SorNavarra Sasibil 

Algo más que una recuperación

Donostia. 28/02/2018. Teatro Victoria Eugenia. Federico Moreno Torroba: Sor Navarra. Ximena Agurto (Nieves), Marifé Nogales (Merche), Mª Jesús Gurrutxaga (doña Florencia), Klara Mendizábal (Ciriaca), Antonio Torres (Luís María), Ekaitz Gonzalez de Urretxu (Pacho), Iker Bengoetxea (Juanjo) y otros. Coro Sasibill (Sara Varas). Orquesta Ciudad de Pamplona. Dirección de escena: Josean García. Dirección Musical: Juan José Ocón. 

En coincidencia con el centenario del nacimiento de Pepita Enbil (Getaria, 28 de febrero de 1918) Sasibill Elkartea ha programado dos conciertos que han conseguido una proyección mediática inusual para estos lares: la zarzuela que nos ocupa, Sor Navarra, con música de Moreno Torroba y libreto de Luis Tejedor y la Messa da Requiem, de Giuseppe Verdi bajo la batuta del hijo de la homenajeada, el mítico Plácido Domingo Enbil.

Sor Navarra fue estrenada por Pepita Enbil y su marido Plácido Domingo Ferrer en el mismo teatro, el Victoria Eugenia donostiarra el 7 de diciembre de 1938 y con gran acierto Sasibill Elkartea ha promovido el reestreno de la zarzuela. La misma lleva fuera de los escenarios desde 1955 y sería interesante la reposición y puesta al día para conocimiento general del público aficionado. Así, de paso, se enriquece un repertorio de zarzuela que está anquilosado en la repetición ad nauseam de una veintena de títulos.

Antes de la representación un nieto de la misma, sinceramente emocionado, agradeció en nombre de toda la familia la iniciativa e incidiendo en la importancia que este título en particular y la zarzuela en general han tenido en la vida familiar y artística de los Domingo y Enbil. 

Sasibill Elkartea hace un esfuerzo denodado por programar zarzuela en la capital guipuzcoana y las más de las veces lo ha de hacer con unos modestísimos medios y con un grupo de cantantes, la mayor parte de ellos de casa, que se vuelcan en ofrecen lo mejor. Esta Sor Navarra tuvo elementos especiales como la presencia de una orquesta infrecuente y un apoyo mediático infrecuente.

La zarzuela tiene aire navarro absoluto. Es permanente la presencia de elementos folclóricos de la tierra, especialmente jotas y canciones típicas sanfermineras fácilmente identificables por gran parte del público. Si se me permite la exageración, es difícil encontrar un guipuzcoano que no tenga relación directa con Navarra así que… Y, efectivamente, la reacción del público fue espectacular, con aplausos frenéticos y gritos de bravo que subrayaron el éxito de la función. 

El argumento mezcla, como es usual en la zarzuela, una historia de amor con otra de forma entrecruzada que, en este caso, es la duda de Nieves, la protagonista, entre seguir la vida religiosa o seguir su relación con Luis María, su enamorado. Y a pesar de que con tal argumento pudiera pensarse en una historia anticuada y de escaso interés para el espectador actual la puesta en escena de Josean García tuvo la habilidad de otorgar credibilidad al argumento. A pesar de la modestia de la decoración con la labor actoral de los protagonistas se pudieron superar las dificultades. 

Juan José Ocón, mano experta de la zarzuela, supo llevar la nave a buen puerto a pesar de la modestia de la orquesta, de la que extrajo todo el provecho posible y por ello merece su labor ser reconocida. Muy entregado en los aires populares navarros supo también conectar con un público que se identificó con los ritmos y melodías. Además, siendo la orquesta pamplonica…

En cuanto a los cantantes y actores hubo diversidad de prestaciones como por otra parte es habitual. La peruana Ximena Agurto, con agudo ligeramente destimbrado encarnó una Nieves solvente y bien actuada. El papel es bastante maniqueo pues Nieves se nos aparece como una señorita casi perfecta, víctima de las circunstancias y de la situación de la mujer en la época y en este sentido Agurto lo hizo muy bien. Su hermana Merche, la mala de la función con el necesario arrepentimiento final, se encarnó en la voz de la andoindarra Marifé Nogales, una de las cantantes que mayor proyección tiene en ese momento; no hace nada pudimos verla en el Teatro Real cantando Dead Man Walking y en el coqueto Victoria Eugenia su voz sonaba con la potencia y color necesarios. Muy bien en el aspecto vocal, muy bien así mismo en el actoral.

Siguiendo con el apartado femenino señalar que  Klara Mendizábal, de voz pequeña y delicada aunque con un gusto exquisito mostró una Ciriaca pizpireta y con la malicia necesaria mientras que la veterana Mª Jesús Gurrutxaga, madre de la anterior en la función, volvió a enseñar lo que es tener tablas y un salero impagable. Finalmente suficientes en sus breves papeles las dos monjas del convento donde se refugia Nieves durante el acto II, Aurora Telletxea y Rosa Puente

Por el lado masculino el barítono Antonio Torres mostró una voz demasiado metálica, de problemática emisión y con escasa identificación con los ritmos navarros. Su escena de la jota perdió por ello punch en exceso. De todas formas la reacción del público fue casi desaforada.

Sencillamente soberbios e impagables en el dúo cómico Ekaitz González de Urretxu e Iker Bengoetxea, padre e hijo y cada uno con su historia amorosa. Además cantan con la suficiente solvencia como para no desmerecer el encuentro con el resto de cantantes. La vis cómica del primero es de lo mejor que he visto en años y así lo reconoció el público. Koldo Torres, en el papel hablado de Rodrigo como enamorado oculto y silencioso lo hizo muy bien mientras que Iosu Yeregi fue un Fermín solvente.

El Coro Sasibill estuvo mejor que otras veces, con mayor presencia escénica y también mayor número de voces. 

Sor Navarra ha sido puesta de nuevo en circulación. Mientras transcurría la función no podía evitar lo que sería poner esta zarzuela sobre el escenario del Baluarte, del Gayarre o del Gaztanbide de Tudela. Una zarzuela que rezuma aires navarros por todos los poros y que dejó al público donostiarra más que satisfecho. A Sasibill Elkartea, darles las gracias por esta esforzada iniciativa.