090 0H2A0677. Oropesa e Crebassa ph Brescia e Amisano Teatro alla Scala 

Aire en la Scala

Milan. 30/01/2022. Teatro alla Scala. Bellini: I Capuleti e I Montecchi. Lisette Oropesa (Julieta). Marianne Crebassa (Romeo). Jinxu Xiahou (Tebaldo). Michele Pertusi (Lorenzo). Jongmin Park (Capellio). Orquesta y Coro del Teatro alla Scala de Milan. Speranza Scappucci, dirección musical. Adrian Noble dirección de escena.

Igual que a Verdi le tocaría probablemente tierra, Si tuviésemos que asignar uno sólo de los cuatro elementos a Bellini este sería indudablemente aire. Su manera tan particular de hacer suspender y flotar al oyente pocos, muy pocos compositores lo han logrado de tal forma. Bajos poco marcados, compases largos, largas líneas con interválica poco abrupta, y suaves y ligadas volutas que se mueven con lentitud a modo de pequeñas nubes que flotan y pasan. 

I Capuleti e I Montecchi es una ópera que, afortunadamente, está pasando por un periodo de revalorización, y parece que el número de representaciones de esta obra, así como de grabaciones, empieza a incrementarse. Y no es de extrañar, porque a quien consigue imbuirse en este maravilloso universo flotante belliano le esperan momentos de indudable y autentico disfrute. 

No sé muy bien la causa del relativo abandono de este título en el repertorio, quizá abe pensar que la precipitación en su composición (en sólo mes y medio) fuese un hándicap, quizá la ausencia de un verdadero tenor protagonista, o el anticlimático final belliniano, que hizo que muchas veces fuese sustituido por el más convencional de Vaccaj con el mismo texto, ya que el libretista Romani adoptó, debido a las prisas, el libreto escrito para este compositor con el mismo título para la nueva ópera de Bellini. Decía mas anticlimático si, pero también más moderno (el final belliniano) en su abstracción, en sus silencios, en sus entrecortados episodios.

La obra tiene en Romeo y Julieta sus dos absolutos protagonistas, preponderantes máximos. Los dos personajes se imbrican, se complementan, se refuerzan, se doblan; se desarrollan siempre con el otro personaje en acción, o bien accionando con el otro personaje en mente. Musicalmente la inspiración en estos momentos es también máxima, aquí Bellini empieza a 'flotar' a dúo con compases largos frecuentemente cuaternarios como haría luego en Norma, y teje con distintas técnicas: conjuntos a distancia de tercera, a solo en episodios que luego repite el otro, cadencias, imitaciones… Cabe destacar, precisamente para contrastar esa diversidad, el momento en el final del primer acto, donde los dos protagonistas cantan al unísono por única vez en la obra para establecer esa intensa y mutua unión ante el conflicto y la adversidad, algo que impresionó hasta al mismísimo Berlioz, que no dudaría en alabar la inspiración de dicho momento.

Lisette Oropesa canta divinamente, el timbre cristalino con esa cierta lágrima que le infiere su característico vibrato levemente marcado le va a este personaje que ni pintado, dándole a Julieta ese aire doliente que tanto le acompaña. Oropesa sabe además curvar el sonido con inflexiones, diminuendi y medias voces estupendas, algo que en bel canto es fundamental. Brava. La soprano de orígenes cubanos además se encuentra a gusto y con ganas en este personaje, y terminó arriesgando en su última escena con su padre ("Ah! Non poss’io partire") regalándonos momentos de rara intensidad, con personalidad y alta vibración, descomponiendo esa cierta uniformidad de la “chicabuenaquelohacetodobien” a la que nos tiene acostumbrados, ahondando así en una vía que no le vendría nada mal explorar.

130 0H2A0791. Oropesa ph Brescia e Amisano Teatro alla Scala

Marianne Crebassa, con su voz un tanto extraña e inclasificable, híbrida, compuso un poderoso Romeo. Impulsivo, mas juvenil y 'niñato' que la más madura aquí Julieta, estupendamente caracterizado con su pantalón negro con tirantes, arrojó ímpetu y ganas durante toda la representación. La tesitura del papel es amplia, llegando al Si agudo por arriba, y sorteó con mas o menos pericia dicho escollo a pesar de que en el agudo su voz clarea y pierde expansión tímbrica. Actoralmente se vio un gran trabajo, seguramente ayudado mano a mano con Adrian Noble, y se complementó con Oropesa estupendamente, empastando y dando réplica a los bellísimos dúos de forma muy eficaz. 

Conmovedor y un lujo el Lorenzo de Michele Pertusi que, como zorro viejo en estas lides, se las sabe todas en intención y acentos dando un recital de como sacar oro de donde poco hay en un personaje muy menor. Un ejemplo de la llamada 'italianidad' que contrastaba con los otros dos personajes encomendados extrañamente en La Scala a cantantes orientales a quienes, a pesar de tener en general buena materia prima vocal, se les vio mas alejados con esa consanguineidad italiana belcantista. Jinxu Xiahou como Tebaldo comenzó con buena dicción y una voz timbrada y homogenea, pero se desvaneció luego un tanto, sin acabar de dar en la clave de los numerosos cambios en la línea escritos por Bellini, como las regulaciones en la línea de canto spianato en su aria de salida, o en el nervio y carácter de su duo con Romeo. Más perdido de dicción y propiedad el Capellio de Jongmin Park, de imponente y rotunda voz cavernosa.

Speranza Scappucci, aparte de cumplir con el honor de ser la primera mujer italiana en dirigir en la Scala sustituyendo en plenos ensayos a Evelino Pidó, dejó una buena impresión general. Su obertura no fue nada prometedora, la verdad: precipitada y mal planificada, pero según comenzó el canto, la directora se fue entonando, realizando una labor bastante aseada, acompañando con sumo cuidado, y sobretodo consiguiendo jugar con sutileza en la agógica de las líneas vocales de forma muy orgánica y muelle, además de natural e interesante. Es verdad que tampoco hubo especiales genialidades, pero es de agradecer el buen sonido general creado (excepto en la obertura) por la Orquesta de la Scala, que tuvo buenas individualidades especialmente en su magnífico clarinete, y el buen criterio bellinianamente en estilo en las comedidas variaciones aplicadas en las segundas estrofas. Correcto y empastado el Coro, aunque falto de punch y pegada, quizá motivado por el uso de las dichosas mascarillas.

Adrian Noble ha sido director de la Royal Shakespeare Company durante quince años y esto se notó en un acabado trabajo actoral durante toda la representación. Su propuesta está basada fundamentalmente en dos ideas: la violencia entre las dos facciones de familias, con coctel molotov al final del primer acto incluido, o la carga contra Lorenzo y su grupo de indigentes en el previo orquestal antes del dúo de Romeo y Tebaldo; y el sacar jugo escénico de la muerte del hermano de Julieta por Romeo que, según la trama, ocurre antes de la acción en la ópera. Es verdad que esta última idea, le propicia subrayar el carácter mas atormentado de Julieta, pero el hacer que el cadáver ensangrentado y caminante de dicho hermano deambule por la escena en varias ocasiones, roza realmente el precipicio. Elegante la escenografía de Tobias Hoheisel ambientada en los años treinta en blancos y negros, creando una bella atmósfera con aires prerrafaelitas sobretodo en el segundo acto. Impecable y bello, aunque mas conseguido en Romeo que en Julieta, el vestuario de Petra Reinhardt.

Foto: © Brescia & Amisano / Teatro alla Scala