Falstaff Ibiza A Bofill

L’Onore!

Armin Heinemann concluye su empeño lírico en Ibiza con la puesta en escena de "Falstaff"

Santa Eulària des Riu. 15/09/17. Palacio de Congresos de Ibiza. Christopher Robertson (Falstaff), Joan Sebastià Colomer (Ford), Albert Casals (Fenton), Jordi Casanova (Doctor Cajus), Vicenç Esteve (Bardolfo), Marc Pujol (Pistola), Maite Alberola (Alice Ford), Isabel Rodríguiez (Nanetta), Mariel Aguilar (Mrs. Quickly), Laura Vila (Meg Page), Miquel Gorriz (Dueño de la hostería-actor), Matilde Javier Ciria (Robin, paje de Falstaff-actor). Coro y Orquesta Amigos de la Ópera de Ibiza. Dir. Mus.: Daniel Gil de Tejada. Vestuario: Armin & Stuart. Escenografía: Armin & Jull. Iluminación: Katia Moretti. Vídeo: Marcos Cuevas. Dirección de escena/ Dirección artística: Armin Heinemann.

Quizás el honor hace que el factótum de la ópera en Ibiza, el creador del único ciclo de ópera anual en la isla pitiusa desde hace once años, Armin Heinemann, haya decidido que se acabó. Su lucha anual por conseguir los apoyos de las diferentes instituciones que hacen posible ese milagro artístico que es siempre montar una producción de ópera, ya no se dará más. Su espíritu anárquico creativo, su fantasioso vestuario que siempre convierte en protagonista de sus producciones, con su inseparable compañero artístico Stuart Rudnik, esa magia característica que se convirtió en cita obligada para muchos en septiembre en Ibiza dice adiós. Y es una lástima, por supuesto, porque una vez sembrada la semilla y regada con mimo cada año, esa gente que se acercaba con curiosidad y atracción al Palau de Congressos d’Eivissa, ahora se quedarán huérfanos y la isla blanca se quedará sin parte de su magia. 

Heinemann parece decidido en su decisión y con este simbólico y coral Falstaff se despide a lo grande. Lo ha hecho con una de las óperas más difíciles y originales del repertorio, una gesta nada fácil que sin embargo ha sido defendida con un resultado triunfante por un equipo artístico compacto. Forjado y creado desde hace años desde ese atelier alocado y poético que es la mente de Heinemann, su equipo formado por la escenografía de Jull, la Iluminación de Katia Moretti, los vídeos de Marcos Cuevas…Pero también la gente detrás de los focos, los asistentes musicales y repetidores, Anna Crexells y Victor Galiano, los regidores Natalia Lavecchia, Almudena Rubio, Anahi Sandler, las maquinadoras Sylvain Florence de Colin Estudio Fleurimon París, la peluquería de Maya María Gonzáles y el apartado de técnica y tramoya por Marcos Cuevas y Streakka. Todos merecen su mención por su empeño y energía regalados a este arte tan difícil, complejo e imposible de armar sin tanta gente poniendo lo mejor de su parte. Y por supuesto los artistas que dan la cara, prestan su voz y protagonizan ese sueño lírico que es la ópera.

Casi todos los componentes del reparto ya habían cantado en producciones anteriores aquí en el Palau de Congresos de Ibiza en Santa Eulària des Riu, sede de las óperas y producciones de Los Amigos de la ópera de Ibiza. Eso se notó porque la energía colectiva básica y necesaria que transmite el trabajo grupal, siempre clave en una ópera, existió y se transmitió. Las voces femeninas fueron protagonizadas por una estelar Maite Alberola como Mrs. Alice Ford, un rol que domina y que le permite lucir centro, armónicos y ese timbre esmaltado y generoso que rubrica con su elegancia canora y un fraseo siempre cuidado. A su lado, la impoluta Meg Page de Laura Vila, la luminosa Nanetta de Isabel Rodríguez y el color acontraltado de Mariel Aguilar como Mrs. Quickly, conjuntaron un reparto femenino de gran calidad. Siempre cómplices teatralmente y con un empaste vocal idóneo, fueron claves en el éxito de la representación. 

Entre las voces masculinas, la atención estaba centrada en el debut como Falstaff del barítono Christopher Robertson. Su voz ha perdido presencia pero mantiene un cuerpo adecuado para este complejo rol. El color varia según el registro, con unos graves algo sordos, y unos agudos algo tambaleantes, pero el centro sigue manteniendo presencia. Cantó su emblemática aria "L’Onore! Ladri!" con dignidad y aplomo. Joan Sebastián Colomer volvió a mostrar sus cualidades teatrales como Ford, con un solvente en "È sogno? o realtà?", mientras que a su lado el atractivo timbre  de Albert Casals, lució como Fenton. Sibilino y alocado muy en el contexto de la producción, el intachable Doctor Cajus del tenor Jordi Casanova. Robaescenas de libro, pareja cómica de la velada y desternillantes e ideales, el Bardolfo del tenor Vicenç Esteve y el Pistola del bajo Marc Pujol, una creación vocal y teatral llena de energía y complicidad. Bravi!

Marca del sello Heinemann, el gusto por los actores secundarios que adornan con creatividad y empalizan con el espectador, fueron aquí encarnados con éxito por Miquel Gorriz y Matilde Javier Ciria. Sin caer nunca en el histrionismo,  su arte como mimos y gran trabajo gestual, añadieron un plus de calidad a la ópera. Impagables sus bromas mientras los presentadores explicaban el argumento. En efecto, la ausencia de subtítulos, una manía personal de Heinemann, se suplió con dos presentadores, la periodista Laura Ferrer Arambarri quien explicó la trama en castellano y el escritor Ben Clark quien lo hizo en un fluido inglés y un jocoso ibicenco. A su lado antes de cada acto se colocaron Gorriz y Ciria, quienes a modo de dobladores en mimo consiguieron crear un miniespectáculo a modo de entremés con cada intervención. Eso añadió ritmo y una sensación de continuidad del espectáculo muy conseguido y efectivo.

Last but not least, el trabajo minucioso, cuidado y con el nervio adecuado del director Daniel Gil de Tejada. Saco oro de unos efectivos orquestales formados por músicos de Ibiza y de la Península. Mención de honor para las secciones de viento y metal, que destacaron entre la camerística orquestación con brillantez y energía.

Armin Heinemann se despide con un trabajo colorista, de ritmo trepidante, con su marca Paula’s Ibiza en un vestuario orgánico, kitsch y fantasioso que cobra vida con los personajes y los customiza como si fueran camaleones líricos. La ópera bufa es la que mejor le sienta a su febril imaginación que une lo surrealista con lo simbólico, lo cómico con lo profundo, con una poesía dramática personal e intransferible que seduce por su caos creativo. La boutade final con ese miembro viril presidiendo el fondo del escenario pareció cerrar una ópera-fou que rebosó originalidad y felicidad escénica. El honor no se lo han robado a Armin Heinemann, despidiéndose como si fuera el fin de fiesta de esos alocados personajes del no-cumpleaños de Alicia en el país de las maravillas. ¡Hasta siempre y hasta pronto!