Salut à la France!
Las Palmas de Gran Canaria. 22/04/17. Teatro Pérez Galdós. Temporada 50ª de la Ópera de Las Palmas. Donizetti: La fille du régiment. Jessica Pratt (Marie). Javier Camarena (Tonio). José Julián Frontal (Sulpice). Graciela Araya (La Marquise de Berkenfield). Isaac Galán (Hortensius). Alfonso Romero, dirección de escena. Miquel Ortega, dirección musical.
"Salut à la France! A ses beaux jours! A l'espérance!" (¡Brindemos por Francia! Por sus bellos días! Por la esperanza!) Los ecos de las últimas palabras entonadas en el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas en la noche de ayer, en la función de La fille du régiment, resuenan hoy con especial relevancia, día en el que Francia decide su futuro y, una vez más, un tanto el de todos.
Es curioso, porque parte del argumentario que esgrime una de las firmes candidatas a la Presidencia de la República, el xenófobo, el del miedo a lo de fuera, el de la falsa creencia de pérdida de identidad a través de la rica adicción de otras, fue sufrido también por Donizetti cuando estrenó La Fille en París. Le había pasado siempre con sus premieres francesas anteriores, pero esta vez el ataque iba a ser más doloroso, pues lo esgrimía una de los grandes figuras del panorama musical, el mismísimo Héctor Berlioz.
“El Señor Donizetti parece tratarnos como un país conquistado: es una verdadera invasión. Ya no se habla de la Ópera de París, sino sólo de las casas de ópera del Señor Donizetti… Puesto que nuestro gobierno, que subvenciona a gran costo nuestro Conservatorio y apoya nuestros teatros, no se preocupa por el futuro o el bienestar de sus artistas, por cuya educación ha pagado… Han de ser los propios artistas quienes adquieran una conciencia de su propia fuerza y ambición…”
La música de Donizetti resonará además en la isla durante mucho más tiempo al haberse ofrecido una noche redonda, intachable de ópera, de aquellas que marcan a los presentes. No sólo se hizo magia, se hizo también historia en Gran Canaria: casi 40 años después del último bis (de Plácido Domingo), el tenor Javier Camarena repetía la hazaña tras largos minutos de atronadores aplausos en su Ah mes amis… Por mon âme. Y es que Camarena se comió el escenario de principio a fin, con una desenvoltura tan natural que atrapó a todo el mundo desde que apareció sobre él. El pathos medido y el derroche de comicidad para el pobre diablo que en un principio se refleja en Tonio, acompañado de una factura cánora intachable, forjaron su sensacional noche. Legato para servir a Donizetti como se merece, cautivador fraseo, de ardoroso timbre en la senda del mediterreanismo y por supuesto agudo liberado, sin estridencias en el cambio, con un último do sobreagudo en su Pour mon âme penetrante y expansivo, cálido, timbrado. El delirio no se hizo esperar y tras cinco (?) minutos de incansables aplausos, el mexicano ofreció el comentado bis. Pero el Tonio de Camarena es mucho más que eso, es puro Donizetti, en el Pour me rapprocher de Marie, en cada momento con Marie…
Y Marie fue una fabulosa Jessica Pratt, que debutaba el rol con una visión exquisita, pulcra de la protagonista. A su Marie, que llega a cantar tumbada boca arriba con la cabeza debajo de un coche, se le hacen mil perrerías sobre el escenario que a cualquiera podrán haberle complicado la noche, pero no a ella. La Pratt parece poderlo todo y con una vis cómica de lo más convincente, dibujó a una mujer activa, decisiva en el drama y realmente intachable en lo cánoro. De registro muy homogéneo, lo de Pratt es pura delicadeza, pura dulzura en un instrumento de muchos quilates que corre con soltura. Proyección cristalina y timbradísima de una línea irisada rematada en un manejo de las coloraturas y el agudo impecable, maravillosa en Chacun le sait o atacando Salut à la France por ejemplo sin contemplaciones, sin bajar el ritmo y donde solventó las bajadas al grave con acierto. Muy aplaudida, es de esperar que su Marie gire por medio mundo para que todos puedan disfrutarla.
Acompañó a la pareja protagonista el Sulpice acertado y divertido de José Julián Frontal, de felices resultados en su concepción bufa, junto a la Berkenfield de Graciela Araya, quien sirvió adecuadamente a la marquesa en su caracterización vocal y dramática. Adecuado de igual modo el Hortensius de Isaac Galán en su cometido, redondeando todos ellos y el resto de personajes una noche de merecido éxito.
Desde el foso, Miquel Ortega, a quien entrevistaba hace pocos días, cuidó y mimó a Donizetti. Una lectura aseada, siempre en pro de las voces que concurrían sobre el escenario y en ocasiones con especial miramiento para que estas brillasen en su protagonismo. Refinamiento en Il faut partir, con un templado larghetto; contrastado en la lección de música, balanceado en Tous les trois o decisivo en el Ah mes amis. La Orquesta Filarmónica de Gran Canaria rayó siempre a gran altura.
Sobre el escenario, la propuesta de Alfonso Romero, si bien fue resolutiva y eficiente, en ocasiones parecía pecar de una sensación de lo ya visto, en detalles escénicos o en los gags empleados, que por momentos además se desviaban de la historia narrada (Berkenfield en la cocina) o que simplemente no cuadraban (las trompas alpinas en la obertura), introduciendo texto en el libreto o recortando otros tradicionales momentos (Crakentorp se queda aquí en nada). Demasiado movimiento escénico perjudicó a lo musical en algún momento, pero no obstante la factura resultó positiva en lo global. Hizo reír e hizo disfrutar, completando esta maravillosa noche.