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Ópera religiosa

Iruña-Pamplona. 05/06/2025. Baluarte. G. Verdi: Messa da Requiem.  Miren Urbieta-Vega (soprano), Ketevan Kemoklidze (mezzosoprano), Mateo Lippi (tenor) y  Gerard Farreras (bajo). Orfeón Pamplonés (Director: Igor Ijurra), Orquesta Sinfónica de Navarra. Dirección musical: Perry So.

Es habitual que el último concierto de abono de una temporada implique a muchos participantes apostando habitualmente por grandes obras sinfónico-corales. Así, la Orquesta Sinfónica de Navarra ha decidido dar por concluida la temporada actual, 2024/2025 con la Messa da Requiem de Giuseppe Verdi, contando con la participación del Orfeón Pamplonés, de justa fama en la provincia más la participación de un cuarteto vocal de importancia nada desdeñable.

Tras 85 minutos de música bajo la batuta del director titular de la entidad, Perry So, la satisfacción general del público era evidente y bien justificada. Las ovaciones del público que llenaba el Baluarte se alargaron por minutos y los bravos se repartieron a partes iguales entre las cuatro columnas que sustentaron la interpretación: orquesta, coro, solistas y batuta.

¿Se justificaban tales ovaciones? Creo que sí. Quizás no asistimos a la mejor versión de la Messa da Requiem verdiana pero el nivel demostrado por todos ha respondido a la calidad de la obra, una misa de difuntos que tiene un color operístico innegable y fácilmente entendible. Quizás esta reseña no es el lugar adecuado para entrar en materia pero está muy dicho y escrito que la obra que nos ocupa no transmite precisamente espiritualidad, no nos traslada al mundo del misticismo y la inmaterialidad sino más bien al punto de visto terrenal de un agnóstico que describe el miedo a la muerte -¿qué no es sino el Dies Irae?- y la esperanza de un futuro que cada uno lo entenderá como considere conveniente.

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Perry So supo ser efectista cuando convenía (Dies Irae), íntimo cuando así se exigía (Lux Aeterna) y lírico cuando el Verdi teatral invadía la obra (Lacrimosa), sabiendo guardar los distintos planos sonoros en justo equilibrio. En este sentido la Orquesta Sinfónica de Navarra supo responder a las demandas de la batuta. El Orfeón Pamplonés, con un despliegue de ciento diez voces, estuvo más atinado en las partes extrovertidas que en las susurradas -¡ay, ese inicio del réquiem, qué puñetero es!- aunque solo cabe reconocer que, estando como estamos ante un grupo amateur, su labor es digna de aplauso. El reconocimiento social y cultural a este tipo de entidades aficionadas es más necesario que nunca; existe un temor justificado ante el recelo de que las nuevas generaciones no garanticen la continuidad de este tipo de estructuras culturales, algunas con décadas de historia, y que han sido fundamentales en el desarrollo de la llamada música clásica en su entorno.  Por ello ver entre los cantores a veinteañeros es solo motivo de satisfacción, aunque fueran unos pocos nada más.

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El cuarteto vocal respondió de forma muy adecuada. Miren Urbieta-Vega es un valor seguro y no nos defraudó. Es cierto que algún piano quedó muy apurado pero solo hay que reconocer el bello color de una voz densa, los graves suficientes y el legato demostrado en el Libera me y la extensión de una voz que se expandió por el auditorio con autoridad. Ketevan Klemoklidze demostró en las páginas solistas una voz interesante aunque ésta quedaba bastante diluida en los momentos de conjunto. 

Mateo Lippi mostró una voz fresca, muy italiana y quizás fue el que mostró el canto más “operístico” de todos. Su Ingemisco fue de enorme dignidad, con el agudo lozano. Intentó matizar en el Offertorio, dándole a su canto tono de oración y saliendo bien airoso. Finalmente, el catalán Gerad Farreras supo dotar a su parte de la autoridad necesaria; quizás sería deseable un color más oscuro pero poco reproche cabe ante un Confutatis más que solvente.

El concierto fue casi festivo; la satisfacción general era apreciable en los espectadores a la salida del auditorio y ello es garantía de futura fidelidad. Antes del concierto se nos ofreció un resumen de la próxima temporada de la Orquesta Sinfónica de Navarra, de la que ya hemos informado en estas páginas. La orquesta navarra, que en el pasado pasó por momentos muy delicados, está en un buen momento artístico y desde fuera parece que existe buena química entre el hongkonés y sus músicos, lo que siempre es garantía de éxito. Intentaremos vernos de nuevo durante la próxima temporada.

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