aida calixto linden 01© Herwig Pramme

Imperialismo entre lentejuelas

Berlín. 15/10/23. Staatsoper unter den Linden. G. Verdi: Aida. Marina Rebeka (Aida). Elina Garanca (Amneris). Yusif Eyvanof (Radames). Gabriele Viviani (Amonasro). René Pape (Ramfis). Grigory Shkarupa (Il Re). Victoria Randem (Sacerdotisa). Gonzalo Quinchahual (Emisario). Staatsopernchor. Nicola Luisotti, dirección musical. Calixto Bieito, dirección de escena.

Atractiva elección la de abrir la nueva temporada 23/24 de la Staatsoper unter den Linden con una nueva producción de Aida por Calixto Bieito y con el protagonismo femenino de dos cantantes letonas, Marina Rebeka como Aida y Elina Garanca como Amneris. Si a esto sumamos que ha sido el debut de Rebeka como Aida y que también ha sido el debut al foso frente a la Staatskapelle de Berlin del director italiano Nicola Luisotti, los ingredientes no podían ser más auspiciadores.

Nadie se podía esperar una Aida al uso desde el punto de vista escénico con la firma de Bieito y, ciertamente, el director burgalés no decepciona en ese aspecto. La producción de Calixto inunda al espectador con una estética sobre fondo blanco omnipresente. El público se ve salpicado con imágenes desconcertantes que rallan la estética de un film de terror, con alusiones que caricaturizan el imperialismo estadounidense como el uso de la figura de un macabro payaso que recuerda claramente a Ronald McDonald.

Bieito desacraliza la celebración vintage en la que suelen caer tantas veces las producciones de Aida más comunes. Aprovecha la confrontación de Egipto y Etiopía, con dos familias de poder en lucha por la explotación de recursos naturales de los países africanos por parte de Occidente. Así, Radamès no es más que una marioneta en manos de Amneris, a la que no rechaza explícitamente por su ambición de poder. Aida es una enamorada traicionada por su amante y usada por su propio padre en beneficio personal, y Ramphis la todopoderosa sombra cristiana al acecho de los herejes africanos.

Si conceptualmente la idea crítica y desasosegante de Bieito cumple a la perfección su cometido, convirtiendo la marcha triunfal en una apología del neocolonialismo y supremacismo capitalistas, la fórmula se puede volver algo indigesta. Estéticamente es impecable, con vestuario de lentejuelas para Aida y Amneris, en metafórica lucha de dos ricas burguesas a cual más sofisticada y rendida al consumismo. Escénicamente la propuesta es de un minimalismo propio del siglo XXI, austero y conceptual, y con un trabajo de dirección de actores irregular: magnificas ellas, perdidos y desorientados ellos (Radamés o Ramphis). Esta Aida no deja indiferente, incomoda y estimula, pero también crea confusión y desconcierta.

aida calixto linden 02© Herwig Prammer.

El reparto, a mayor gloria de Rebeka y Garanca no dejó lugar a dudas. El debut de la soprano letona Marina Rebeka en el rol titular revela a una soprano en plenitud que ha encontrado en este icónico papel los mejores resortes para explotar un instrumento de lírica plena en estado de gracia. Rebeka, con un timbre esmaltado, de colores irisados, terso y potente, firmó una Aida soberbia, de las que hacen historia. Con un buen control de los reguladores, exhibiendo fiato, agudos plenos y una tesitura incólume, lo tiene todo para convertirse en una Aida de referencia en la actualidad. Para el recuerdo su última aria, O patria mia, con una emisión y control del sonido de auténtica diva, y un dúo final, con un fiato y una morbidez sonora solo al alcance de las mejores.

Elina Garanca por su parte demostró de nuevo la fiereza de su instrumento, de una redondez y homogeneidad inapelables, merced a uno de los timbres de mezzosoprano más hermosos de las últimas décadas. Su dominio de la tesitura es apabullante, el lirismo siempre aterciopelado de su emisión, la pulposidad de sus graves y la explosiva generosidad de sus agudos... todo en ella impresiona y enamora a partes iguales. Si su espléndida escena del juicio a Radamés fue majestuosa y soberbia. A Garanca tan solo se le puede reprochar la falta de eso que comunmente llamamos italianità. La letona siempre aborda su canto, de gran dominio vocal, con un punto de distancia emocional, lo que a veces le hace perder el punch de la interpretación. Y así con todo, su Amneris domina el reparto solo a la par de la monumental Aida de Rebeka.

El tenor Yusif Eyvazov cumple con el rol, una vez uno se habitúa a esa emisión extraña, llena de cambios de color y con un timbre al que hay que acostumbrarse. No se le puede negar a su Radames entrega emocional, la búsqueda siempre de un fraseo comunicativo y un resolutivo canto que llega al final con suficiencia y entrega. Gabriele Viviani es un Amonasro sin aspavientos dramáticos. Con una voz de color, timbre y estilo adecuados, a quien no se le puede reprochar nada y así y todo pasa un poco con una interpretación genérica, sin aprovechar el poso de carisma vocal que ha de dejar en su gran dúo con Aida.

Todavía con notable presencia vocal y física el Ramfis del bajo alemán René Pape. Tiene la curiosa habilidad especial por marcar su personaje con distancia emocional en contraste con la solvencia de sus todavía generosos medios. Lástima que transmita últimamente esa gris apariencia de un cantante-funcionario, con un canto rutinario por bandera. Una monotonía vocal que contrasta con quien sin duda ha sido uno de los grandes bajos internacionales de los últimos treinta años.

De voz fresca, calidad de medios y notable presencia escénica, y sin embargo más bien eclipsado el Rey del bajo ruso Grigory Shkarupa. Impecables en sus cometidos la sacerdotisa de Victoria Randem y el Emisario de Gonzalo Quinchahual.

Nicola Luisotti, fiel a su estilo monumetal y severo, marcó una lectura que se crece en las tonalidades oscuras y tremendismo de los finales de acto. Su concepción lírica sin embargo es más austera que fantasiosa, si bien controló los colores, matices y el mórbido cromatismo de la partitura gracias a una Staatskapelle de Berlín majestuosa y de generoso sonido. Gran nivel del coro de la Staatsoper, con un atractivo contraste en sus secciones, con mención especial a los bajos y las sopranos.

Una inauguración de temporada que aunó un título de repertorio ideal como primera ópera, un atractivo elenco liderado por dos divas en estado de gracia, y una producción ambiciosa conceptualmente que plantea más dudas que respuestas, pero que interpela al espectador.

aida calixto linden 03© Herwig Prammer.