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Las cosas bien hechas 

Igor Levit. Beethoven: Complete piano sonatas. 9CD. Sony

Hace ya unas semanas, paseando por Kioto, topé con una maravilla: una caja de vinilos, numerada, con los dos últimos recitales que ofreció un mito del piano: Wilhelm Backhaus. Dejando a un lado el arte desprendido por sus manos, la edición es una obra de arte. Cada detalle, cada fotografía, cada acabado. Por supuesto, se vino conmigo a casa, mientras me decía a mí mismo: estas cosas ya no se hacen. El caso es que al llegar, una persona muy cercana a Elisabeth Leonskaja me había enviado su integral de sonatas para piano de Schubert. Estas son en CD, pero la edición también es gloriosa (incluyendo, por cierto, notas de Miguel Ángel Marín, al frente del departamento musical de la Fundación Juan March). Y de nuevo me vi renegando: pero es algo especial y con Lisa que, al fin y al cabo, bebe de otra época. Estas cosas, con los pianistas de ahora, no pasan.

Y entonces Sony lanza la integral de sonatas para piano de Beethoven con Igor Levit. Y me calla la boca. Porque su edición bien merece ser comentada ya "desde fuera". Una imagen tan moderna como sobria y elegante, con nueve fundas de atractivas y distinguidas imágenes para los melómanos, obra de Felix Broede y G. Henle Verlag, además de un libro explicativo de las 32 sonatas. Y luego, por supuesto, la música.

Este Beethoven de Levit llega como agua de mayo, o de junio, marzo o septiembre, como agua al fin y al cabo para todo aquel o aquella que esté ansioso por beber del auténtico manantial beethoviano, más ahora que en 2020 celebramos el aniversario del compositor. No escuchaba una integridad, un respeto y una visión personal tan estrechamente unidas desde la grabación completa de Paul Lewis, realizada entre 2005 y 2008. Y eso que, en realidad, las últimas sonatas (28 a 32) fueron registradas por Levit para la BBC hace seis años, en 2013. No importa, la claridad de concepto es tal que no hay becha temporal alguna en el oído. Levit es, a su edad, un artista, un pianista mucho más maduro que otros con más años de carrera a sus espaldas. En una actualidad donde el virtuosismo técnico acapara flashes entre los solistas más jóvenes, desde Lang Lang a Yuja Wang, pasando por el más sereno Daniil Trifonov, Igor Levit parece ser el tapado, aunque yo le llamaría "El profesor". Y si no, tiempo al tiempo. Su piano está siempre reflexionado de forma sutil, elegante y conciso. ¡Ya en las sonatas de 2013! ¡Escúchese que forma de plantear el Adagio de la 32 (toda ella en realidad)! Como bien dice mi querido y admirado Joaquín Achúcarro, todo un decano del piano, ya no es las notas que das, sino cómo interpretas los silencios y aquello que hay entre unas y otras. Es obvio que Levit piensa su piano, lo piensa mucho y, además, lo interpreta al mismo nivel que lo piensa.

Con todo, se me hace irresistible su visión sobre las sonatas más centrales, con una serie de cedés - los 5, 6 y 7 - a una altura sobresaliente, a la altura de otros grandes de no hace tanto, con una visión siempre propia, insisto, reveladora en el fraseo, en la forma de acometer ciertos rubatos y marcar acentuaciones. Quizá en ocasiones desbordante en la rapidez, pero compensada en una hondura de muchos quilates en los tiempos más lentos. Para quien no tenga en casa una integral beethoviana, esta es una buena opción, pero para quien siga durmiendo abrazado a otras anteriores, Levit, quien por cierto vendrá a España, de gira con Ibermúsica junto a Mariss Jansons para tocar Mozart y Prokófiev, es una obligación para ver que el presente del piano también tiene pasado y mucho futuro.