saioa hernandez mariano vargas 0324© Mariano Vargas.

Saioa Hernández: "El arte ha de estar siempre por encima de la voz" 

EDICIÓN IMPRESA JULIO-SEPTIEMBRE 2024 CON ESTA PORTADA Y MUCHO MÁS CONTENIDO YA DISPONIBLE EN NUESTRA TIENDA WEB

Es, sin duda, una de las grandes sopranos de su generación. No sólo a nivel nacional, sino internacional. Habitual de los grandes escenarios europeos y habiendo abierto la temporada de La Scala de Milán en varias ocasiones, Saioa Hernández presenta su primer disco en solitario: Il Verismo d’oro, al mismo tiempo que protagoniza Madama Butterfly en el Teatro Real de Madrid y prepara La forza del destino para el Gran Teatre del Liceu en Barcelona. 

Il Verismo d’oro, ¿qué hay detrás de ese concepto?

Quería empezar grabando verismo porque me siento muy identificada con este estilo. En él confluyen palabra y música a la vez. En el mismo momento en el que la pronuncias, la estás interpretando. No es como en el bel canto, por ejemplo, donde puedes repetir una y otra vez la misma frase, o pararte en una sola palabra durante un buen rato. En el verismo todo es más directo, es lo más parecido al teatro.

Cuando me decidí a ser cantante de ópera yo estaba dando clase en un colegio y, mientras tanto, cantaba repertorio sinfónico. Me llamaron para hacer una tournée, de corista, cantando La traviata por Francia. Como empezaba el verano, acepté y fui. Nunca había cantado ópera. Esa fue la primera vez que subí a un escenario. Como corista, sí, pero interpretando un personaje al fin y al cabo. Allí descubrí que era a esto a lo que quería dedicar mi vida. Lo que más me atrajo de la ópera fue la parte teatral, la parte de interpretación escénica. Por ello, y por muchas otras cosas, tenía claro que quería grabar verismo en mi primer álbum. 

Y acaba de volver de La Scala de Milán, donde ha debutado en una ópera icónica como es Cavalleria rusticana, con el papel de Santuzza.

Fíjese, una cosa es cantar algunas óperas de Puccini, que es como el principio, el exponente del primer verismo, casi un estilo en sí mismo alejado tanto del Romanticismo como del verismo en sí… Pero, después, he debutado Francesca da Rimini, Pagliacci, Cavalleria… o Giordano… y eso ya es otra cosa. Es verismo en todo su esplendor. No sólo para el cantante, sino también para el oyente. Francesca, por ejemplo, me abrió todo un mundo. Es complicado de asimilar vocalmente al principio, y en su lectura, porque la escritura está muy ligada el declamado, pero creo que son óperas que se ajustan muy bien a mi vocalidad.

En cualquier caso, se trabaja la palabra, el acento, la intencionalidad especialmente en estos títulos, supongo.

¡Claro! Absolutamente. La correcta impostación de la voz te lleva a ella, a la palabra. Aunque para mí, la técnica es la misma para todo tipo de repertorios. Sin embargo, la aplicación es diferente, en el sentido de que en el repertorio verista te mueves mucho más cerca de tu centro vocal, aquel que se acerca al declamado o casi hablado. La palabra ha de ser, desde ahí, mucho más inteligible, siempre ha de tener mucho más peso que en otros repertorios. Siempre he estado muy atenta y he dado mucha importancia a la palabra y su significado en cualquier caso, también en el bel canto.

Usted y yo nos encontramos formalmente hará como seis, siete años atrás, con una entrevista en la que me decía que, incluso cuando llegara a cantar verismo, lo haría desde la escuela del bel canto. Ese momento ha llegado, ¿es así?

Totalmente. La técnica es la misma. Cambia que te estás moviendo en una zona diferente, con un fraseo y una orquestación diferente… con todo ello uno sabe que en la zona más grave de tu voz has de sonar, se te tiene que oír y se te ha de entender muy bien todo lo que dices. El problema es que, si no tienes claro que la técnica para cantar verismo es la misma que para el bel canto, puedes acabar gritando o deformando tu voz.

¿Cree que hay prejuicios asentados sobre qué voces han de cantar verismo? Pavarotti, por ejemplo, grabó antes su disco dedicado al verismo que Elvino de La sonnambula.

Es que yo diría que más que la voz verista, lo que existe es el artista verista, de espíritu verista, e igual para cualquier otro repertorio. El arte ha de estar por encima de la voz. Y por eso, precisamente, este disco. En él quiero transmitir verdad. No sólo en el contenido, sino en los colores escogidos, la portada, las fotos… Quería mostrar verdad, una idea de ir al origen y la raíz de este arte maravilloso al que me dedico, que es comunicar. El renacer de este estilo, devolverlo a la luz. Que fuese una portada luminosa; que hubiese luz y dorado porque todas las óperas que recojo aquí, antes o después se abren a la luz a través de la palabra y la música.

¿Por qué grabar hoy en día un disco?

