En Platea Magazine hemos pedido a nuestros redactores que escojan y valoren a dos nombres destacados en el mundo de la clásica y la lírica durante el 2015 que ahora concluye. A continuación os ofrecemos la selección personal de cada uno de ellos, con sus elocuentes coincidencias y sus particulares prioridades.
Todo el equipo de redacción aprovecha esta ocasión para desear a nuestros lectores un muy próspero año 2016.
Enrique Bert
José María de Usandizaga. Este año ha sido el “año Usandizaga” en el País Vasco. En un esfuerzo en el que han reunido sus fuerzas instituciones culturales, sociales y políticas se ha conseguido que durante el 2015 la obra lírica, sinfónica y camerística de este malogrado compositor, fallecido con apenas 28 años, haya estado presente de forma continua en los atriles. Un años, ejemplar en muchos aspectos, que ha permitido recuperar su ópera póstuma La llama e incluso dejar una grabación de la misma; un año que también ha posibilitado poner en el escenario sus otras dos óperas, Mendi mendiyan y Las golondrinas. Un año que parece, tendrá continuidad durante el año entrante con la programación en el Teatro de la Zarzuela. Y es que a Usandizaga y su obra le falta dar el salto y obtener el reconocimiento que se merece más allá de sus fronteras vitales. El esfuerzo hecho en 2015 no puede ni debe ser baldío.
Emilio Sagi. Tras siete años al frente de la dirección artística del Teatro Arriaga Emilio Sagi ha decidido, en coincidencia con el fin de año, abandonar la institución. Sustituir a Luis Iturri, quien consiguió hacer levantar el vuelo al teatro, no parecía tarea fácil pero tras su periodo de gestión Emilio Sagi puede irse con la conciencia tranquila. El Teatro Arriaga es hoy ejemplo de programación pragmática y ecléctica, donde música y teatro dominan, sin monopolizar su uso. En el caso de la música el teatro ha sabido asumir su rol de complemento a la temporada estable de la ABAO, abriendo sus puertas a la zarzuela, la ópera barroca y la del siglo XX, superando así las carencias de la temporada oficial, tan escorada a los títulos tradicionales. Así, Henze, Ádes o Sciarrino han aparecido al lado de Haydn, Mozart o Kapsberger. Además, obras sinfónicas, recitales líricos o ciclos de lieder han sido una constante en la programación. Venga quien venga, su reto no será pequeño.
Diego A. Civilotti
Emilio Casares Rodicio (Vega de Espinareda, León, 1943). Musicólogo. Autor de numerosos estudios sobre la música de nuestro país y coordinador de una obra de referencia como el Diccionario de la música española e hispanoamericana. Padre de la musicología española contemporánea, en 1984 organiza la primera cátedra universitaria española de musicología en la Universidad de Oviedo. Retirado el año pasado de su cátedra en la Universidad Complutense de Madrid, así como de su cargo de director del Instituto de Complutense de Ciencias Musicales, este año ha recibido reconocimiento institucional a toda una trayectoria dedicada a la investigación, la docencia y la recuperación del patrimonio musical español. El 27 de febrero de este año se le brindó un homenaje en la Universidad Complutense, donde se presentó Allegro cum laude. Estudios musicológicos en homenaje a Emilio Casares, un libro colectivo coordinado por María Nagore y Víctor Sánchez; unos 60 estudios con aportaciones de tres generaciones de toda España. Pocos días antes de finalizar este 2015, el 29 de diciembre, se ha anunciado que recibirá la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes.
Josep Soler i Sardà (Vilafranca del Penedès, Barcelona, 1935) compositor, escritor y pensador de cuyo nacimiento se cumplen 80 años en 2015. Es autor de un prolífico catálogo en el que destacan dieciséis óperas, ocho sinfonías, una extensa obra para órgano y para piano, así como una cuantiosa obra vocal a la que pertenecen diecinueve cantatas de cámara y numerosas obras para solistas, coro y diversos conjuntos instrumentales. Como escritor ha publicado hasta la fecha once ensayos. Ha recibido premios como el Nacional de Música de Cataluña (2001), el Nacional de Música de España (2009) o el Tomás Luis de Victoria (2011) entre otros, además de rechazar la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2013. Por su 80 aniversario el Festival de Pascua de Cervera le dedicó un homenaje el 3 de abril de este año, con la recuperación de su cantata Passio Jesu-Christi (1968). También se le han dedicado exposiciones en la Escuela Superior de Música de Cataluña (del 7 de mayo al 4 de septiembre) y en la Biblioteca Nacional de Cataluña (del 2 al 30 de octubre).
