Philip Glass: "Abandoné el minimalismo para ser más libre"
Si hay un compositor vivo de música clásica conocido para el gran púbico, ese es Phillip Glass. Sus obras están permanentemente presentes en los auditorios y puede presumir de ser el único autor vivo cuyas óperas son parte del repertorio estándar de los teatros. Es el más célebre de los creadores de la música minimalista y su inconfundible estilo transita con comodidad desde sus trabajos más eruditos hasta los más comerciales para Hollywood (The Truman show, The hours, Candyman, Kundun...), por los cuales ha llegado a ganar un Globo de oro. Conversamos con él con motivo del estreno en Madrid de su última obra sinfónica: Double concerto for piano , dentro del homenaje a modo de Carta blanca que le dedica la Orquesta y Coro Nacionales de España.
En unos días se presenta en Madrid su último trabajo, el Double concerto for piano, una obra con su lenguaje personal, muy contemporáneo, pero en una forma tradicional, el concierto para instrumento y orquesta. ¿Son aún válidas las formas clásicas en pleno siglo XXI?
Para mí el concerto es la más popular de todas las formas clásicas. Para el público es más fácil acercarse a él que a otras composiciones y es muy fácil identificarse con el solista, es algo que los compositores sabemos y lo usamos. ¿Sabe?, he escrito más conciertos que sinfonías, dos para cello, dos para violín, creo que dos o tres para piano, y muchos para varios instrumentos; he hecho un montón, incluso uno para dos timbales. Y los he hecho con la idea de que la música de las salas de concierto puede ser música popular. No tiene por qué ser algo difícil, se puede disfrutar. Ese Concierto para dos timbales por ejemplo, es muy popular. Imagínese dos grandes timbales delante del director, enfrente del podio. Se convierte en algo así como una competición entre los dos solistas, a la gente le encanta.
¿Así pues el concierto es una forma más personal para usted y más accesible para el público?
Mi primer concierto fue el Concierto para violín, en 1985, y lo escribí para mi padre que amaba ese instrumento. Él había muerto veinte años antes y nunca lo llegó a escuchar. Pero yo le tenía en mente y pensé: voy a hacer un concierto que le hubiera gustado a mi padre. Y fue un éxito que se ha grabado bastantes veces. Pero bueno, no todo lo que compongo es tan fácil. Este Concerto doble por ejemplo es más complejo, tiene un lenguaje armónico denso y complicado. Es un gran reto para las intérpretes, para el director y para la orquesta. Pero quería hacer algo que mostrara le evolución de mi lenguaje y la música que hago hoy. Espero que la gente que lo escuche reconozca que soy el mismo compositor, solo que con 30 años más de experiencia.
Éste tiene dos pianos sobre el escenario y lo ha escrito específicamente para las hermanas Labèque. ¿Hasta qué punto han sido su inspiración o ha tenido en cuenta su manera de tocar al componerlo?
Sabía de las hermanas Labèque porque ya habían tocado alguna pieza mía para dos pianos, pero no nos conocíamos. No obstante, cuando las escuche, noté que había mucha cercanía entre ellas pero también muchas diferencias. Sus personalidades son muy diferentes y quise conservar esa idea en el concierto, esa fue mi inspiración para la composición. Luego nos conocimos, la noche anterior al estreno absoluto del concierto y lo tocaron para mí, y allí mismo hicimos juntos algunos cambios de última hora. Lo que he itentado es mostrar lo que puede ser su relación como intérpretes. A veces una desempeña el papel de la mano derecha y la otra el de la izquierda, pero luego se intercambian. Escuchas que vienen de lugares diferentes en el espacio, algo que no aprecias en la grabación pero sí en la interpretación en directo.
"No le debo fidelidad a ningún estilo"
¿Ha quedado satisfecho con la colaboración?
Son unas interpretes extraordinarias y verdaderamente carismáticas. Durante este año lo han tocado al menos quince veces con diferentes directores. De vez en cuando voy a escucharlas y aunque las conozco desde hace poco, nos hemos hecho amigos. De hecho estoy componiendo una pieza para cuatro pianos, y ellas serán dos de ellos. ¡Y me acaban de pedir otra más para tres pianos!
Usted habla de cómo su lenguaje musical ha evolucionado. Creo que se puede percibir un cambio claro desde unos principios de música más repetitiva, estilo mantra y atmosférico, hasta las piezas más recientes, como esta, donde parece haber cierta narrativa.
