Trigueros

LO RARO, LO PROPIO

A Coruña 10/02/17. Palacio de la ópera. Obras de Weiner, Mosquera y Dutilleux. Orquesta Sinfónica de Galicia. Jesper Boile Nielsen, tuba. José Trigueros, director. 

El estreno de una obra siempre resulta algo muy seductor a la hora de sentarse en la butaca. El caso es que esperamos pocas novedades y con memoria bien afilada, apuntamos los estilos en los que se pudo haber inspirado el compositor. Por si acaso, buscamos en las notas del programa más datos sobre su formación y gustos, así como alguna pista sobre el motivo que impulsó la composición para hacernos una idea de lo que vamos a afrontar. Qué diferentes eran estos acontecimientos hace un par de siglos, cuando precisamente se buscaban sorpresas y no datos, y lo raro era que una composición se repitiera tras su estreno. El resultado musical en sí mismo, y no tanto la correcta escritura de la obra, sin esperar al veredicto de la crítica especializada cuando el público (en una época considerado sobradamente instruido), era el que con aplausos o abucheos interrumpía espontáneamente la representación para juzgar su efecto. Un público soberano que no necesitaba conocer motivos, conceptos o estilos previos, y que no admitía contracrítica de ningún musicólogo.

El programa para el concierto del pasado viernes, a diferencia de la mayoría de los del resto del abono, no contaba con ningún cebo para atraer al público que gusta de lo más convencional. El mayor reclamo pasaba por conocer lo que hay en casa, los talentos de un joven compositor coruñés y de un director engendrado en la OSG para conducir a sus compañeros. Aparte de esto, dos autores poco conocidos como Leo Weimer y Henri Dutilleux para completar la oferta. El príncipe Csongor y los duendes del húngaro Weimer hizo las veces de obertura de concierto, una pieza breve y completamente nueva para la orquesta gallega. Con un ritmo de latido muy sugerente, José Trigueros condujo un espectacular y prolongado crescendo inicial que anticipaba su buena disposición ante el atril. Llegó por fin el momento más festivo de la velada, el estreno del concierto para tuba de Federico Mosquera. Y el resultado fue desde luego sorprendente. No sólo por lo extraño de asistir a un muestra de virtuosismo de un tubista, sino por el diseño de la obra. Dispuesto en tres ortodoxos movimientos, nos asaltan imágenes desde el comienzo. Sobre un pulso muy movido con contratiempos, notas sincopadas y ritmos de claves, Mosquera juega con los diálogos entre solista y metales. Las secciones más líricas se tiñen de cierto humor negro, un tono siniestro y burlón traído por el ritmo de marcha y los timbres de la tuba. En el último movimiento, una caza, se apresuran y amontonan los motivos melódicos en un ambiente sofocante. Es difícil que no acudan al recuerdo ciertas obras cinematográficas al recibir esta composición, con momentos de Leonard Bernstein y también de Bernard Herrmann. En cualquier caso, este estreno trajo buenas noticias: no hacen falta extremos conceptuales para darle entidad a una composición, ni es necesario que ésta ya sea conocida para disfrutarla. Y la tuba, un descubrimiento traído por Jesper Boile Nielsen, resultó un instrumento lleno de matices, agilidades y gran riqueza tímbrica que dejó al público asombrado.

En la segunda parte, la segunda sinfonía de Dutilleux, La Doble, una obra muy poco conocida, interpretada sólo dos veces en España, y por primera vez en esta ocasión por la OSG. El planteamiento de la obra es original, con dos orquestas no-enfrentadas en el escenario sino reflejadas una en la otra. En las estupendas notas de Estíbaliz Espinosa se describe con gran elocuencia el desarrollo de esta peculiar composición, que cuenta con celesta, clave y cuatro timbales entre su poderosa orquestación. Resulta sin embargo una obra de difícil digestión, que además se prolonga durante media hora tras el descanso entre partes…lo más destacado sin duda, el trabajo de Trigueros. Conocimos a un director minucioso, que sin grades aspavientos nos mostró a una orquesta orgánica y segura en las entradas. La simpatía y el entendimiento, trascendían a un sonido, logrado, completo. Nos gustaría verlo frente a partituras más conocidas, porque se le augura un brillante recorrido.