Quiros Conversations

Enrique Bernaldo de Quirós:
"La especialización temprana en la música es un error" 

Enrique Bernaldo de Quirós es un pianista tan atípico como tradicional. Sus raíces son las rusas y sus formas, esuchándole, las del románticismo germano que abraza a través de Beethoven. Un piano calmo y bien estructurado, una forma de sentir las teclas desde la reflexión de la docencia a la que se entrega, compaginada con una brillante trayectoria que le lleva ahora a presentar el que será su próximo disco, dedicado a las músicas rusas. La serenidad de lo reflexionado, parece buena receta para un piano que se afianza nota a nota.

Lo primero que llama la atención al asomarse a su biografía es que usted nació en Rusia…

La verdad es que empecé mis estudios de música en Rusia, efectivamente. Desde los 6 a los 12 años, lo que me marcó mucho, al ser una etapa tan incipiente. Lo que caracteriza mucho a la escuela rusa es la disciplina que se imparte en esas primeras etapas de la vida y del estudio, lo que me ha marcado el resto de mi vida. Cómo tienes que trabajar, plantearte las cosas, la seriedad en todas ellas… Después mis padres decidieron establecerse en España, cuando yo aún era niño y lo cierto es que volví a estudiar con una profesar rusa, por lo que continué con la escuela rusa. Sin duda es la escuela con la que yo me identifico y de la que creo formo parte.

¿Considera que sigue habiendo, digamos, una escuela rusa contemporánea?

Sí, todavía hoy en día contamos con algunos de los últimos grandes, entre ellos mi maestra. Bashkirov es otro... ¡Aún quedan mohicanos octogenarios de aquella gran escuela! (risas). También alumnos de ellos, algo más jóvenes, a los que podemos considerar como herederos de esta escuela, con savia reconcentrada de principios del siglo XX.

Como maestro que además es usted, las comparativas con España…

Bueno es que España tiene otra tradición distinta, otro proceso. Rusia tuvo un florecer apasionante en el XIX, en todo lo cultural, pero sobre todo en la música. Un renacer con el Grupo de los cinco y la escuela compositiva que surgió después. Los grandes maestros que estudiaron en Centroeuropa con maestros como Liszt y que luego la portaron hasta Rusia. Surgió allí un hervidero que dio lugar a todos esos grandes pianistas que nutrieron el siglo XX.

En España esto no tiene lugar, hay pequeños focos, como la Escuela Granados que derivó en la Academia Marshall, que ha dado destacados ejemplos, pero no encontramos mucho más allá. Sus componentes fueron gloriosos pero muy pocos, por lo que hablar de escuela española me resulta aventurado. Ya sólo hablar de la escuela de un lugar, me parece difícil sobre todo hoy en día cuando todo se mezcla tanto. Rusia es una excepción maravillosa que desde dentro o desde fuera ha permanecido aislado, lo que ha fomentado que siga en un estado bastante puro.

De forma general y de forma concreta, en España educamos bien en lo musical?

En España hemos avanzado muchísimo. En los últimos 25 años hemos tenido una generación y tenemos generaciones de músicos destacadísima. Hay músicos españoles por todas las orquestas europeas y americanas y también solistas colaborando con ellas. Seguramente gracias a que hemos tenido más interrelación con otros países, gracias a habernos  abierto al exterior, que siempre nutre y enriquece a cualquier cultura.

¿De alguna manera la vertiente docente nutre a la vertiente artística?

Claro, por supuesta. Me he dado cuenta de ello, digamos, poco a poco, pero sin duda el enseñar te marca mucho la forma de tocar. Enseñar te hace reflexionar, continuamente. De alguna forma los procesos mentales que tienes que poner en marcha para explicar algo son más intrincados y diferentes de cuando tienes que hacerlo por ti mismo. La búsqueda en los otros te lleva a encontrar tu propio camino. Gracias a la enseñanza aprendí a estudiar mucho mejor.

¿Cuál sería su máxima como docente y cuál su máxima como intérprete?

Mi máxima como intérprete, sin duda, es alcanzarlo todo, interpretarlo todo. Siempre me ha gustado ser capaz de entender todos los estilos, de asumir cualquier estilo de música, ya sea del Barroco o Romanticismo alemán… Por ello los pianistas que más me gustan son aquellos omnívoros capaz de transmitir tantos estilos diferentes. En la docencia es precisamente ello, inculcar a los alumnos el que sean capaces de todo.

¿Qué opina de la necesidad por especializarse en músicas concretas que parecen vivir los nuevos intérpretes?

La especialización temprana en la música es un error. Vivimos en un mundo musical actual donde rige el encasillar rápidamente al intérprete. Acabamos por no saber enfocar… Agradezco infinitamente a mi maestra haberme insistido tanto en poder penetrar en el pensamiento de autores diferentes. Ahora sólo parece escucharse música antigua y música contemporánea. La contemporánea es entendible dado que está apoyada, la nueva creación, por entidades gubernamentales que las financian y les dan apoyo, y en cuanto hay medios económicos es lógico que aparezcan especializaciones. En cuanto a la Antigua, es lógico en parte que surjan para recuperar patrimonio perdido, pero lo cierto es que cuando proliferan tantos grupos y formaciones, es lógico que no todas alcancen el mismo nivel de calidad. ¡Y sin embargo ahora es difícil encontrar a alguien especializado en Beethoven! ¡En todo lo que hay entre la Antigua y la Contemporánea!