Juan José Freijo
Gregory Kunde. Algo debe haberle gustado de nuestro país a este norteamericano. Este cantante todoterreno se ha convertido en una atractiva constante en las temporadas españolas, son pocos los teatros de la península que no ha visitado durante el 2015. Por recordar sus mejores actuaciones, comenzó con un brillante Poillione en el Liceo, creando junto a la Norma de Rodavnosky uno de los mejores repartos de año. En verano, un intenso Otello verdiano, en Peralada, a pocos días de cantar la versión rossiniana del mismo personaje. Y para terminar dos Roberto Devereux –la obra de moda este año– en Madrid y Bilbao. Combina los resplandecientes agudos de su pasado como tenor belcantista, con la potencia y aguante de una voz que se ha hecho más fuerte y noble con la edad. En el 2016 seguirá con su romance español, como el Samson de Fura del Baus para enero en Valencia, y tras esto, en la Manon Lescaut de la ABAO.
David Afkham. Madrid y la Orquestra Nacional del España llevaban demasiado tiempo esperando a su chico maravilla. Tras la marcha de Pons se interrumpió el buen trabajo que el catalán había realizado y la formación quedó en cierto estado de latencia. Con el nombramiento Afkham volvió la esperanza. Como en los antiguos noviazgos, este alemán ha estado conociendo a su orquesta prometida durante un par de años antes de dar el paso definitivo, el flirteo dio resultados prometedores pero no concluyentes. En el otoño del 2015, la pareja se ha formalizado y el comienzo de su primera temporada como director oficial no ha podido ser mejor. El inmenso y memorable estreno de su “Resurrección” malheriana en septiembre funcionó como apropiada alegoría para una orquesta que renace con espíritu renovado. Y desde entonces hemos tenido un nivel de calidad impecable y muy necesario, para llevar a la principal orquesta de Madrid al nivel que muchos creemos que le corresponde.
Gonzalo Lahoz
María José Montiel. 2015 ha sido el año de la Montiel; también el nuestro, el del público, disfrutándola en plenitud. Debutó en el Ciclo de Lied junto a Josep Colom, recogiendo aún los éxitos de su último trabajo discográfico El día que me quieras, mientras debutaba Samson y Dalila en México y Ulrica de Un Ballo in Maschera en Israel junto a Zubin Mehta, con quien ha abierto la temporada de ópera en Nápoles con Carmen de Bizet. Y todo ello coronado con el Premio Nacional de Música en reconocimiento a una brillante carrera plagada de éxitos que, sin parar de cosecharlos, a buen seguro harán que 2016 vuelva a ser su año. En el horizonte un nuevo disco, esta vez dedicado a la ópera junto a la Orquesta y Coro de RTVE y el estreno absoluto de la ópera María Moliner de Parera Fons.
Kirill Petrenko. A Petrenko le ha hecho protagonista la mejor orquesta del mundo, la Berliner Philharmoniker, al escogerle con su dedo cuasi divino como nuevo director principal, tras muchas especulaciones ante un posible nombramiento más mediático que verdaderamente fructífero en lo que a resultados artísticos se refiere. Con el ruso se ha optado por la vida de en medio, con una batuta joven, de mente brillante y nuevas inquietudes, de aquellas que aún no paran de “conceptuar” y que habrá que escuchar en qué rasgos deriva y aporta a los atriles; así como una cara atractiva a un mercado editorial cada vez más marchito en la búsqueda de un nuevo consumo más rápido, digital desde luego, para cuya carrera la Berliner se ha posicionado en un lugar privilegiado, más ahora con Petrenko.
