Spinosi Didier Olivré  

Barroco extravagante

Barcelona. 03/04/18. Palau de la Música Catalana. Temporada Palau 100. Händel: Dixit Dominus, HWV 232. Vivaldi: Gloria en Remayor, RV 589. Cor de Cambra del Palau de la Música (Simon Hasley, director). Ensemble Matheus. Dir. Mus.: J.Ch. Spinosi. 

Las formaciones especialistas en el repertorio barroco de la vecina Francia se cuentan entre las más interesantes y activas del mundo. Les Ars Florissants (fund. 1979), Les Musiciens du Louvre Grenoble (fund. 1982), Les Talens Lyriques (fund. 1991)…todas ellas con su respectivos directores musicales, además de fundadores de las formaciones. También actúan como directores artísticos aportando una personalidad propia que les confiere un sello diferencial y característico: William Christie, Marc Minkowski, Christophe Rousset, respectivamente. De una generación algo posterior a las formaciones de Christie o Minkoswki, pero coetáneo de Rousset, el Ensemble Matheus (fundado en 1991) y su cabeza artística y director musical, Jean-Christophe Spinosi forman parte de este universo de activas formaciones que insuflan una vida envidiable al repertorio de la llamada música antigua. 

Se le esperaba con ganas a Spinosi, un director musical que se ha hecho un nombre en el competitivo mundo del barroco discográfico, sobretodo conocido por sus estimulantes grabaciones para el sello Naïve y sus aportaciones para la integral de las óperas de Vivaldi. Por ello este doble programa con el Dixit Dominus de Händel y el Gloria de Vivaldi, una obra de juventud del compositor del Messiah y una obra de madurez del creador de las Cuatro estaciones, no podía ofrecer un menú barroco más suculento. 

Lástima que el resultado artístico-musical fuera más bien desconcertante, con una formación que sonó correcta, pero menos inspirada de lo que se podría esperar para un programa ya rodado en dos lugares previos dentro de su tour europeo. Si los solistas fueron adecuados, sin alardes pero de una corrección estilística adecuada, el Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana  destacó y aportó su sonido pastoso con buen equilibrio entre las voces consiguiendo brillar en momentos como el Tu es sacerdote o en el Judicabit ambos del Dixit Dominus donde el juego onomatopéyico de la partitura lo plasmaron con teatral resultado. El problema se presentó paradójicamente con la lectura del Gloria de Vivaldi por parte de Spinosi, donde su visión no fraguó en un interpretación ni fluida ni llamativa. Uno de los problemas, que también pasó en la primera parte dedicada al Dixit Dominus, fue la falta de ritmo general de las obras, con una pequeña pausa siempre entre números, pausa que sin ser extraña en su ejecución general sí rompió la unidad musical. No ayudó tampoco las constantes caídas de tensión por parte de la lectura de Spinosi en el Gloria: Domine Deus, Qui sedes…En el inicio del Gloria, la errática interpretación de la trompeta barroca -un instrumento siempre complicado por afinación y ejecución- fue ya un mal augurio. El Ensemble Matheus empezó sin embargo con un vistoso juego de colores desde las cuerdas que por desgracia no tuvo continuidad. Si el Cor de Cambra destacó en el Et in terra vivaldiano, con un uso de los reguladores y los piani de hedónica atmósfera, fue la orquesta la que sonó pálida y apagada, rompiendo la magia del contraste coral-instrumetal. En cambio en un número de la fuerza rítmica del Domine fili, el problema fue al contrario, con una orquesta demasiado en primer plano y un coro al que le faltó presencia. Demasiadas irregularidades para crear un Gloria redondo que se quedó en irregular y diluido. 

Entre los solistas destacó la transparencia y pureza de la voz de la soprano Zoe Nicolaidou sobre una profesional pero poco expresiva Emilie Rose Bry. El contratenor David Q. Lee, de voz algo metálica y manierista en su estilo, supo aportar contraste y demostró un buen uso del fiato en su solo del Dixit Dominus handeliano, pero pronto quedó a la merced errática general del concierto sin lucir en momentos clave como el Domine Deus vivaldiano. 

En resumen, no fue la noche de Jean-Christophe Spinosi, quien no demostró su aval como intérprete vivaldiano asociado a un carácter lleno de contrastes en lecturas siempre vívidas. Aquí lo más llamativo y extraño fue el bis ofrecido, el número inicial del Gloria cantado a modo de gospel con el coro moviéndose al compas y acompañándose con chasquidos de los dedos. Si bien la recreación e interpretación de este movimiento pudo parecer a ojos de alguien que no asistió al concierto, eléctrica y original, no fue más que una muestra extravagante y muy de cara a la galería. Una boutade del llamado enfant terrible de la interpretación historicista francesa. Spinosi dejó la rosa y se pinchó con la espina