Hilary Hahn: "Las mejores experiencias surgen de lo incómodo"
Ser reconocida como un genio musical antes de cumplir los dieciocho años tiene muchas ventajas, la atención de los medios y causar la gratificante sensación de que estamos ante un prodigio de la naturaleza y la cultura. A esta violinista le ocurrió, con ese Hilary Hahn Plays Bach, que fascinó a expertos y profanos y que abrió la carrera de un sinfín de premios y grabaciones. La otra cara de la moneda es que han pasado veinte años desde entonces y el mundo todavía se sigue acercando a esta mujer como a una joven prodigio. Este es un precio que ella parece pagar gustosa a juzgar por el tono desenfadado y a veces un poco ingenuo de nuestra conversación. Un sorprendente contraste en una gran intérprete de las obras canónicas, que además ha contribuido activamente a ampliar los horizontes del repertorio para violín
Hoy es una fecha especial, acaba de lanzar un nuevo CD, y también una versión en vinilo. ¿Qué es lo que encontraremos en este nuevo trabajo, en esta nueva Retrospectiva?
Sí, ¡lo sacamos precisamente ayer! Tiene dos componentes musicalmente hablando. Uno es mirar hacia el pasado y otro es el presente. Es la primera recopilación de los últimos 15 años de mi carrera discográfica, desde que tenía 23 años. No es muy común que un artista se implique seleccionando sus propias piezas grabadas, normalmente son los departamentos de márketing los que se ocupan. En mi caso, yo misma los he seleccionado, revisando mi discografía completa y eligiendo las que tenían un peso especial para mí, tratando de que todas mis grabaciones estuvieran presentes por orden cronológico.
Y luego está el presente. Grabado con una técnica difícil, el “direct-to-disc pressing”.
Sí, el otro componente es la grabación en vivo. Lo hicimos usando una técnica que no se usa en la actualidad, que no permite ningún tipo de edición, y que requiere algo de valor. Lo que suele hacerse hoy en día es elegir combinar las mejores partes de las actuaciones en vivo, ignorando otras que no salieron tan bien. Con esta técnica, utilizada para el LP, una vez que lo has grabado no puedes hacer ningún tipo de revisión. Me encanta porque es una grabación total y realmente en vivo. Y creo que eso se nota.
Creo que para la portada ha contado con una ayuda especial.
Sí, luego está el aspecto visual. Cuando estaba pensando en la imagen que utilizaría para la portada no quería una foto del pasado ni tampoco ninguna actual. Así que decidí explorar el fan art, las creaciones del público. Lo convoqué en mi página web y en las redes sociales y tuvo muy buena respuesta. Tanta gente se ha involucrado, me daban sus trabajos incluso después de los conciertos, algo que les agradezco enormemente.
Como decía, este trabajo cubre 15 años de su carrera, eso es mucho tiempo. ¿Cómo ha evolucionado su estilo desde entonces? ¿Es algo que notaremos al escucharlo?
Resulta difícil decirlo, es algo que espero que me digan los oyentes. Como estoy tan involucrada es difícil tener perspectiva. Le puedo decir que volviendo escuchar alguna de las interpretaciones ahora, me doy cuenta de que no estoy de acuerdo con ciertas decisiones que tomé entonces, hace 15 años. Pero creo que no hay un único patrón, o que no hay una línea clara de evolución. No soy una artista drásticamente diferente ahora. Quizá haya cosas, quizá mis tiempos hayan cambiado, pero eso se lo debo más a los artistas con los que trabajado, a mis colegas que me han aportado tantas ideas. Creo que la conclusión es más bien que tras todos estos años de carrera, aún soy la misma persona.
Y si hablamos de revisar una carrera completa, ¿cuál diría usted que es su obra más emblemática?
Pues no sabría decirle si hay una obra en particular. Me referiré aquí a lo que la gente más me pide. Está por por ejemplo “Mercy” de Max Richter, de In 27 Pieces. Siempre me piden que la toque. Sería el equivalente a un gran éxito de un grupo pop. Luego también está el Concierto de violín de Schönberg. Es una pieza que se decía que era interesante para estudiar, pero no para tocar. Me enorgullece decir que, casi como una misión personal, decidí aprenderla, tocarla y hacerla accesible al público. Y, por supuesto, algo que ha sido una constante en mi carrera es Bach. Crecí y me eduqué escuchando a cantantes, porque era una afición de mi padre. Y uno de los momentos más importantes de mi carrera fue grabar un álbum con cantantes sobre obras de Bach, por ejemplo con Matthias Goerne. Y también sus concerti. Sí, definitivamente Bach ha estado muy cercano a mí durante mi carrera.
Si me lo permite, yo siempre la asociaré con una pieza en de Bach en particular: la Chacona. Al menos para mí, usted es la versión referencia.
Muchas gracias (ríe complacida). Sí, esa es una buena elección. La pieza es magnífica, independientemente de quien la toque. La grabé en el primer álbum, y me ha acompañado desde entonces.
