magiera karajan 

Dos egos

Karajan: Retrato inédito de un mito de la música. Leone Magiera. Ed. Fórcola. Madrid, 2021.

Este libro que hoy comento surge de los recuerdos que el director de orquesta, gran pianista acompañante y profesor Leone Magiera (1934) ha recopilado sobre el celebérrimo director Herbert von Karajan. Los detalles tan precisos que se vierten dan fe de la prodigiosa memoria de este músico que formó parte muy activa del mundo operístico italiano de la segunda mitad del siglo XX. Y esos recuerdos tan minuciosos son, por encima de todo, para rendir un homenaje de admiración y respeto a la figura de Karajan. Magiera lo considera en algún momento (creo que de forma hiperbólica) el mejor director de la historia. Desde que lo conociera en la audición de la que fue su esposa, la maravillosa soprano Mirella Freni, para el papel de Mimí en La boheme de Puccini en La Scala de Milán que dirigiría el músico alemán, la relación entre Magiera y Karajan siempre fue muy estrecha, siempre manteniendo por parte del italiano un respeto (dado por la edad y la fama) hacia la gran figura del director germano.

A través del libro descubrimos detalles curiosos y significativos de la personalidad y de la manera de trabajar de Karajan: su magnetismo con la orquesta, su control de todo lo que tuviera que ver con la obra que estuviera preparando, su genio altivo y drástico ante todo aquel que no cumpliera lo que él exigía, pues a la vez, como nos aclara el autor, también era muy exigente consigo mismo. Magiera colabora con él en varias ocasiones, preparando con el maestro óperas como Sigfrido o ayudando a diversos cantantes a adecuar sus voces a los gustos de Karajan en representaciones que dirigía. Nombres como el de Freni, Pavarotti o Cappuccilli aparecen con frecuencia, amén de muchos más del mundo operístico del repertorio italiano en la época. Desde este punto de vista, es una manera de ver, siempre desde una óptica de admiración absoluta, cómo era von Karajan de puertas adentro (también era generoso y solidario, según Magiera, aunque la imagen que mostrara ante el público no siempre fuera esa).

Pero el texto tiene para mi un grave lastre. En muchísimas ocasiones el tono de cotilleo, de pullas malintencionadas, de fobias mal disimuladas como halagos, se apodera del libro, que parece entonces “el mentidero de la corte de la ópera”. Nombres como el de Kleiber, Ghiaurov o Caballé (por no nombrar a su marido Bernabé Martí, vapuleado sin miramientos por el autor) son bastante cuestionados y, sobre todo, se sacan a la luz comentarios, anécdotas, hechos, que los dejan en mal lugar. Y no sólo Magiera o Cappuccilli (con su odio a otro barítono de tanta calidad como Renato Bruson) son los cotillas, es el propio Karajan el que demanda que se las cuenten y difunde también las que él conoce, insinuando incluso que Carlos Kleiber pudo ser hijo del compositor Alban Berg.

¿De verdad se necesita contar esos detalles para escribir un libro? Además, hoy por hoy, son discutibles las posiciones de estas figuras tan emblemáticas que apoyaban que se recortaran óperas o se cantaran arias con añadidos no escritos pero que estaban en “la tradición”. Esa tradición que defendían en el paraíso de La Scala a base de insultos, faltas de respeto y gritos. ¿Eso es la esencia de la ópera como entiendo que quiere decir Magiera? Pues gracias a Dios que en la actualidad, aunque sigue habiendo alguna algarabía, el descontento se muestra de otra manera en el estandarte de la ópera en Italia. 

Resumiendo, un libro donde se reflejan dos egos significativos. El ya conocido de Karajan y el más discreto de Magiera que, de manera soterrada pero entendible, también se considera un maestro en todas las materias que toca. Seguramente lo eran los dos, cada uno en su mundo y no seré yo quien ponga en duda unos méritos sobradamente reconocidos. Pero al final de la lectura, la sensación que me queda es un poco agridulce. Es interesante ver cómo trabajaba esta figura inolvidable y aún en nuestro tiempo ampliamente conocida que fue Herbert von Karajan pero es bastante burda manera de reflejar lo que había detrás de las bambalinas en el mundo operístico de la época.