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Claroscuros

Oviedo. 14/05/2017. Auditorio de Oviedo. Obras de Vaughan Williams, Richard Strauss y Elgar. Alberto Menendez, trompa. BBC Philharmonic. Dir. musical: Juanjo Mena.

Ya en plena recta final del ciclo de conciertos del Auditorio de Oviedo, el nivel de los mismos sigue manteniéndose en una posición envidiable. Justifican esto los nombres de todas aquellas formaciones que han desfilado sobre el escenario carbayón estos últimos meses: la Kremerata Báltica, la Orquesta Hallé de Manchester y, como nos ocupa, la Orquesta Filarmónica de la BBC, una de las múltiples formaciones que mantiene la Corporación Británica de Radiodifusión y cuya batuta titular recae -desde 2011- en las manos de Juanjo Mena.

En su gira por España, la noche ofrecida por la formación británica se antojaba llena de talento patrio, y no sólo por la presencia de Mena, sino también por la de Alberto Menéndez, un joven músico avilesino que, quizá aprovechando la cercanía de Oviedo con su ciudad, actúo como solista interpretando el Concierto para trompa y orquesta nº1 de R. Strauss. Antes de llegar a él, una vibrante lectura de la obertura Las avispas, de R.V. Williams nos anunció a la Filarmónica de la BBC como una orquesta contrastada, y contundente, llevada con pulso por la incisiva batuta del vitoriano. Llamó la atención, no obstante, la elección de esta obra de Williams para iniciar la noche, que resultó un aperitivo tan desconocido como academicista.

Tras los primeros aplausos, pronto llegó el momento para la intervención de Menéndez, quien expuso su dominio del instrumento ayudado por un envidiable abanico de recursos dinámicos, una atención permanente a los matices y, ya en el Allegro final de su concierto, toda una exhibición de agilidad subrayada por los ágiles tempi impuestos por la batuta. Atendiendo a la rica intervención del trompista avilesino, enorgullece comprobar de primera mano el nivel alcanzado por los jóvenes de la región, en una línea que recuerda al jovencísimo Gabriel Ureña, también de Avilés, o al trompista ovetense Jorge Monte de Fez, quien deslumbró la temporada pasada en un concierto junto a la Filarmónica de la Scala del que aún no hemos conseguido olvidarnos.

Finalizado el descanso, el grueso de la noche llegó con la Sinfonía nº1 de Elgar, una obra compleja y extensa llevada por Mena por unos cauces casi desbordados en lo sonoro. Muy exigente en los tiempos, en su batuta pudieron distinguirse algunos momentos más brillantes que otros. Un tapiz de claroscuros donde nos quedamos con el lirismo edificado hacia la mitad del tercer movimiento por unos violines de irreprochable calidad, o la solemnidad lograda al inicio del cuarto, abanderada por un sonido amenazante y sombrío garantizado por el buen hacer del viento metal y, muy especialmente, de la percusión, que rindió a gran nivel.

A modo de propina, la tercera de las Danzas fantásticas de Joaquín Turina, Orgía, sirvió para cerrar la noche con una lectura enérgica -en línea a su trabajo dirigiendo la sinfonía anterior- aunque también con cierto sabor nacional.

Foto: RTVE.