Gardiner Brahms Concertgebouw23

Un joven de 80 años

Ámsterdam, 3-5/05/2023. Concertgebouw. Brahms. Sinfonías. Orquesta del Concertgebouw. Sir John Eliot Gardiner, dirección musical.

 

Holanda es un país encantador que me

procura siempre una inesperada satisfacción.

Todos, músicos y aficionados, adoran hasta

tal punto la Segunda que mi estancia

en verdad es un triunfo.

Johannes Brahms

 

La relación de Ámsterdam con la figura y la obra de Brahms viene de lejos, como vemos en la cita. Esta temporada ese lazo lo ha apretado uno de los más sobresalientes directores de la actualidad con la interpretación, en dos programas, de las cuatro sinfonías del compositor de Hamburgo. El maestro es un  joven de espíritu que acaba de cumplir 80 años y responde al nombre de John Eliot Gardiner. Y digo joven porque lo que más resalta de su acercamiento al ciclo sinfónico brahmsiano es la frescura y vivacidad que su versión transmite a la orquesta y al público. Gardiner se plantea una recreación de esta música. No ve unas sinfonías que ponen fin a la era romántica, agarrándose a la tradición beethoveniana, algo trasnochadas y símbolo de la resistencia al cambio. El director nos presenta, por contra, un Brahms que bebe de la tradición pero que también es hombre de su tiempo y de  los cambios de todo tipo, también en lo musical, que se están produciendo. El trabajo de Gardiner se centra en buscar transparencia y contrastes que saquen a la luz imágenes que “modernizan” las sinfonías de Brahms. El gran acierto es ese: quitar el polvo de muchos años de tradición, de la forma de enfocar este ciclo y verlo desde un punto nuevo, como una especie de puente que une a Beethoven o Schumann con el futuro. El resultado son dos veladas espectaculares en las que cada una de las sinfonías tuvo su protagonismo y, a la vez, formó parte de un plan general, de esa visión que comentábamos. 

El día 3 de mayo pudimos disfrutar de las sinfonías 1ª y 3ª. Sabido es el largo y tortuoso camino que llevó a la composición de la Primera Sinfonía de Brahms. El compositor pasa 20 años elaborando esta obra entre dudas e indefiniciones, pero poco a poco va tomando forma y en 1876, cuando el hamburgués tenía ya 43 años,  ve la luz una de las sinfonías más atractivas de la historia de la música. Una obra poderosa, de imparable fuerza, con una impecable construcción interior, de gran complejidad dentro de los cánones románticos.  Ya en la grandiosa introducción del primer tiempo (Un poco sostenuto-allegro) Gardiner dio las pautas de lo que sería su lectura: concentración y búsqueda de cada textura en los tempi más líricos, expresividad y transparencia en los momentos más vigorosos. Si la interpretación de la Primera Sinfonía fue un éxito, la de la Tercera rozó la perfección. Aquí Gardiner estuvo especialmente inspirado y seguido por la extraordinaria Orquesta del Concertgebouw de la que luego hablaremos, consiguió una versión que encandiló a un público que se levantó como un resorte para aplaudir y vitorear al director al final de la interpretación. Y es que el maestro inglés supo adaptarse perfectamente a esta obra de cambio, de transformación del compositor que ya tenía 50 años cuando la estrenó. La Tercera es la sinfonía más vinculada con Beethoven y a la vez la que abre más otros caminos en el opus brahmsiano. Especialmente atractivo es el el tema que abre el tercer tiempo, poco allegretto, que tiende puentes entre el pasado y el futuro. Gardiner lo recreó con una belleza absoluta que contagió el maravilloso Allegro-un poco sostenuto que cierra la sinfonía.

El día 5 de mayo se completó el ciclo con la interpretación de las sinfonías Segunda y Cuarta. Con un recorrido mucho más dulce que la primera y con un éxito más inmediato, la Segunda Sinfonía es la más “bucólica”, la que más remite a esas vacaciones con trabajo, que tanto gustaban a Brahms y que le llevaban a lugares idílicos donde poner componer con tranquilidad. Gardiner supo encontrar ese toque liviano, absolutamente encantador, que le va tan bien al primer tiempo: Allegro ma non troppo. Espectacular toda la madera de la orquesta en el bellísimo y “pastoral” segundo movimiento y  efectista en ritmo y sonido el cuarto. Se cerraba el ciclo con la Cuarta Sinfonía, una obra compacta, concentrada, y con fuerte sentido de unidad en todos sus movimientos. La interpretación siguió estás líneas pero creando un ambiente más libre, donde cada movimiento, brilló por sí solo, especialmente el último, Allegro energico e passionato. 

Qué decir a estas alturas de la calidad como el de la Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam. Reconocida como una de las más grandes orquestas del mundo, cada vez que se escucha se constata esa extraordinaria versatilidad, esa conjunción que permite las individualidades a la vez que produce un sonido compacto. Destacar una cuerda excepcional, con timbres aterciopelados, suaves y delicados sin perder la tensión. En la interpretación de estas sinfonías tuvo papel protagonistas unas trompas fabulosas, una percusión que en la Concertgebouw siempre ha contado con grandes profesionales, y una madera donde cada instrumento se escucha perfectamente a la vez que forma parte de un, como decíamos, un compacto conjunto. 

¡Cómo le hubiera gustado oír a Brahms estas versiones cuando visitaba Holanda! Ese privilegio lo tuvo el público que llenaba la famosa sala de Ámsterdam cada uno de los días que duró la interpretación de las Cuatro Sinfonías por ese inestimable maestro que es Sir John Eliot Gardiner, especialista en las tres B de la música alemana: Bach, Beethoven y Brahms.