Stephen Hough Sinf.Euskadi 

Impulsando el patrimonio musical

Vitoria-Gasteiz. 26/11/2018. Teatro Principal. S. Hough: Agata, a Basque Fantasy. A. Dvorak: Concierto en sol menor para piano y orquesta, op. 33. E. Elgar: Variaciones Enigma, op. 36. Stephen Hough (piano) y Orquesta Sinfónica de Euskadi. Dirección musical: Roberto Treviño.

Hemos escrito en más de una ocasión parabienes sobre la labor que está realizando Robert Treviño en calidad de director titular de la formación que nos ocupa, la Orquesta Sinfónica de Euskadi (OSE) y este concierto nos da la oportunidad no ya de reiterarlos sino incluso de aumentarlos pues si su labor como principal concertador no hace sino mejorar con cada concierto, ahora se nos presenta como impulsador del enriquecimiento del patrimonio musical vasco. 

Tal y como se explica en el sucinto programa de mano ha sido iniciativa del señor Treviño el encargar a su amigo el británico-australiano Stephen Hough una obra para la OSE en la que pudiera reflejarse el rico acervo cultural vasco y este estreno es el que ahora nos ocupa en esta reseña. 

Stephen Hough ha utilizado para la construcción de su obra sinfónica una sencilla melodía que miles de vascos hemos cantado, tarareado o, al menos, escuchado, a lo largo de nuestras vidas desde hace generaciones: la  correspondiente a las coplas de Santa Águeda. Estas coplas se cantan por las cuadrillas de amigos en la noche del 5 de febrero, víspera del día de la santa. El canto se acompaña con el golpeo rítmico de grandes varas sobre el suelo a modo de percusión elemental o “a la antigua”.

Hoy por hoy este mundo repleto de ordenadores, otros artilugios mecánicos y prisa por doquier no ha podido terminar con esta tradición, de suerte que, sobre todo en los núcleos rurales, y haga el tiempo que haga, miles de personas, organizadas en cuadrillas salen a cantar las coplas por las calles de los pueblos o entre los caseríos. Todos estos cantos son en euskera.

Por si esto fuera poco Stephen Hough ha decidido que en la segunda parte de la fantasía, que apenas roza los diez minutos de duración, aparezca el txistu, instrumento autóctono por antonomasia y que, interpretado en este caso por Garikoitz Mendizábal, traza distintas variaciones de la copla para dar fin a la obra. Un importante enriquecimiento del patrimonio vasco esta Agata: a Basque Fantasy que esperamos tenga cierto recorrido por las salas de concierto.

Tras saludar a un frío público vitoriano Hough se retiró a camerinos para retornar apenas segundos después con el objetivo de interpretar como pianista el Concierto en sol menor, de Antonin Dvorak. Aquí sí, el público reaccionó de forma más ajustada pues la interpretación de solista y director fue brillante. Era evidente la buena química entre ambos, una conexión que permitía el rápido fluir de una obra que más que el virtuosismo del solista lo que busca es la interacción entre piano y masa orquestal. La fama de obra difícil que la acompaña pareció diluirse entre los dedos de un intérprete que, realmente, nos convenció del valor de la obra, normalmente minusvalorada.

El concierto de abono finalizó con un Treviño pletórico, interpretando con ricos matices y contrastes las catorce Variaciones Enigma, op. 36, obra clave del sinfonismo británico en ese periodo de transición entre los siglos XIX y XX y que exige a sus intérpretes ser capaces de describir seriedad, humor, ironía, complicidad y confianza, que es lo que transmite el compositor a través de las distintas descripciones musicales que constituyen cada una de las variaciones. Todo ello lo vivimos desde la batuta con gusto y energía y Robert Treviño nos volvió a dar pruebas de la suerte que tenemos por aquí mientras este señor sea titular de la formación vasca. El futuro, aunque lo podamos imaginar, el mismo director lo decidirá.

Ya queda apuntada la frialdad del público. Sobre los dos teléfonos que sonaron correré un tupido velo por ello de las normas de cortesía.