Yo siempre he sentido un poco el síndrome del impostor, pero una vez empecé en esto, siempre me ha atraído la idea de dejar algo. Un legado. Claro que hoy en día uno deja mucho legado digital… ¡Ahí están Instagram o YouTube! (Risas). Y bueno, se hacen muchos streamings por Internet, etc., pero me gustaba la idea de dejar algo verdaderamente mío, creado y elegido por mí, a lo que yo haya dado forma.  

Estoy muy contenta con el resultado porque para mí el verismo representa lo que creo que debía haber sido la evolución lógica de la gran ópera italiana hasta nuestros días y parece que nos hemos saltado esta etapa, hemos dado de lado este repertorio y solo se programa una parte muy pequeña del vasto repertorio verista existente. Se programa mucho repertorio romántico, Puccini y de ahí pasamos a representar ópera moderna, pero dejamos el repertorio puramente verista guardado en un cajón. Para mí el verismo representa ese nexo de unión entre el Romanticismo y la ópera moderna y es una pena que no esté más presente en los teatros. Existen autenticas maravillas. 

¿Y olvidado?

¡Y olvidado! Apenas se interpreta, apenas se programa… y muchas veces no se hace con el mimo o los medios necesarios para rendirle justicia, lo cual lo hace menos atractivo para el público, e insisto que, para mí, el verismo es el paso lógico para las voces y para el público hacia la ópera más moderna… ¡incluso el paso hacia los musicales clásicos! Nuestra cultura está muy ligada a la imagen, la pantalla, el cine… encuentro que es un desarrollo muy natural.

Por otro lado, me parece que existía una laguna en la discografía actual, ya que cuando buscas discos dedicados al verismo que se hayan grabado con anterioridad, la mayoría son recopilatorios de representaciones hechas en vivo o una mezcla de extractos de grabaciones anteriores. No existen apenas grabaciones de repertorio verista realizadas en estudio. 

De hecho, llama la atención el repertorio escogido. Quiero decir, no es sólo la forma de cantarlo, ¡sino el hecho de descubrir tantas piezas!

¡Algo nuevo que en realidad no es nuevo! Para mí existe siempre tanto por descubrir… todo el repertorio de Strauss, todo el universo wagneriano, por ejemplo. Yo he estado muy centrada en el repertorio en el que me he especializado… ¡Y ya en ello hay tanto aún por descubrir! ¡Tanto en lo que profundizar! Esta es una de las partes más bonitas de este arte, la que nos permite seguir maravillándonos.

Lo cierto es que grabar Il Verismo d’Oro ha sido una gozada. Había colaborado dos años antes con el equipo de San Francisco Classical Recording Company, con quienes grabé Un Ballo in maschera. Ahí pude conocerlos como profesionales y como personas, ¡son la bomba! Cuando me propusieron grabar un disco, realmente fui muy feliz. Me dieron carta blanca para seleccionar temas y repertorio. Pude elegir dónde grabarlo, con qué orquesta, qué director… ¡Me dejaron incluir coro! Yo nací del coro… ¡Necesitaba que hubiese coro!

Tengo la sensación de que ha hecho el disco no sólo que quería cantar… sino también escuchar.

Así es. He hecho el disco que querría escuchar y he elegido el orden en el que querría escuchar esta selección de arias. Para mí ha sido como poner en orden una ópera, en cuanto al clímax del CD. Momentos brillantes, otros más oscuros, otros más calmados o delicados… y tenía muy claro que tenía empezar con Isabeau y terminar con Ancora il triste sogno pauroso de Iris. Incluso, incluyendo La Wally, por ejemplo, sabía que no quería cantar Ebben? Ne andrò lontana, sino un aria más desconocida: Nè Mai dunque avró pace?

¿Qué destacaría de todo del disco?

La escena del final de Iris. Las dos escenas con coro, en realidad, junto a La leggenda di Sakúntala. Es una pieza de un gusto maravilloso, con una música que te transporta al universo de Strauss. No hay momento de pausa en ella. Tenía miedo de cómo lo grabaríamos, porque es una música muy especial. Una marabunta sonora, como si fuesen las olas del mar que te llevan de un lado a otro. En el bel canto es más fácil aislar la voz, cuadrar más con la orquesta… y aquí era un repertorio desconocido para todos. No había un sólo silencio durante los siete minutos que dura la pieza, por lo que era imposible parar y tuvimos que repetirla varias veces de arriba a abajo para tener varias tomas. Fue duro, pero estoy realmente feliz del resultado.

Ha mencionado a Wagner y Strauss… Con la Orquesta Nacional de España usted cantará esta temporada que empieza, por primera vez, Lieder del compositor muniqués. ¿Tiene planeado cantar algún rol straussiano o wagneriano?

Sí, es algo que me encantaría y han existido algunas propuestas que al final no terminaron de cuajar por fechas. Espero poder debutar uno o dos roles. Me gustaría muchísimo.

Y ha hablado también de musicales. ¿Se animaría a cantar alguno llegado el caso?

Bueno. Esto es algo muy especial. Me gustan mucho los musicales más clásicos. Siempre podría darse la ocasión de interpretarlos en forma de concierto o grabarlos. Sería muy bonito e interesante yo creo. 

Hoy por hoy, ¿se siente abierta a todas las propuestas?

