Elisir Liceu Bofill 2018 

Los Reyes trajeron juguetes usados

Barcelon. 07/01/2018. Gran Teatro de Liceo. Jessica Pratt (Adina); Pâvol Breslik (Nemorino); Paolo Bordogna (Belcore); Roberto De Candia (Dulcamara); Mercedes Gancedo (Giannetta), Coro y Orquesta del Gran Teatre del Liceu. Dir.del coro: Conxita Martínez. Dir. escena: Mario Gas. Dir. musical: Ramon Tebar.

El Liceu, evidentemente preocupado por mantener los niveles de ocupación requeridos en tiempos de crisis, y más después del mälstrom consumista de las Navidades, ha optado sabiamente por rescatar una producción que ha dado siempre buenos resultados, avalado por la imaginación de Mario Gas en momentos de mayor crisis, cuando el teatro estaba en reconstrucción después del incendio. La fórmula ha dado buen resultado y el teatro, en esa tarde de domingo post-festivo, se vio muy concurrido por un público dispuesto a pasarlo en grande con L´elisir d´amore, uno de los títulos más populares de Donizetti, el compositor por el que apuesta este año la temporada con dos títulos más de su fecunda creatividad: Poliuto y La favorite

El punto más flojo de la oferta se situaba en el reparto, porque en un teatro donde se han visto grandes figuras de la lírica en un papel tan emblemático como el de Nemorino, el tenor eslovaco Pavol Breslik no parecía la figura más idónea para encandilar a los “fans” del teatro, máxime cuando se dijo que una afección vocal ponía en peligro su presencia en el teatro en la tarde de autos. Afortunadamente, Breslik superó con mayor o menor fortuna su problema, y aunque probablemente en mejores condiciones habría podido obtener un mayor consenso, no dejó de cumplir con su cometido, y astutamente se reservó un poco para cantar su momento estelar de “Una furtiva lagrima” con aplomo y suficiencia, obteniendo un aplauso nutrido que no llegó a ovación pero se le acercó bastante.

Más atractiva si cabe resultó la diva de origen australiano Jessica Pratt, que dedicó al teatro barcelonés el primer Elisir d’amore de su carrera, e hizo saber que había preparado las agilidades propias de su cabaletta final, que incluían un fa sobreagudo, iniciativas que el belcantismo de la época permitía, y que le valieron también un fuerte aplauso, aunque no fue tan espectacular como se esperaba.

Como ópera “barata” que es este título bufo, sólo hay cinco personajes en total, de los que el barítono (en el papel del sargento Belcore) tiene bastante protagonismo (incluído el famoso dúo “Venti scudi” con el tenor) pero ningún momento especialmente sobresaliente para él. Paolo Bordogna hizo gala de profesionalidad y se movió muy bien en escena  El cuarto personaje, practicamente protagonista de la obra, el tramposo Dulcamara, fue muy bien interpretado y cantado por el prestigioso Roberto De Candia, que no sólo se movió con convicción sino que soltó su retahíla de enfermedades que el elixir puede curar con la labia de un experto charlatán, como los que en la época recorrían las ciudades vendiendo cualquier cosa que la ignorancia del pueblo estaba dispuesta a adquirir (algo de eso queda todavía en nuestras costumbres, sólo que hoy en día los charlatanes salen por la tele y a veces venden opcionespolíticas).

Roberto De Candia aprovechó además su intervención final para conducir el espectáculo a una repetición con “venta” de elixires entre el público. El quinto personaje, Mercedes Gamcedo, se distinguió como Giannetta, pero el gran lujo de la función estuvo en el coro que dirige Conxita García; los que recordamos los pobres conjuntos de antaño (época Bottino) todavía “flipamos” al oír los resultados que obtiene nuestra maestra del coro.

Ramón Tebar se presentaba en el Liceu al frente de la orquesta y si al principio pareció un poco indómito, después fue matizando sus resultados y acabó siendo bien acogido por el “respetable”. En la dirección escénica se incluyeron ideas y “gags” nuevos, pero se mantuvo algún error (se habla de un anochecer cuando acaba de empezar escénicamente el día, y pasa un repartidor de periódicos –en bicicleta- cuando hay un quiosco a cinco metros de distancia). Pero son detalles sin importancia, que solo permiten a los tiquis miquis de la crítica buscar los tres pies al gato que tiene cuatro y muy bien aposentados.