madrid palacio longoria sgae 1

La SGAE estaría al borde de la quiebra tras su gestión, agravada por el coronavirus

Según recoge un reportaje publicado recientemente por eldiario.es, la Sociedad General de Autores estaría supuetamente al borde de la ruina, tras años encadenando una gestión ineficaz, entremezclada de luchas intestintas y corrupción. La pandemia del coronavirus supondría ahora la puntilla a una deriva ya antes muy acusada. A la SGAE le podrían quedar así apenas meses de vida, recién tomadas las riendas de la institución por parte del guionista Antonio Onetti, elegido nuevo presidente por la Junta Directiva, tras la moción de censura que acabó con el mandato de Pilar Jurado.

El repentino cese de las actividades culturales suscitado por el coronavirus, con el consiguiente estancamiento en la recaudación, no habría sino empeorado la situación financiera de la SGAE hasta hacerla insostenible. Si bien la institución no puede entrar en bancarrota, técnicamente hablando, a la sociedad no le queda sino un único mecanismo para evitar su quiebra: la reducción en el reparto de derechos a los socios, para proveer así de fondos las propias cuentas de la institución, a través del llamado descuento de la administración, situado ahora en un 15%. La SGAE fue expulsada hace ahora un año de la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC), en sanción por sus malas prácticas.

Tal y como recoge eldiario.es, un aumento en este mecanismo podría acarrear el descontento de muchos socios, abriendo la puerta al abandono de muchos de ellos, que no verían motivo suficiente para seguir formando parte de una entidad que no vela por sus derechos. El futuro es pues sumamente incierto para la SGAE, al menos en el corto plazo, con una recaudación que tardará en retomar el vuelo y con unas cuentas ya muy mermadas de antemano. Entre las posibles salidas que se dibujan para las finanzas de la SGAE se barajan algunas medidas tan drásticas como la aplicación de un ERE para buena parte de sus más de cuatrocientos trabajadores o la venta de algunos de sus preciados inmuebles, como su sede en Madrid, en la calle Bárbara de Braganza.