¡Oh sí, es posible! Hace poco revisaba mi ópera Kepler, sobre el científico, y comprobé que contenía esos elementos. Hay secciones puramente rítmicas pero también muchas otras más narrativas. Siempre he sentido que no debía ninguna fidelidad a ningún estilo en particular. Y al hacerme más habilidoso con mi técnica, he ido siendo capaz de traer lenguajes diferentes a mi música. Estudié música desde los 6 años a los 28, eso es mucho tiempo en el que aprendí bien el lenguaje de la música clásica, luego empecé a colaborar con músicos de Brasil, de Australia, África o China. Siempre he procurado tener una mentalidad abierta hacia la música de cualquier lugar y he tratado de incorporarla a mi propia obra.
Se ha utilizado muchas veces el término “minimalista” para describir su música, algo que parece no gustarle demasiado y ha rechazado en numerosas ocasiones.
Bueno, es que es un poco más complicado que eso. Esas son las composiciones que hacía en los años 60, 70 y parte los 80. Luego hice otro tipo de música. Y ahora, recientemente, me invitan a dar conciertos en festivales para gente joven. Yo voy a cumplir 80 años y estoy lejos de su edad, así que para poder conectar he decidido tocar música de entonces, de cuando yo tenía su edad, y les encanta. Esto me hizo pensar que debía recuperar esa parte temprana de mi obra, que no apreciaba tanto. Bueno, no es que no me gustara, pero la abandoné para ser más libre y hacer otras cosas y ahora vuelvo a ella porque le gusta al público de 30 y 40 años.
Y al más joven. Le contaré una anécdota, en una ocasión le hice escuchar una de sus primeras piezas, de estructura muy repetitiva, a un familiar joven. Me dijo “me gusta, suena como la música techno que escucho en las discotecas”. Espero que no le ofenda.
¿No es gracioso? (ríe) En absoluto, ¿por qué habría de ofenderme? Hablaba con un buen amigo otro día y le comentaba, ¿te das cuenta de que hacemos música para niños? Si va a asistir al concierto en Madrid, creo que verá a un montón de gente joven entre el público, más de lo que sería esperable para un concierto de este tipo. De hecho, esta influencia funciona en las dos direcciones. Cuando estaba componiendo esa música repetitiva los 60, no era el único que lo hacía, era todo un movimiento y había gente en el mundo del rock and roll que también estaba en ello. Escuché a Blondie, un grupo y una cantante estupenda (Debbie Harry), que años después conocí. Recuerdo que la ligereza y el ritmo tenían algo similar a mi música.
"Valoro la música por su popularidad"
Su obra tiene una fuerte conexión con la música popular, pues.
Y no es accidental. No sé si sabe que mi padre tenía una tienda de discos, yo trabajaba en ella y acabé responsabilizándome de todas las secciones. Así que tuve que aprender música clásica, jazz, pop, big band, tenía que saber de todo para saber cuál era la música que le interesaba los clientes. Cuando uno me pedía por una pieza de clásica, yo le preguntaba si le gustaba rápida o lenta, y si le gustaba lenta le daba un Furtwängler y si le gustaba rápida pues le daba a Toscanini. Tenía unos 15 años y tuve que hacerme un experto, descubrí que hay un tipo de música para cada persona. De este modo comencé a apreciar la música que tiene éxito, en cualquiera estilo. Yo valoro la música por su popularidad.
Y su música es ahora muy aceptada pero no fue así siempre, especialmente al principio, hubo un fuerte rechazo.
Llevó un tiempo. Al comienzo tenía suerte si tocaba en locales de Nueva York ante 30 ó 40 personas. ¡Y nos parecía increíble! Ahora tengo un repertorio de 40 años que incluye óperas y que se representa en tantos sitios... Ha sido un desarrollo muy interesante para mí.
Y ha sido un legado para la música contemporánea. Pero lo que finalmente hace de una obra un clásico es el tiempo. Le pido una predicción imposible, en el futuro, cuando la gente mire a estos años, ¿cuál será la música clásica de esta época? ¿quizá la suya?
Aún no ha pasado este tiempo así que, bueno, no tengo ni idea. Es imposible saberlo, pero le diré lo que a mí me gustaría que pasara. Querría que incluyera piezas mías de décadas diferentes. Por ejemplo música de Koyaanisqatsi, que hoy es muy popular, y también mi primer concierto de violín y alguna ópera. Si escuchas las obras de algunos compositores como Brahms no sabes cuáles son del principio y cuáles del final. Con otros como Stravinski sí se sabe inmediatamente. Con Beethoven también, estaba siempre creando nuevos modos y siempre rompiendo las normas establecidas, él decidía en cada momento cuáles eran las reglas. En mi caso me gustaría que fuera así, algo como el programa que se presenta ahora en Madrid, la trayectoria de una vida, obras diferentes que representan un recorrido desde los años 70 hasta hace tan solo unos meses.