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La crítica siempre es opinión

Los mejores discos de Daniel Barenboim. I. El maestro sinfónico. Fernando López Vargas-Machuca. Tierra de Nadie Editores. Cádiz, 2024.

Podríamos decir que esta novedad bibliográfica que comentamos hoy tiene dos partes: una la esencial, la razón de ser del libro y otra que poco tiene que ver con la discografía y parece más un ajuste de cuentas en una guerra que a pocos o a nadie (excepto a los contendientes importa). El libro en cuestión se titula Los mejores discos de Daniel Barenboim, I. El maestro sinfónico, y lo ha escrito el profesor y crítico musical Fernando López Vargas-Machuca y ha sido editado por Tierra de Nadie Editores.

La parte sustancial y realmente interesante del libro es la tercera, en la que Fernando López entra en el objetivo fundamental de su trabajo: el análisis de la discografía de Barenboim como director sinfónico, ya que está previsto un segundo volumen donde se aborden las grabaciones del músico argentino como pianista y como director operístico. El trabajo es ingente y recopila, a la vez que actualiza, los años que el autor se ha dedicado a la crítica discográfica. Por tanto se deja bien claro a lo largo del estudio que son opiniones personales, bien fundamentadas pero, como toda opinión, discutibles. De hecho, se incluye en muchas de las críticas otras, escritas por diferentes autores que no siempre concuerdan y muchas veces difieren de lo opinado por López. La discografía de Barenboim es ingente y aquí se repasa la mayoría (recordemos que el volumen ronda las quinientas páginas) aunque no toda, según el autor. Hay varios criterios a la hora de la selección (ser más señeras en la trayectoria del director, su importancia para el autor) y uno, que creo que es importante, que es que sean de fácil localización en las plataformas de streaming porque hay discos descatalogados y también el precio que puede tener adquirir muchos de los títulos no está al alcance de todos. A la hora de analizar cada grabación hay un apartado muy bien documentado de recomendaciones, escuchen también, en el que el autor recomienda registros de otros directores que pueden ser de interés para comparar sus lecturas de las diferentes obras desde otra perspectiva que la de Barenboim. Imposible resumir todo el corpus que analiza Fernando López pero algo se debe tener claro y que él no oculta: su pasión absoluta por el director (aunque no esté de acuerdo con todos sus enfoques musicales y lo comente con meridiana claridad) y su reconocimiento como uno de los mejores directores de los últimos cien años (reduce el grupo top a menos de los dedos que tiene una mano). Todo esto hace de este libro un ejemplar muy interesante para todo aquel que quiera conocer en profundidad la obra discográfica del maestro bonaerense.

Una vez dicho esto y dado que la premisa, de la que presumen tanto el autor como su prologuista, de que lo escrito en las dos primeras partes del libro se basa en la sinceridad y la honestidad, voy a permitirme también yo, que no suelo entrar en opiniones de este tipo, comentar que este libro es demasiado personal. Me explico. Algunos creen que el mundo de la crítica musical (del tipo que sea: discos, conciertos, representaciones líricas…) se centra en Madrid, en revistas veteranas y en cuatro críticos (son más, pero es una expresión). Y sobre todo en sus rencillas personales que a ellos solo importan y que vienen de tiempos que solo ellos recuerdan y que aquí se vuelven a sacar con la excusa de hacer historia o poner en contexto lo que luego se escribe sobre lo importante del libro, que es la discografía de un director. Me ha resultado sin interés ninguno tanto el prólogo (y sus historietas) como los comentarios (amplios) del autor sobre sus andanzas como crítico, el rechazo o el apoyo que ha tenido y lo que ha luchado para defender sus opiniones. Eso se escribe, si te lo publican, en unas memorias, en un artículo en una de esas veteranas cabeceras, o en tu diario, pero no en un libro que tiene su indudable atractivo si le libras de esas notas personales. Y lo digo sin acritud y sin conocer a ninguno de los que aparecen nombrados ni tampoco al propio autor, pero con la experiencia de más de veintidós años haciendo crítica musical. A mí estas personas no me conocen tampoco ni he entrado nunca en sus polémicas y en sus dimes y diretes. Sí que a veces he coincidido en conciertos o representaciones con ellos (por cierto la mejor manera de conocer la obra de alguien es escuchándolo en directo aunque, efectivamente, cuando esto no es posible el disco ayuda mucho y todos hemos empezado por ahí), pero mi anonimato hace que, de vez en cuando, pueda oír conversaciones que me ruborizan y que dejan muy mal a algunos críticos de “reconocido prestigio”. Las críticas no son las Tablas de la Ley, como algunos creen cuando escriben, son simplemente opiniones de personas más o menos formadas que analizan a veces con independencia, a veces con interés, un momento musical o discográfico. Espero que si lee esta reseña Fernando López Vargas-Machuca no se sienta incómodo con estos comentarios muy personales (reitero que no le conozco), ajenos al aprecio con el que he visto su libro, pero creo necesarios comentar para información de los posibles lectores, que debe ser siempre el objetivo del crítico: decir lo que uno opina sin influencias ajenas y con el mayor respeto hacia lo o el criticado.