¿Quizá es que a Beethoven hay que llegar en la madurez para interpretarlo correctamente? ¿O es que hay miedo a lo más conocido?

Creo que en el fondo es que Beethoven, que el repertorio romántico alemán por ejemplo, es mucho más exigente. Más maduro también, más complicado, por qué no. También es que por parte del público, en ocasiones, parecen reservarlo con prejuicios a los grandes nombres ya consagrados, como si Beethoven sólo pudiese tocarlo los que ya peinan canas… Es difícil dar con un pianista joven que, aunque capacitado, aborde por ejemplo todas las sonatas de Beethoven en público.

¿Tiene usted alguna meta de abordar?

Pues precisamente esa, que llevo tiempo intentando abordar y aún me llevará un tiempo, que son las 32 sonatas de Beethoven.

Entonces, ¿Beethoven es una meta a la que llegar para un pianista?

Beethoven es siempre un reto. Cualquiera de sus obras. Es como enfrentarte a un gran libro, hay que entender todo, absolutamente cada línea que sucede en ese libro para disfrutarlo y comprenderlo al máximo. Pero cuando se consigue, ¡es como si te hubiesen alumbrado con una luz divina, como si se te abriese un mundo ante tus pies!

Precisamente Beethoven es uno de los autores escogidos en su última grabación, unos diálogos entre él, Schubert y Lisz. ¿Por qué ellos? ¿Por qué esas obras?

Pues un poco por mis propias preferencias. Beethoven y Schubert los considero muy cercanos a mí, a mi trayectoria y carrera, y Liszt porque es muy cercano a Beethoven y del que como dije antes surgen muchas escuelas. Es un autor muy escuchado e interpretado en cualquier clase de piano. Parte pues de mis gustos. Llevaba años madurando las últimas Bagatelas de Beethoven, su testamento pianístico muy infravalorado y muy poco grabado.

La Sonata D537 de Schubert parece muy conectada a Beethoven…

Sin duda, claro, claro. Ya asoma Schubert, pero es aún gran deudor de las formas de Beethoven, incluso de Haydn. Es una obra completamente anacrónica al tiempo en el que se compuso. Fascinante. Quería con todo esto que comentamos plasmar una conversación, fantasiosa, pero preciosa a mi parecer entre los tres…

Y ahora presenta un proyecto nuevo: Reminiscencias

Es un proyecto nuevo que llevaba mucho tiempo queriendo hacer y que además es muy deseado porque se trata de mi inmersión discográfica en la música rusa. Después de uno con música francesa y dos dedicados a la música alemana, ya ha llegado el momento de rendir tributo a mi parte rusa. En el disco tocaré a tres grandes autores como son Rachmaninov, Prokofiev y Medtner, este último menos conocido, menos tocado.

Un autor al que en muchas ocasiones se le relega a las propinas… ¿va usted a reivindicarlo?

¡Es que no podemos olvidar que este buen hombre compuso catorce sonatas para piano! Tenía muchas obras cortas para piano sólo y es lo que le ha hecho “víctima” entre comillas de las propinas. Algunas de sus sonatas son verdaderas maravillas, monumentos fascinantes absolutamente desconocidos. Es de nuevo una conversación, porque de hecho Medtner tuvo mala suerte de coincidir en el tiempo con estos otros dos gigantes del piano como son Rachmaninov y Prokofiev, que le eclipsaron en fama. Sólo en fama, pues en calidad no son comparables, son muy distintos.  De hecho, el nombre de este proyecto: “Reminiscencias”, viene de la Sonata nº1 de Medtner que se titula así. De Rachmaninov escucharemos la número 2 y de Prokofiev la número 7. Además, el programa estará hilado del resto de opus del que forma parte la Sonata Reminiscencia, intercalando otras piezas entre ellas, como recuerdo al tema de la sonata principal de Medtner, recordando un tema bellísimo y melancólico que le da forma.

En este concierto presentación, ¿entiendo que usted mismo presentará las obras? Por ejemplo hay grandes maestros como Joaquín Achúcarro que micrófono en mano presentan sus obras en un recital y he sabido de pseudoagentes que abroncan monumentalmente a sus artistas por más jóvenes por hacerlo… ¿Qué le parece llevar la “docencia” a los escenarios?

Mire, me parece fundamental. Yo soy completamente partidario de hacerlo. ¡De hecho es lo que hago! (risas). Es un tema que puede resultar controvertido y complejo, pero en Palma de Mallorca, donde fundé con mi mujer la Sociedad de Conciertos de aquí, presento todos los conciertos que ofrecemos y es gracias también a ello que ahora la sala donde los celebramos se llena. Ha sido un éxito apabullante, ya no sólo de los conciertos sino de las conferencias que han surgido en torno a ellos. Lo que comprendemos, lo amamos. ¿Hasta qué punto hay que profundizar en tecnicismos o poder resultar trivial? Se lo va a decir a cada uno su propio público, pero quien no entienda que la música hay que ya no explicarla, sino acercarla al público, es que no entiende la música en sí. Ya lo hacía Bernstein, y por ello también ha sido uno de los más grandes de la historia.