Déjà vu
Londres. 25/9/17. Royal Opera House. Pucinni, La Boheme. Director de escena, Richard Jones. Mimí, Nicole Car; Rodolfo, Michael Fabiano; Marcello, Mariusz Kwiecień; Musetta, Simona Mihai. Royal Opera Chorus. Orchestra of the Royal Opera House Covent Garden. Dirección, Antonio Pappano.
La Royal Opera House estrena producción en su comienzo de temporada. Y lo hace con una Bohème que sustituye a uno de los montajes más queridos del público londinense, que ha estado en cartel durante décadas y se ha mostrado al mundo entero por diversos canales. El que espere encontrar en la nueva propuesta escénica -que por cierto veremos en el Teatro Real esta misma temporada- novedad o creatividad rupturista se decepcionará. Esta Bohème nos produce sobre todo la sensación de déjà vu, de haberla visto ya anteriormente, sin saber exactamente dónde, quizá sobre este mismo escenario.
Aunque el libreto se desarrolla en un entorno invernal, el calor de su humanidad es parte de la obra, está presente en la música y el canto pero, en esta ocasión, no en la escena de Richard Jones. Hay cierto ingenio en las composiciones modulares que dan vida a este París idealizado y en las perspectivas forzadas de unos elementos móviles que multiplican los espacios, pero el resultado es una escena desangelada, en la que curiosamente solo los copos de nieve logran proporcionar algo de confort visual. Ese ático reducido a un esqueleto y esa cabañita del tercer acto dan la sensación de que algo se ha olvidado. Tan solo el segundo acto, burbujeante, gamberro y con un simpatiquísimo momento Bridget Jones, logra una conexión emocional con el público a través del humor. Tampoco ayuda esa manía que tienen tantos directores de mover elementos escénicos precisamente en aquellos instantes donde la emotividad de la música alcanza sus máximos y el protagonismo le debería corresponder en exclusiva. Es, en definitiva, una propuesta ofuscada en la literalidad que tan solo logra esbozar los desnudos andamiajes del alma de esta historia de vividores.
El cartel de jóvenes cantantes tampoco estuvo al nivel que uno espera en el inicio de temporada de uno de los principales teatros del mundo. Michael Fabiano, como Rodolfo, tiene un bonito color, potencia y buena proyección. Sabe lucir sus atributos vocales en las notas largas de la zona centro superior y esto, que es su mayor virtud, acaba por convertirse en el mayor defecto al abandonar a su suerte las medias voces y la continuidad en el canto. Es un Rodolfo confiado en sus medios, que impresiona más que emociona. Mimi se asignó originalmente a Sonia Yoncheva, hasta que la atracción irresistible de ese Don Carlos, que promete ser el evento del año, se la llevó a París. Y Nicole Car salió al rescate. La emisión se queda algo corta y al timbre le falta algo de cuerpo y densidad, aun así, su arrojo y pasión proporcionaron un vendaval dramático que compensó la parte vocal.
Fue magnífico el Marcello de Mariusz Kwiecień en su vertiente vocal y actoral. Su poderosa y bien timbrada voz de barítono dominó el escenario en cada entrada, pero supo también explorar otros registros y, aún en sus momentos cómicos, dotar a su canto de una sugerente y líquida italianidad. Un canto más espectacular que el de su compañera Simona Mihai como Musetta que, en su momento estelar, interpretó un vals poco ligado pero lució unas habilidades cómicas que hicieron detonar las carcajadas del público.
Pero lo mejor de la noche estuvo sin lugar a dudas en la actuación de la orquesta. La Bohème es seguramente una de las primeras obras que los aficionados aprendemos a amar, y también una de las primeras que podemos llegar a detestar. El exceso de sentimentalismo, los rubattos y ritardandos pomposos y una sentimentalidad merengada dominan con frecuencia las representaciones. Todo lo contrario a la soberbia lectura que hizo Antonio Pappano: precisa, transparente, recreándose en los detalles tímbricos, conduciendo a la acción siempre hacia delante y no dejándose tentar por recursos facilones. Su conocida magia con Puccini levantó a velada, responsabilizándose casi en solitario de dotar a este cuento romántico de credibilidad y exquisitez artística.
Foto: ROH / Catherine Ashmore.