Cambiando de tema, me gustaría ahora charlar sobre un tema de actualidad. La música clásica parece que está dominada por hombres. Usted es una mujer y empezó muy pronto, muy joven. ¿Cómo ha vivido personalmente esto? El violín quizá sea una cierta excepción, pero este es un mundo en el que aunque algunas mujeres tienen éxito, no es la regla general.
Creo que se tiene que mirar más de cerca las diferentes categorías de la música. Efectivamente, si tocas el violín hay muchas mujeres lo ya hacen. Es un entorno más abierto, no como los metales o los contrabajos. Luego están los compositores. Hay muchas mujeres componiendo, pero desgraciadamente la atención va siempre a los hombres, debemos intentar que tengan el reconocimiento que merecen. Recuerdo llevarme un chasco en una ocasión cuando buscaba una lista de compositores vivos a los que quería escuchar y… ¡solo dos eran mujeres en una lista muy larga! Luego busqué una lista de las mujeres compositores vivas, y había por lo menos 30. ¿Dónde están las otras 28? ¿Por qué no estaban en esa lista? Creo que habría que hacer un esfuerzo por reconocerlas, hacerlas más visibles y de esa manera comenzar a romper un círculo que las oculta.
Y luego están los directores…
Creo que aquí lo que pasa es que históricamente todos han sido hombres, y no hay figuras femeninas de referencia que puedan servir para que las mujeres tomen este camino. Afortunadamente ya tenemos algunas directoras y eso animará a otras a que se unan. En todo caso, según mi propia experiencia como violinista, no puedo generalizar, tu carrera tiene que ver con el trabajo y la práctica tras el escenario, la relación con tus colegas, en definitiva si el público quiere volver a escucharte. No sé si es esta es una buena respuesta, pero en mi caso estoy agradecida de que en el mundo de la música clásica mi trabajo haya funcionado.
Últimamente estamos asistiendo a un gran número de escándalos sexuales. Primero en Hollywood, en el mundo del cine y ahora también la música. Uno podría pensar que en el mundo de la música clásica es algo diferente, más puro, más elevado. Pero parece que tampoco está a salvo.
Ocurre en todos los lugares, porque esto tiene que ver con las personas. Y en la música clásica hay personas igualmente. La verdad es que llevaba mucho tiempo preguntándome cuándo nos golpearía, y sería visible. Y estoy muy contenta de que por fin haya un espacio para que se pueda hablar de ello.
Siempre que haya personas con poder y otras que no lo tengan tanto pueden ocurrir abusos y esto pasa mucho en la música clásica. He tenido experiencias personales en las que puede ser difícil manejar todos esos egos. Además, en este campo trabajas muy cerca con tus colegas, no hay muchas barreras psicológicas. No debe haberlas si se está trabajando en un proyecto musical, y es difícil regular este entorno tan íntimo. Pero en todo caso, estoy encantada de que haya un espacio ahora para estas historias. Y estoy segura de que nos encontraremos muchas más en el futuro.
Cambiando de tema otra vez, usted ha colaborado recientemente con uno de nuestros compositores más importantes, Antón García Abril ¿Cómo surgió esa colaboración?
Me lo presentó uno de sus amigos íntimos. Me encanta su música, y me interesaba el hecho de que parecía no venir de ninguna escuela determinada. Supongo que los musicólogos podrían rebatir esto que digo, pero escuchándole me interesó mucho su individualidad. Cuando le conocí comprobé la honesta actitud artística que tiene. Entiende las necesidades del artista y también las posibilidades del compositor. Por una parte, es como un artista de la vieja escuela que también es un filósofo y un pensador. Pero también tiene una actitud muy moderna en lo que se refiere a la relación entre el compositor y el intérprete. Escribe sus obras, pero luego nos da una libertad tremenda. Así que le pedí una obra para In 27 Pieces, y ¡él me dio tres! Pensé que había sido un malentendido y me sentí fatal. Pero me dijo que no me preocupara, que me había compuesto tres y que podía tocarlas o no.
Luego vinieron las Seis partitas.
Una de esas tres piezas me interesó especialmente. En esa época estaba obsesionada con la polifonía -aunque suene un poco resabido- y si hablamos de polifonía en el violín, tenemos que volver a Bach. Él compone de una manera en la que las voces hacen cosas diferentes, en la polifonía moderna suelen ir en paralelo y encontrar esa independencia en las voces es muy difícil. Sin embargo, a Antón le sale de una manera muy natural. Así que le pedí que si podía escribir seis sonatas o partitas, seis piezas para violín solo. Me costó convencerle, cada vez que estábamos en la cena le explicaba por qué las quería y él parecía rechazar la idea, aunque empezó a trabajar en secreto y... un día me sorprendió con ellas. Desde entonces las he tocado por el mundo, y me parece una magnífica contribución al repertorio de violín, no hay nada parecido. Ocupan un espacio que estaba vacío antes, y es muy gratificante pensar que yo he tenido algo que ver en este importante proyecto
¿Las podremos escuchar grabadas en algún momento?
