse.

Segundo concierto de esta edición del Festival Ravel al que hemos podido asistir y giro absoluto en estilo y estética en esta nueva propuesta, organizada en torno a la música contemporánea. Considero un acierto innegable el dedicar un programa a uno de los compositores vivos más interesantes, cual es George Benjamin (Londres, 1960), que ha alcanzado un reconocimiento internacional inusual, especialmente con dos de sus óperas Written on Skin (2012) y Lessons in Love and Violence (2016). Estos títulos, además de ser recurrentemente programados en distintos teatros del mundo, cuentan ya con ediciones discográficas y videográficas que han facilitado su expansión y conocimiento entre los melómanos.

Pues bien, antes de estas dos incursiones en el género Benjamin debutó en la ópera con una obra de pequeño formato que ha ocupado toda la segunda parte de este concierto, Into the Little Hill (2006), una pieza que el mismo compositor define como un cuento lírico en dos partes para soprano, contralto y conjunto de quince instrumentistas. Cuando hablamos de pequeño formato nos referimos al hecho de que la orquesta tenga solo quince componentes, a que los ocho personajes los canten solamente dos mujeres y a que la duración de la obra ronde apenas los cuarenta minutos. Todo en pequeñas dosis, excepto la calidad.

Por seguir el orden del programa comenzaremos señalando que la primera parte se dedicó a dos obras orquestales: Music for a While, del suizo Michael Jarrell (1958) y At First Light, del mencionado George Benjamin. Dos obras ásperas, una para trece y la otra para catorce instrumentistas, que enseñaron características similares de las obras: formas vanguardistas, papel predominante de la percusión y alta complejidad sonora. No deja de ser interesante observar la labor del director musical, coordinando todo el magma sonoro que exigen los compositores; y llamó la atención la labor de Pierre Bleuse al gestionar los silencios entre las distintas secciones de cada obra.

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Ya en la segunda parte, entrando en la obra principal del concierto, Into the Little Hill viene a ser una adaptación moderna del famoso cuento del flautista de Hamelín, construida en tonos fundamentalmente sombríos. Casi toda la ópera se mueve entre tesituras vocales centrales y una cierta contención sonora. El hecho de que el concierto se celebrara en la Casa de Cultura evitó que pudiera seguirse la trama con ayuda de cualquier traducción y, como queda apuntado, las dos cantantes asumen hasta ocho papeles distintos, con lo que resulta arduo saber qué personaje interviene en cada momento. 

Los quince músicos asumieron bastantes más instrumentos, algunos de ellos realmente singulares porque además de las habituales secciones de cuerda, viento, metal y percusión coexisten otros más infrecuentes, a saber, mandolina, banjo y címbalo. En este sentido la labor del Ensemble Intercontemporain solo puede calificarse de magnífica. Es sabido que estamos ante uno de los más relevantes grupos de música contemporánea a nivel mundial y, una vez más, no decepcionaron: máxima precisión, labor excelsa en las numerosas partes de exigencia solista y una tensión adecuada para mantener en interés de una obra que, quizás, peca de algo críptica en su planteamiento dramático.

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Vocalmente, brillante Jenny Daviet, soprano francesa de agudos fulgurantes y voz potente y muy bien proyectada mientras que su compañera, la contralto de la misma nacionalidad Camille Merckx estuvo algo más opaca, quizás acuciada por la gravedad de la tesitura. El caso es que cuando las voces cantaban juntas el desequilibrio entre ambas era evidente, en perjuicio de la segunda. Sin embargo, se pudo disfrutar la obra y es de agradecer la oportunidad de descubrir este repertorio. Fue también muy interesante poder observar la evolución del británico pues la obra orquestal fue compuesta en 1982, es decir, en el inicio de su carrera como compositor mientras que la ópera, más sosegada, menos expansiva y colorista, es obra de un compositor de casi cincuenta años.

El principal valor de la propuesta reside en la misma escucha de las obras y hay que decir que Pierre Bleuse –que repetía con la batuta tras el exitoso Ravel del concierto inaugural del festival- lleva el concierto a buen puerto y nos ha hecho disfrutar con títulos modernos, infrecuentes e interesantes. En definitiva, un concierto que nos ha trasladado a la música de la actualidad, música viva porque sus autores, ambos presentes en la sala, están vivos y pueden manifestar su alegría por la programación de sus obras y el nivel alcanzado en la interpretación. Un acierto del Festival Ravel 2024, sin miedo por apostar por la música actual.

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Fotos: © Festival Ravel - KOMCEBO