Lise Davidsen Photo Ole Jørgen Bratland Statoil 

Naturaleza y naturalidad

Barcelona. 13/05/2018. L´Auditori. Obras de Wagner y Bruckner. OBC. Lise Davidsen, soprano. Dir. musical: Marc Albrecht.

La OBC ha conseguido reunir, para esta nueva propuesta que incluía las canciones Wesendonck de Richard Wagner y la Sinfonía Romántica de Anton Bruckner, dos interesantes intérpretes que, si bien no están todavía en la cresta de la ola, lenta y progresivamente van consolidando dos carreras que pueden llevar a los teatros más importantes del mundo, en el caso de la soprano Lise Davidsen, y a los puestos top de la dirección internacional en el caso de Marc Albrecht.

La soprano noruega está escalando posiciones a toda velocidad en el panorama operístico internacional desde su triunfo en el Concurso Operalia 2015. Precisamente durante su estancia en Barcelona se ha confirmado el acuerdo que la ata al sello DECCA, con el que tiene previsto grabar un par de álbumes los próximos dos años (uno de ellos, una versión completa de Tannhäuser), a lo cual hay que sumar su participación en el próximo Ring wagneriano de Antonio Pappano (Proms y ROH) y el papel proprotagonista en Ariadne auf Naxos este verano, en Aix-en-Provence, precisamente dirigida por Albrecht.

Visto lo visto, o mejor, escuchado lo escuchado este fin de semana (en este caso se reseña el concierto del domingo 13 de mayo), es indudable que hay argumentos que explican esta trayectoria meteórica. Y es que Lise Davidsen, si nada se estropea en el siempre tortuoso camino de las sopranos dramáticas, está llamada a ser una grande del repertorio wagneriano y straussiano. Lo tiene todo para ello: una voz bellísima, de un lirismo aterciopelado, pero con la amplitud de una dramática. Una amplitud natural, que en ningún momento parece forzada, con un centro hermoso y coloreado, un registro grave suficiente y una ascensión al agudo pasmosamente fácil, en la que la voz se expande con una proyección y belleza inusitadas.

Pero más allá de estas cualidades naturales, lógicamente sustentadas por una técnica impecable, admira de Davidsen la limpieza y naturalidad de su fraseo, siempre nítido y bien articulado, algo muy poco habitual en voces de este calibre que la acerca a referentes como Birgit Nilsson o su compatriota Kirsten Flagstadt.  Palabras muy mayores, pero condiciones no le faltan a la soprano noruega para seguir la estela de las grandes. En su debe sólo cabe poner una cierta falta de efusividad, que no frialdad, en el fraseo. Aunque ello puede ser explicable por las circunstancias del concierto en sí. La dirección de Marc Albrecht, en estas maravillosas canciones que esbozan las ideas plasmadas posteriormente en Tristan und Isolde, pecó de buscar más el refinamiento tímbrico que de articular un discurso dramático. Puso de manifiesto detalles interesantes y sutiles de la orquestación de Mottl pero adoleció de tensión y contraste. Además, en el concierto comentado, un fallo de memoria de la soprano en Im Treibhaus, centro neurálgico del ciclo, contribuyó a un resultado global menos impactante del que podría haber sido. En cualquier caso, retengan el nombre de Lise Davidsen. Puede ser la gran soprano wagneriana de los próximos años. En España se la podrá volver a escuchar, en recital, este verano en la Schubertíada de Vilabertran.

Las dudas que la dirección de Marc Albrecht dejó en Wagner se disiparon a los pocos compases de la Sinfonía Romántica de Bruckner. Ese detallismo que en los Wesendonck Lieder pareció un tanto distante, en el primer movimiento de la sinfonía se transformó en emoción a partir del saludo matutino de las trompas, y así hasta el final, en una versión vívida, expuesta con meridiana claridad, pero con densidad e imaginación en el discurso. Albrecht se mueve muy bien en este difícil repertorio y supo transmitir perfectamente ese torrente de naturaleza que describe la obra, construyendo lentamente y con sabiduría un edificio sonoro que culminó en un final apoteósico y emocionante. Si las cuerdas estuvieron a buen nivel, las maderas y, en este caso, los exigidos metales, rayaron a gran altura.

Hay que reconocer a la OBC, en esta ocasión, el acierto en presentar a dos artistas con tanto talento y de trayectoria tan interesante como Albrecht y Davidsen en este momento concreto de su carrera. Ambos apuntan a grandes cosas y sería muy interesante poder alargar esta relación con la orquesta en los próximos años, antes que la mercadotecnia los lleve por caminos inescrutables. Es, sin duda, la línea a seguir.