Jordi Maddaleno
Nadine Sierra. En el universo sopranil, siempre el más complicado y competitivo de las voces operísticas, la avalancha de sopranos venidas del Este, con un perfil en la estela de la todavía diva de divas del siglo XXI, Anna Netrebko, parece dominar los escenarios. Pero más allá de nombres como Olga Peretyatko, Alexandra Kurzak o Valentina Nafornita, la realidad y estimulante alternativa al otro lado del charco se podría resumir en el nombre de la estadounidense Nadine Sierra (Florida, 1988). Ganadora de concursos del prestigio del Neue Stimmen o el Montserrat Caballé de Zaragoza, ambos en 2013, la todavía precoz voz ha tenido este final del 2015 unos debuts más que remarcables en la ópera de Zurich, la de San Francisco y la Ópera de París. Fue Norina no hace tanto en el Palau de Les Arts de Valencia, una Norina de Don Pasquale eclipsando al resto del elenco. Belleza racial, Sierra es de madre portuguesa y padre americano (portoriqueño de ascendencia italiana). Naturalidad y encanto, una voz perlada de lírica ligera con cuerpo y una homogeneidad envidiable, seguridad técnica y algo tan difícil de tener como carisma escénico la han convertido en la gran promesa de la importante escuela de canto de los EE.UU. Termina este 2015 como Gilda debutante en el Met y arrancará el 2016 en el mismo rol debutando en La Scala de Milán. ¿Hace falta decir más?
Pablo Heras Casado. Hablar de Pablo Heras Casado, es hablar de un fenómeno que abarca múltiples características que lo aúpan como el director español estrella, el más mediático y el nombre más deseado por muchos teatros de ópera y no pocas orquestas. Que el pasado mes de diciembre 2015 haya cumplido 20 años de carrera batuta en mano, para un director que no llega a los cuarenta años, puede sorprender todavía a muchos, y es que la perseverancia y el trabajo constante son una de las bases de una carrera sólida que se aventura sin límites. Su versatilidad, desde la música polifónica o barroco que ama y conoce desde su juventud granadina, fundador de la Orquesta Barroca de Granada (2002), se confirma con discos tan estupendos como los que han salido al mercado este 2015 bajo el sello Arkiv-DG: Praetorius o Il maestro Farinelli. Su afinidad con el romanticismo alemán, sus excelentes discos de Schumann o Schubert con la Freiburger Barockorchester, pero también su espíritu operístico -única batuta española fija estos últimos tres años en el MET- su titularidad como principal director invitado en el Teatro Real, etc. Acaba el 2015 dirigiendo nada más y nada menos que la 9ª sinfonía de Beethoven en Viena y comienza 2016 sustituyendo nada menos que al recientemente retirado Nikolaus Harnoncourt en la Mozartwoche de Salzburg, en el que será su debut con la Filarmonica de Viena. ¿Puede haber un final y un inicio mejores?
Alejandro Martínez
Gregory Kunde. Pocos tenores viven dos vidas como le viene sucediendo al norteamericano Gregory Kunde (Rochester, 1954), que al paso que va terminará por afincarse entre nosotros en España, habida cuenta de la continuada presencia que nuestros teatros tienen en su agenda. Durante el último lustro, y singularmente durante los dos o tres últimos años, su trayectoria ha experimentado un vuelco espectacular, con una ampliación progresiva de su repertorio, sin olvidar no obstante las raíces belcantistas de sus orígenes. Es así como en un mismo año, este 2015, le hemos visto cantar lo mismo el Otello de Rossini que el de Verdi, en una gesta histórica que ya le sitúa en los anales de la lírica. Durante este año Kunde ha sido Riccardo (Un ballo in maschera, Verdi; Bologna), Pollione (Norma, Donizetti; Barcelona, Venecia, Múnich), Otello (Otello, Verdi; Sao Paulo, Peralada, Sevilla), Radamès (Aida; Verona), Otello (Otello, Rossini; Milán), Manrico (Il trovatore, Verdi; La Coruña), Roberto Devereux (Roberto Devereux, Donizetti; Madrid, Bilbao). A todo ello sumó también su debut en Bilbao con el programa doble de Cavalleria rusticana y Pagliacci, como Turiddu y Canio respectivamente. Y a la vista, también en Bilbao, su próximo debut como Des Grieux en la Manon Lescaut de Puccini junto a Ainhoa Arteta. Huelga decir que en el caso de Kunde la sensación de una segunda vida tiene más sentido si cabe desde que superó el cáncer. De alguna manera parece decidido a regalarse y regalarnos un último tercio de carrera fulgurante, como sin red, pero con los pies en la tierra.
