María Dueñas estrena "Altar de cuerda", de Gabriela Ortiz, con la Filarmónica de Los Angeles
Este sábado 14 y el domingo 15 de mayo, la violinista granadina María Dueñas acudirá a Los Angeles para estrenar la nueva obra para violín y orquesta de la compositora mexicana Gabriela Ortiz: Altar de cuerda.
Lo hará junto a una de las orquestas más prestigiosas de Estados Unidos, la Filarmónica de Los Angeles y bajo la batuta de su director titular, Gustavo Dudamel, en dos citas que se completarán con la suite del ballet El pájaro de fuego, de Igor Stravinsky.
"Hasta la fecha (mayo de 2022) - explica la formación -, la compositora mexicana Gabriela Ortiz ha creado siete obras en la serie de "altares musicales", y no hay razón para suponer que no escribirá más en el futuro. Esta es la lista completa hasta ahora:
Altar de neón (1995), para cuatro percusionistas y orquesta de cámara
Altarde muertos (1997), para cuarteto de cuerda, tambores de agua y máscaras
Altar de piedra (2002), para tres percusionistas y orquesta
Altar de fuego (2010), para orquesta
Altar de luz (2013), para cinta
Altar de viento (2015), para flauta y orquesta
Y es que para Gabriela Ortiz, el altar no es un concepto religioso, sino que su significado tiende más a lo simbólico, a lo espiritual y a lo mágico; un altar es un lugar para poner en relieve la música. Sin embargo, la primera obra de la serie se inspiró en un auténtico altar de neón que encontró en una iglesia. En esta imagen tan improbable, encontró un sincretismo cultural, un borrado de fronteras, un eclecticismo conceptual que bien puede sintetizarse en la idea de lo posmoderno, que resulta ser una de las principales tendencias estéticas que definen su música.
Al abordar la cuestión de la forma en su nueva obra, Gabriela Ortiz procede según la tradición y elige la estructura habitual de tres movimientos, rápido-lento-rápido. En el primer movimiento, "Morisco chilango", la compositora ha incluido algunos sutiles giros melódicos que imparten un sabor vagamente mediterráneo, un guiño a las raíces andaluzas de María Dueñas. En general, "Morisco chilango" representa una más de las visiones de Gabriela Ortiz sobre la apropiación y reapropiación cultural, un tema importante en su pensamiento musical. (Ella misma es, por cierto, orgullosamente chilanga).
En "Canto abierto", la referencia lejana es a las capillas abiertas que eran una característica común en las iglesias mexicanas del siglo XVI, construidas para catequizar a las comunidades indígenas aún reticentes a entrar en un templo. Aquí, el principio operativo del compositor es la creación de acordes que se construyen y deconstruyen, armonías que crecen y se contraen lentamente como un oleaje marino que puede percibirse visualmente en la partitura, mientras el violín solista flota líricamente sobre las olas sonoras. Al principio y al final del movimiento, todos los músicos de viento (tanto de madera como de metal) tocan copas de cristal afinadas, que crean un campo armónico adicional".