Desde luego espero que sí, trato de grabar todo lo que encargo. Ahora mismo estoy con otros proyectos en los que me he involucrado hace ya tiempo, pero espero hacerlo en el futuro.
Continuemos con la música contemporánea, que usted ha puesto en el centro de su repertorio. Francamente, para algunos aficionados, las piezas contemporáneas son algo así como el precio que hay que pagar para escuchar los clásicos de siempre. ¿Qué podemos hacer para cambiar esto? ¿Cómo podemos hacer que la música contemporánea atraiga a los aficionados?
Bueno, la gente va a los conciertos por diferentes razones. Puede ser por el intérprete, por el compositor, por una obra... Así que es difícil diseñar una solución general que funcione. Pero lo que sí he observado es que la música contemporánea suele quedarse en los estrenos mundiales y luego se olvida. Las premieres son solo la punta iceberg. Creo que es importante continuar luego, repetirlas, para hacer que las audiencias se familiaricen con ellas, y también para madurar la manera en que se interpretan.
La exposición múltiple es fundamental para eso. Mire usted lo que pasa en la música pop y en la radio, nos bombardean una y otra vez con la misma música hasta que pasa a formar parte de nuestras vidas... En un momento pasan a ser un recordatorio de esa época en que las escuchamos, ya no se trata de la música sino de las emociones que esa música despertó. La música tiene que ver con experiencia personal, y no con un elemento general que signifique lo mismo para todo el mundo
Son obras a veces inaccesibles. ¿Cree que serviría de algo explicarlas mejor?
Creo que las audiencias disfrutan más cuando no tienen que diseccionar lo que escuchan, sino solo dejarse llevar. Como oyente a mí me pasa, cuando dejo de pensar y me dejo llevar. Es importante tener información sobre lo que estás escuchando, pero es más importante enfocarse en lo que se siente. Cuando tengo oportunidad, hablo al público y les animo a sentirse libres para sentir lo que surja, que está bien tanto si les incomoda como si les encanta.
Y es cierto que las cosas nuevas a veces te hacen sentir incómodo, pero al igual que en el resto de la vida, de lo incómodo... acaban por surgir las mejores experiencias, las que te enseñan más de ti mismo y del mundo. Es muy interesante poner al oyente en esa posición de incertidumbre, de no saber lo que pasará. Sería como ir a una película de la que no tienes ni idea de que va.
Me gustaría saber algo más de usted, más allá de su faceta musical. Algo me ha llamado la atención: en sus declaraciones, usted habla muy frecuentemente de comida, de comida buena y comida sana. ¿Es un modo de vida?
Me encanta cocinar mi propia comida cuando estoy de gira, aunque también salir a restaurantes. Una de las cosas buenas de ir de gira es que puedes crear un ambiente nuevo, cada semana y la comida es una buena manera de lograrlo. Resulta además que tengo una alergia alimentaria, al gluten, por lo que tengo que tener cuidado con lo que como. Esto al final ha sido una ventaja, me ha enseñado a pensar mucho y muy bien lo que como... a cuidarlo, y a disfrutarlo más.
¿Y qué más aficiones tiene aparte de la comida?
Me encanta la creatividad. Sé que es una afirmación muy general, pero mis hobbies tienen que ver con crear cosas. A veces no son muy buenas, pero las hago igualmente. Dibujar por ejemplo o manualidades que hago parra otros; luego no sé si las usan, pero yo disfruto haciéndolas. También otras artes, la literatura, leer, que me proporciona un entorno muy tranquilo. O ir a museos, esa parte de la creatividad que tiene que ver con la expresión. Todo eso me llega, y soy afortunada porque me muevo en un ambiente y estoy rodeada de una gente que me aporta esa creatividad de muchas maneras diferentes
Creo que es justo decir que usted es ya parte de la historia de la música, definitivamente de la historia del violín. Y aunque usted sea una intérprete todavía joven, si mira al futuro, ¿cuál le gustaría que fuera su legado? ¿Cómo le gustaría ser recordada?
Más que como un legado, me gustaría expresarlo en otros términos. Siempre intento hacer las cosas de una manera genuina, de actuar por razones artísticas. Nunca interpretaría o grabaría algo porque se venda bien si odio esa obra. Intento siempre mantener un cierto nivel de honestidad en mi trabajo. Quizá esto nunca llegue a ser un legado deslumbrante, pero requiere mucha dedicación ser fiel a uno mismo. Para mí, parte de ser artista tiene que ver con la libertad de ser tú mismo. Conseguir conectar en esa parte nuclear en lo que haces es muy liberador, a veces da miedo, pero luego es liberador. Te lleva a lugares que nunca hubieras imaginado, porque nadie más que tú puede guiarte hasta allí. Me gustaría ayudar a que otra gente tuviera también la oportunidad de hacerlo.
Foto: Michael Patrick O'Leary