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Entre amigos

Barcelona. 09/02/2025. Palau de la Música. José Bros (tenor). Ramón Vargas (tenor). Antonio Gandía (tenor). Jove Orquestra Simfònica de Barcelona. Joshua dos Santos, dirección musical.

Desde que Plácido Domingo, José Carreras y Luciano Pavarotti, todos ellos bajo la batuta de Zubin Mehta, protagonizaron en las romanas Termas de Caracalla aquel mítico concierto, hace ya casi treinta y cinco años, el formato de los tres tenores ha proliferado hasta convertirse en una especie de estándar. Los ingredientes imprescindibles para que la receta funcione, aunque ciertamente no sea del gusto de ciertos paladares, consiste en un repertorio que mezcle hits operísticos con melodías populares, tres tenores con cierto carisma que se lleven bien entre ellos, se presten al juego con el público y acaben el recital con un simpático medley que haga las delicias del respetable. Un público que, por otra parte, debe ir predispuesto a disfrutar el evento caiga quien caiga. 

Hasta ahí la lista de ingredientes imprescindibles, otra cosa es la calidad de estos. Sin duda ahí está la clave. A menudo la receta ha tendido a dar gato por liebre, ofreciendo espectáculos de dudoso gusto y pésimo nivel artístico. Afortunadamente no fue el caso en esta ocasión y el escenario del Palau de la Música Catalana acogió a tres figuras de relumbrón. Josep Bros, Antonio Gandía y Ramón Vargas ya han hecho todo lo que tenían que hacer durante unas extraordinarias carreras que, por ley de vida, están ya en su recta final. Pero quien tuvo retuvo y los grandes cantantes, los de buena escuela como son estos tres, siempre tienen algo que ofrecer y mucho que admirar.

Abrió el concierto el catalán Josep Bros, impulsor del evento a través de Barcelona Opera Center, con 'Ô souverain', de Le Cid de Massenet. Una parte de tenor dramático que Bros abordó con ciertos sonidos nasales, pero que resolvió con arrojo y seguridad. Hace tiempo que Bros se ha lanzado a repertorios de más peso que los que han marcado su carrera, como se demostró de nuevo con su 'Donna non vidi mai', en la que, con el instrumento ya caliente, exhibió su efusivo fraseo y estar en magnífica forma. Una línea ascendente que se confirmó con su última aria operística, una sensacional versión de 'Tutto parea sorridere', de Il Corsaro verdiano. La constatación de que Josep Bros ha sido uno de los grandes tenores belcantistas de las últimas décadas.

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No es necesario glosar a estas alturas la carrera del tenor mejicano Ramón Vargas. Ha cantado en todos los grandes escenarios del mundo y ahora, a sus sesenta y cinco años parece decidido a pasarlo bien. A fe que lo hizo, y nosotros con él con los pequeños detalles de clase que fue dejando aquí y allá.El fiato un tanto apurado, que obligó a la orquesta a aligerar tempi, y una evidente pérdida del esmalte de antaño no impidieron disfrutar de destellos en 'Una furtiva lagrima', una de sus arias fetiche, 'Quando le sere al placido' de Luisa Miller o 'Recondita armonía'.

El valenciano Antonio Gandía fue el tercero en discordia. Su filiación krausiana, de la cual en ningún momento reniega sino todo lo contrario, se percibe en todo momento, especialmente en unos agudos afilados que, si uno cierra los ojos, parece estar escuchando al maestro revivido. Por no mencionar el repertorio: 'Pourquoi me réveiller', 'M’apparí', de Martha y 'Ah, lève-toi soleil', de Roméo et Juliette. ¿Quién da más?

La segunda parte, como es menester, transcurrió por senderos más populares en las que la Jove Orquestra Simfònica de Barcelona, dirigida por Joshua dos Santos, pareció sentirse más cómoda y segura tras una primera parte dificultosa. Napolitanas primero: “Core ‘ngato” sentido por Vargas, excelente 'L’alba separa dalla luce l’ombra' por Gandía y pletórica 'Serenata' de Leoncavallo por Bros. También hubo zarzuela de la buena y bien cantada con romanzas de El último romántico (Vargas), Luisa Fernanda (Bros) y La tabernera del puerto (Gandía).

A estas alturas, con el público ya entregado y los cantantes relajados antes del rush final, se produjo un momento de excepcional emotividad. Se rindió un sentido y merecido homenaje al pianista y amigo Ricardo Estrada quien, a causa de problemas de salud, lleva unos años retirado de los escenarios. Su presencia en la sala, arropado por su esposa, la soprano Katerina Estrada Tretyakova, y todos los suyos así como sus palabras desde el escenario con el público puesto en pie supuso el mejor colofón a un concierto que se acabó convirtiendo en un canto a la amistad.

Fotos: © Nacho Roca