Virsaladze gdm

PARA ELISSO

A Coruña 27/01/17. Palacio de la ópera. Obras de Bach/Webern, Beethoven, Webern y Schumann. Elisso Virsaladze, piano. Orquesta Sinfónica de Galicia. Hannu Lintu, dirección.

La propuesta de este concierto nos invita fantasear con las extrañas relaciones que podría haber entre las obras del programa. Bach, el padre de tantas inspiraciones, fue quien motivó a Webern a la orquestación de su Ricercare y probablemente el mismo que merodeaba por la cabeza de Beethoven cuando fugó el rondó de su tercer concierto para piano, el mismo autor rescatado por Mendelssohn, quien a su vez dirigió el estreno de la primera de las sinfonías de Schumann.

Aparte de estas conexiones, que reconocemos forzadas, conviene señalar lo arriesgado que resulta presentar a la segunda escuela de Viena en un menú donde el peso, al menos en duración, reside en Schumann y Beethoven. En la orquestación del Ricercare de Bach pasa inadvertida la austeridad melódica de Webern. También es cierto que Hannu Lintu, director finlandés invitado para la ocasión, llevó a la Sinfónica de Galicia a alcanzar momentos realmente sugerentes cuando supo trenzar el contrapunto barroco con los juegos tímbricos del expresionismo con minuciosidad a través de las diferentes secciones de la orquesta. Donde de verdad residía el reto era en las Cinco piezas para cuerda, la segunda de las obras de Webern programadas para este concierto. Debió de resultar para la orquesta un gran esfuerzo, de quizás difícil reconocimiento para un público que se está acostumbrando a recibir con interés este tipo de propuestas. Lintu se esmeró ante una orquesta muy motivada y acertó a ofrecer un discurso que pese a su complicada lectura, resultó coherente.

La entrada de Elisso Virsaladze en la sala ya anticipó de algún modo lo que después iba a suceder. Con paso firme, casi militar, y rictus grave se sentó al piano para resolver al fin la expectación que suponía su visita. El resultado fue más allá de lo que esperábamos, que no era poco. Con unas manos robustas atacó el tercero de los conciertos de Beethoven con la seguridad y el equilibrio que sólo pueden recordar a los grandes del piano. Desplegó el virtuosismo en los momentos necesarios, sobrevolando en ocasiones el teclado y en momentos traspasándolo con un profundo lirismo. Sin excesos y gracias a su prudencia en el pedal, proyectó con perfecta dicción la escritura de Beethoven. Un pianismo extremo, sin grandes alardes gestuales al estilo de Richter o Horowitz, articulando cada frase con tal lógica que parecíamos estar asistiendo a una de las versiones más justificadas y acertadas de esta composición. La orquesta, que secundó a la solista con gran dignidad, parecía por momentos seguir dos batutas debido seguramente al carisma de Virsaladze. Sin duda, el mejor momento de la velada.
   Concluyó el concierto con la primera de Schumann, su invocación a la primavera, y ahí fue donde de verdad pudimos comprobar el buen funcionamiento de la agrupación con Lintu. A pesar de no aparentar dificultad en cuanto a estilo, la escritura de esta sinfonía encierra cierta complejidad para lograr un resultado radiante, ya que la orquestación no era el fuerte de Schumann en estos momentos de su carrera compositiva. Resultó llamativo el cambio en la disposición de la plantilla, situando a las violas donde habitualmente esperamos a los violonchelos. Luego comprobamos que el director finlandés concedió más protagonismo del habitual a las voces medias, con un resultado realmente efectivo, una sonoridad muy plena, envolvente. Una brillante actuación del viento de la Sinfónica y en general una plantilla que pareció disfrutar en todo momento de la buena sintonía con el director.

Foto: GDM.