Toshio Hosokawa 

Fusión entre Centroeuropa y Japón

21/05/2017. Teatro Principal, de Vitoria-Gasteiz. Tadashi Tajima (shakuhashi) y Orquesta Sinfónica de Euskadi. Obras de Frank Martin, Toshio Hoshokawa y Johannes Brahms. Dirección musical: Jun Märkl.

Muy de agradecer la primera parte del concierto de abono de la Orquesta Sinfónica de Euskadi en este mes de mayo, al ofrecer al respetable obras del suizo Frank Martin –compositor demasiado poco frecuentado por nuestras orquestas- y del japonés Toshio Hosokawa, una de los nombres más significativos de la composición actual.  Una fusión entre Centroeuropa y Japón colocada en las manos de un director germano-japonés, Jun Märkl, director titular de la Orquesta.

Del suizo se interpreto el Concierto para siete instrumentos de viento, timbales y cuerda que contó con la participación solista de componentes de la orquesta y nos permitió conocer una obra realmente magnífica, lírica y melancólica, de un compositor injustamente olvidado. Frank Martin es un ejemplo de la transición entre una tradición sinfónica germánica propia del siglo XIX y que encontraba en el Brahms de la segunda parte como uno de los pilares y una modernidad que alguno de sus contemporáneos dibujó de forma maestra, caso de Arnold Schönberg. Especialmente significativo el apasionado comienzo del tercer movimiento, posado sobre un juego de timbales y caja realmente espectacular.

Sin embargo, a priori el plato fuerte del concierto era la presentación de Autumn Wind, para shakuhachi y orquesta, de Toshio Hosokawa, lo que más tarde quedó plenamente confirmado. El shakuhachi es una flauta tradicional japonesa y así, el compositor, partiendo de la más estricta tradición nipona, fusiona con lenguaje contemporáneo los sonidos casi violentos del shakuhachi con una línea orquestal diluida, equilibrada y rabiosamente moderna. Ese contraste, entre un instrumento de apariencia limitada y una orquesta sinfónica tradicional posibilitada de sonidos infinitos crea una atmósfera casi  mística. 

El japonés Tadashi Tajima fue el solista de este instrumento y nos saludó ataviado con ropa tradicional del pais: Tajima se presentó con un juego de cuatro shakuhachis, de aspecto y color distintos y situados sobre un tradicional soporte de madera. A las cuatro flautas las presupongo en tonalidades distintas aunque no me cuesta nada admitir que a oídos legos como los nuestros no era sencillo apreciar los distintos sonidos, todos ellos de carácter impetuoso y de escasa melodía, que procedían de cada una de ellas. En cualquier caso, y sean salvadas las necesarias distancias, un ejemplo similar al que hemos vivido en el País Vasco con los intentos de concertar txistu y orquesta sinfónica convencional donde, por antiacadémico que nos parezca, es inevitable la amplificación del instrumento solista, tal y como ocurrió en este caso con el shakuhashi.

Este instrumentista es, así mismo, quien está participando en el proyecto de grabación de ésta y otras tres obras de Toshio Hosokawa que Naxos está sustanciando con la Orquesta Sinfónica de Euskadi y que se nos están ofreciendo en distintos conciertos de abono. Una oportunidad de dotar a la entidad vasca de mayor proyección internacional dada la importancia del compositor y el alcance comercial que tendrá la grabación. Las cuatro obras –a saber, la aquí mencionada, Klage, para mezzosoprano y orquesta, Meditation to the Victims of Tsunami y Nach dem Sturm, para dos sopranos y orquesta sobre textos de Hermann Hesse- serán recogidas en CD por primera vez y el mismo compositor está asistiendo a las sesiones de grabación. Por cierto, en el teatro vitoriano salió a saludar el compositor, siendo recibido con la habitual frialdad del público gasteiztarra.

Toda la segunda parte se dedicó a la Sinfonía nº 4 en mi menor, op. 98 de Johannes Brahms, en una vuelta casi obligada, por eso de “cuidar” al público, a lo convencional y que podía servir de acertada conexión con la estética postromántica del Frank Martin del inicio del concierto. Jun Märkl, responsable de la formación y que está pasando por las últimas semanas de su titularidad, fue el encargado de llevar a buen puerto la obra a pesar de que se advirtió mayor implicación de la plantilla en la primera parte (¿mayor motivación o menos rutina?) y de que en ocasiones, caso del allegro giocoso del tercer movimiento, el volumen pareciera exagerado. Sin embargo, para algunos de los asistentes entre los que me incluyo, el interés de esta parte del concierto, tras la novedosa y exitosa primera, decayó ostensiblemente.