Kirill Petrenko. Se que suena pretencioso pero lo tuve muy claro cuando salí sobrecogido de aquellos memorables Soldaten de Múnich, en mayo de 2014: Petrenko es un genio, una batuta única y singular, un escogido de esos que surgen muy de cuando en cuando, uno entre cientos. Por algo no dudé en volver a ver esos Soldaten cuando se repusieron la temporada siguiente en Múnich. Y tras haberle escuchado dirigir dos Anillos (Bayreuth, 2014 y Múnich, 2015), Die Frau ohne Schatten (Strauss), Lucia di Lammermoor (Donizetti), Der Rosenkavalier (Strauss), Lulu (Berg) y Ariadne auf Naxos (Strauss), la verdad es que su nombramiento como titular de la Filarmónica de Berlín no me pilló de sorpresa. Fui de hecho uno de los pocos que apostaron por él desde el principio para el podio berlinés. Era la única opción coherente con el espíritu de la formación, que no es otro que el de hacer la mejor música posible, al margen de cualquier otro factor. Y el hombre para eso es Petrenko, reluctante a la indiferencia, de una imaginación desbordante, preciso de arquitecturas, un torbellino de intenciones.
Javier del Olivo
Kirill Petrenko. Éste ha sido, sin ninguna duda, el año de Kirill Petrenko. Con una carrera sólida, pero lejos del foco mediático, el director ruso se ha hecho un lugar entre el Olimpo de los directores de orquesta. Si ya obtuvo la atención de todos los medios en 2013 con su fabuloso Anillo de Bayreuth, se ha convertido en estos años en referencia desde el foso de la Ópera Estatal de Baviera. Su nombramiento este año como titular de la Filarmónica de Berlín (una vez que abandone el puesto en 2017 Sir Simon Rattle) le ha aupado a lo más alto del escalafón musical. Porque, no nos engañemos, dirigir la Filarmónica sigue siendo el título más deseado, más codiciado, entre los podios orquestales, aunque los puristas discutan si no es la mejor orquesta o que son evidentes sus querencias comerciales. No sabemos cómo el tímido Petrenko llevará un cargo en el que están puestas todas las miradas, pero sí que estamos seguros su profesionalidad, de su estudio concienzudo y muy personal de las partituras y el genio de su batuta que, sin duda alguna, serán garantía de éxito.
María José Montiel. Dentro del admirable plantel de cantantes del panorama lírico español que se merecerían ser protagonistas del año que acaba, 2015 ha sido un año muy destacado para la mezzosoprano María José Montiel. No sólo ha sido reconocido su trabajo por organismos públicos y privados (Se le ha concedido nada menos que el Premio Nacional de Música 2015) si no que ha debutado en el Teatro San Carlos de Nápoles, cuna de tantos estrenos operísticos, con el papel más destacado de su cuerda, Carmen, y bajo la dirección de un maestro consagrado como es Zubin Metha, recibiendo las mejores críticas. 2016 también se presenta con retos importantes para ella como el estreno de la ópera María Moliner que con música de Antoni Parera se subirá al escenario del Teatro de la Zarzuela el próximo mes de abril. Una artista consagrada que sigue dando lo mejor de sí en cada función, en cada concierto.
Silvia Pujalte
John Gilhooly. John Gilhooly es el director general del Wigmore Hall de Londres, la mejor sala de música de cámara del mundo (¿qué otra puede rivalizar con los 460 conciertos programados para esta temporada 2015-2016?) desde 2005; tenía entonces treinta y dos años y llevaba cinco como codirector. En estos años, Gilhooly ha encontrado el equilibrio entre la tradición y lo contemporáneo, y cada año encarga cuarenta nuevas obras; mima al público de toda la vida y completa la programación con otras 460 actividades educativas; al escenario suben los mejores músicos del momento pero los concursos de canción y cuartetos de cuerda están entre los más prestigiosos. El Wigmore Hall fue la primera sala en contar con un sello discográfico propio, que desde 2005 ha publicado más de sesenta discos, y espero que su cuenta de Twitter (que de vez en cuando lleva el propio director) se esté estudiando como caso de éxito. Sus diez años al frente del Wigmore Hall son motivo más que suficiente para considerar a John Gilhooly protagonista del año pero añadamos otros dos; uno, tecnológico: durante las reformas del pasado verano se equipó la sala con la tecnología necesaria para ofrecer conciertos en streaming. El otro, artístico: durante la actual temporada y la próxima se interpretará en el Wigmore Hall, y a lo largo de unos noventa recitales, la integral de los lieder de Schubert.
