• Jesús López Cobos
  • Luis Fernando Pérez
 

Skriabin descolorido

18/12/15. Madrid. Auditorio Nacional. Temporada de la Orquesta y Coro Nacionales de España. Obras de Fauré y Skriabin. Luis Fernando Pérez, piano. Marita Solberg, soprano. Hanno Müller-Brachmann, barítono. Jesús López Cobos, director.

Las buenas orquestas no sólo se miden con los resultados arrojados ante un buen director, sino también ante situaciones como las vividas este fin de semana en el Auditorio Nacional, donde la Orquesta Nacional ha debido mostrarse resolutiva ante un director, Jesús López Cobos, con el automático puesto, con la imaginación en casa e insuficiente implicación para querer ir más allá de una lectura estática y ramplona del Concierto para piano, op.20 de Aleksander Skriabin.

Una lástima las intenciones del zamorano con el ruso entre las manos, máxime este año que celebramos el centenario de su fallecimiento y la ocasión bien tendría que haber valido para apostar por una batuta con un mínimo de interés en el compositor. La desconexión entre autor y director fue absoluta, algo que impidió cualquier entendimiento con el solista, un entregado Luis Fernando Pérez, quien se las vio y deseó por ofrecer su visión de la partitura, con una meditada y sentida lectura del Andante, con feliz intervención del clarinete, donde se echó en falta una mayor volatilidad y elevación en la orquesta, por lo general de trazo grueso en el planteamiento. Quizá podríamos decir que López Cobos tiró de oficio… pero es que no hubo oficio esta vez. Y no ir más allá con Skriabin, no querer entrar en su cabeza, en colores, trascendencias o aunque sea en lugares comunes de la filosofía o la metafísica musical, es imperdonable. Una lástima. Una ocasión perdida.

La noche la salvó el Coro Nacional, perfilado, sutil y matizado, tal y como requiere la más serena de las misas por difuntos que se han escrito; así nos lo contaba Javier Labrada en su artículo sobre el Requiem de Fauré. Y aquí sí, la orquesta pareció guiarse por sus propias tablas, con un inspirado órgano de Daniel Oyarzabal, ofreciendo una lectura no carente de atractivo, sobre todo por ver el acto de constricción propio para llegar a buen puerto cuando López Cobos seguía ofreciendo una lectura correcta sí, pero tendiente al "bloque único", mostrando sólo el bosque.

Y llegaron a buen puerto. Un puerto donde atracará El Holandés errante en la próxima cita de la formación y que supondrá todo un reto para todo el mundo implicado en el ente, ya con su director titular David Afkham al frente.