Sabe, depende un poco del momento. Llevo 15 años de carrera y he debutado ya 43 roles. Son muchísimos. Llevo una media de tres o cuatro al año. Me encanta, por supuesto, porque siempre quiero descubrir cosas nuevas. Cuando me dicen de hacer algo que no conozco o que parece algo “rebuscadillo” y tal… ¡me meto de lleno! (Risas) ¡Siempre que me convenga artística y vocalmente, por supuesto!

No me ha pasado desapercibido el hecho de que, antes, ha mencionado que ha sentido siempre el síndrome de la impostora…

Sí… Cuando empecé en el mundo de la ópera, sentía que llegaba con desventaja, más tarde que el resto. Hay personas muy preparadas académicamente y es normal sentir que llegas tarde cuando sabes que hay personas que estudian música desde que tenían cuatro años. 

Yo empecé con 20 años y tenía 25 cuando decidí dedicarme de lleno a esto. Debuté con 29 años. Pero, sabe, he aprendido que el artista no es el que más títulos académicos tiene. Un verdadero artista nace y luego se perfecciona día a día y trabaja y estudia muy duro. Pero si no naces artista, si no tienes esa vocación y ese talento, podrás ser un gran académico, y un gran profesional con una gran técnica, pero no un gran artista. El síndrome del impostor aflora cuando uno busca siempre la perfección y mejorar día a día, pero eso no te hace más inseguro, te empuja a trabajar más duro por seguir mejorando. 

¿Es complicado emocionarse o no emocionarse sobre el escenario? ¿Hay que ponerse una especie de pantalla delante?

No creo que sea una cuestión de que sea complicado, sino más bien de que es algo necesario. Como cantantes, lo que tenemos que hacer, yo creo, es intentar emocionarnos más. Por mi propia historia técnico-vocal, habiendo estudiado con un maestro una técnica que no fue correcta, tuve que cambiar de técnica mientras ya estaba trabajando. Es algo muy difícil de hacer porque supone que has de estar controlando todo mientras estás cantando, y el control no siempre permite que tu personalidad aflore, porque lo que haces no se conecta con el corazón. Son emociones y en eso se debería basar todo sobre el escenario. 

Por supuesto has de controlar la técnica principalmente, pero ese es un trabajo previo que debes hacer en el estudio. Estoy montando en bici o conduciendo un coche y mis sentidos están ahí, pero eres capaz de hacerlo sin pensarlo. En eso ha de consistir el canto y sobre ello, emocionarse, emocionar a los demás. Si no, te convertirás, sólo, en un magnífico profesional. En cualquier caso, esta profesión es muy dura, no quiero decir lo contrario, y está claro que cuando salimos al escenario nadie quiere hacerlo mal. Cada uno tiene las armas que tiene, intenta dar lo que tiene al público y dar lo mejor de sí mismo de forma generosa.

Aún sabiendo cantar, no todo el mundo está preparado para subirse a un escenario.

Es que saber cantar no es sólo una técnica. Puedes saber cantar, claro, en base a una técnica, pero hay algo más. Cantar es un arte. No todo el mundo que se dedica a ello es un verdadero artista. Es un problema que viene dado de la profesionalización de las artes. En el momento en el que el arte se convierte en una profesión surge tanta gente que se dedica a ello porque tienen el título (título que por supuesto, se consigue con mucho trabajo duro, técnica, estudio y mucho tesón), pero el título no es algo que te convierte en artista automáticamente. Te convierte en profesional. 

Antes, los artistas eran aprendices de sus maestros y trabajaban codo con codo con ellos en una formación inmersiva de 360º. Hoy en día un profesor de un conservatorio no tiene por qué haber ejercido sobre un escenario. Es algo sobre lo que reflexionar mucho y hablar largo y tendido.

Habla de la verdad… entre aquella mujer que entrevisté hace años… entre aquella Saioa y la de hoy, ¿la verdad ha cambiado?

No, sobre el escenario no, pero he cambiado yo y ha cambiado mi verdad personal. A raíz de la pandemia. Personalmente, me vino bien parar. Tuvimos suerte y mi familia no se vio afectada por el covid. Desde que debuté no he tenido nunca vacaciones y nuestro día a día es estar continuamente rodeados de canto, hablando siempre de lo mismo. Y no lo digo como algo que me pese. Nuestros amigos pertenecen también a esta profesión y es lo que nos gusta.

¿Qué ocurre? Que hay cosas que rodean la profesión, el arte…  con las que tenemos que convivir, que no forman parte del arte en sí y que no son tan agradables. Siempre hay cosas más triviales, más mundanas… que pesan más. También asuntos personales, de la vida, que me han hecho reflexionar, la verdad. En ese sentido, yo he cambiado y mi verdad, como le digo, ha cambiado conmigo. 

En cuanto a lo artístico, eso sí, sigue siendo la misma verdad, pero ahora, al ir de la mano conmigo, siento que es más profunda. Soy más madura, tengo más perspectiva, priorizo las cosas que tienen más importancia… quiero transmitir algo bueno a los demás… Vivía con un parapeto, pero creo que he mejorado como persona, ahora soy una Saioa 2.0 (risas).