Dorothea Röschmann. El verano de 1995 Dorothea Röschmann debutaba con 28 años en el Festival de Salzburgo; Nikolaus Harnoncourt dirigía Le nozze di Figaro y aquella Susanna la reveló como una estupenda soprano mozartiana. Han pasado veinte años y seguramente no podemos considerarla una estrella, se ha mantenido demasiado alejada de los focos, los discos y los medios, y su repertorio, esencialmente centrado en Mozart, el oratorio barroco y el lied, no es el que más llama la atención. Sin embargo, discretamente, ha construido una carrera sólida, tan sólida que cuando se piensa en las mejores intérpretes durante los últimos años de papeles como Susanna, la Condesa, Pamina, Vitellia o Donna Elvira, siempre, para sorpresa de muchos, aparece su nombre. Este año 2015 ha cobrado protagonismo gracias fundamentalmente a la publicación de tres grabaciones muy recomendables: Portraits, con Malcom Martineau, aparecido a finales del año pasado; Mozart Arias, con la Orquesta Sinfónica de la Radio de Suecia dirigida por Daniel Harding, y un disco con lieder de Schumann y Berg, con Mitsuko Uchida, ambos pubicados este otoño. Ha sido noticia, además, por las importantes novedades anunciadas en su repertorio para la presente temporada 2015-16: en marzo debutará la Desdemona del Otello de Verdi y en abril, Jenufa.
Yolanda Quincoces
Jonas Kaufmann. El 2015 ha sido un año espectacular para el tenor de moda. Año que remataba hace tan sólo unos días al recibir el Premio Puccini, otorgado por la Fundación del Festival Puccini de Torre del Lago. En octubre se le concedía otro galardón, el de los European Cultural Awards, de la Fundación Cultural Europea. Con Puccini ha obtenido Kaufmann un éxito espectacular que comenzaba con un memorable concierto en el Teatro alla Scala el 14 de junio, en el que el público le pedía cinco bises y le premiaba con nada menos que cuarenta minutos de aplausos. Su álbum dedicado al compositor, Nessun Dorma: The Puccini Album, era uno de los lanzamientos más esperados del año, y no ha defraudado. Un interesantísimo repaso por toda la obra del compositor que evita en gran medida caer en la repetición de los fragmentos más míticos (con excepciones como la del aria que da título al álbum). Varios debuts salpicaban su apretada agenda, como el de Radamès en Aida en Roma, tras su grabación bajo la dirección de Antonio Pappano; y el doble papel en Cavalleria Rusticana y Pagliacci en el festival de Salzburgo. Ha sido protagonista también de varias retransmisiones de ópera en streaming, un fénomeno con cada vez más seguidores: la reciente Damnation de Faust desde París, Fidelio desde Salzburgo, Manon Lescaut desde Múnich, Andrea Chènier desde Londres. Una larga lista de éxitos que mantiene al que muchos ya conocen como “el mejor tenor del mundo” en lo más alto de la lírica actual.
Maria José Montiel. Si hay un nombre que haya destacado en este 2015 en el panorama de la lírica española es el de la mezzosoprano Maria José Montiel. Ella misma nos contaba en su entrevista con Platea Magazine como este año que se cierra ha resultado ser probablemente el más importante de su carrera. Ha sido dirigida en cuatro ocasiones en estos meses por el maestro Zubin Mehta, la última de ellas con su querida Carmen en el prestigioso Teatro San Carlo de Nápoles, en el que debutaba en este mes de diciembre. Supera ya el centenar de representaciones de un rol que ha llevado por medio mundo, cosechando éxitos a su paso. Debutaba, además, la Ulrica de Un ballo in maschera, de nuevo junto a Mehta en Israel, y la Dalila de Saint-Saens en México, otro rol emblemático y que parece hecho a su medida. Se estrenaba también en el ciclo de lied del Teatro de la Zarzuela, participaba en la gala del 50 aniversario de la Orquesta y Coro de RTVE... Y entre todas estas citas, recibía el Premio Nacional de Música, un galardón concedido anualmente por el Ministerio de Cultura, Educación y Deporte que premia la exitosa carrera internacional de Montiel. Sin duda, un año para el recuerdo en la ascendente carrera de la mezzosoprano.