maruxa javier del real

Sobrevivirse

Madrid. 27/01/18. Teatro de la Zarzuela: Vives: Maruxa. Maite Alberola (Maruxa). Rodrigo Esteves (Pablo). Simón Orfila (Rufo). Svetla Krasteva (Rosa). Carlos Fidalgo (Antonio). Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro del Teatro de la Zarzuela. José Miguel Pérez-Sierra, dirección de orquesta. Paco Azorían, dirección de escena y escenografía.

En la zarzuela hay que sobrevivirse. Es necesario. Es conveniente. Es urgente. Así lo ha dicho el mismísimo público de la zarzuela una vez más. En esta ocasión cuando, varias funciones después de la que aquí se comenta, paralizaron la obra con gritos de protesta, para quien firma tan absurdos como irrelevantes, reclamando una oveja sobre el escenario y asegurando a gritos que lo que se ofrecía sobre el escenario no era Maruxa. Una torpe elegía al cartón piedra de quienes parecen querer llevarse la zarzuela a la tumba con ellos, en una ocasión, esta, en la que a la obra de Vives se le ha insuflado todo el drama y el teatro del que carece, amén de hacer más llevadero, digámoslo con sinceridad, el por momentos insufrible texto de la obra. Es muy difícil liberar a la zarzuela de sus prejuicios cuando la realidad es que parte del público se amolda perfectamente a ellos.

Así, hay que decirlo, el libreto de Luis Pascual Frutos se vuelve complicado para el público de hoy, más de cien años después de su estreno. Sí, claro, todos pueden volverse difíciles, pero no por ello hay que tocarlos, obviamente. Este lo es por lo remilgado de la historia y por la manera de darle forma, con versos en ocasiones que provocan desde la sonrisa cómplice hasta la carcajada. La música de Vives ya es otra cosa, residiendo su belleza en el tratamiento orquestal, en sus preludios y en el tema del dúo más conocido de la historia "Si es amor el mirarme en tus ojos", de gran fuerza y lirismo desbordante.

Para subir a escena todo ello, un conocido de la casa como es el escenógrafo y director de escena Paco Azorín (a quien han llegado a tildarle de "panfletista y propagandista medioambiental" en tono negativo, ¿se puede estar más perdido?) insufla a la obra, como decía, todo el drama y el teatro del que carece, de sus necesarias tensiones y distensiones. La acción se traslada a los años setenta, a la catástrofe del petrolero Urquiola y de sus culpables, con la estética característica del regista murciano. Mucha acción secundaria, mucho simbolismo y mucho cuidado en la dirección de actores. Maruxa ha salido ganando. La historia se enriquece además con el añadido de versos de Rosalia de Castro en la voz de la actriz María Pujalte, y con la danza de María Cabeza de Vaca en una maravillosa alegoría de Galicia. Entiendo que no se le puede pedir más a Azorín. Iba a pedirle menos, menos texto. Entendía que había cosas que ya se comprendían solas... pero visto la reacción tan obtusa de parte del público, quizá, ciertamente, no esté de más. Está visto que necesitamos más montajes así. Sobrevivirse, entiéndanme.

Sobre el escenario, poco espacio para los matices en voces, por lo general, hacia el derroche sonoro. Efectistas, efectivas. Timbre carnoso y cálido el de Maite Alberola como la protagonista Maruxa, frente al Pablo de regia voz baritonal, firme agudo y de potencia desbordada, rozando casi el grito en ocasiones, de Rodrigo Esteves. Sobrepasada por la partitura y por el número de funciones y ensayos la Rosa de Svetla Krasteva, quien se ha hecho cargo de las funciones de primer y segundo reparto por enfermedad de Ekaterina Metlona. De menos a más, su personaje ganó enteros tras el descanso y estuvo siempre sublime en lo dramático pues, con todo, es sobre su personaje sobre quien recae toda la vertebración del drama. De hecho, toda la dirección de actores resulta perfecta, con el único punto negativo de prácticamente tapar al estupendísimo coro del Teatro de la Zarzuela con figurantes en escenas clave. De calle se llevó al público Simón Orfila con su bien delineado y muy bien cantado Rufo.

Desde el foso, José Miguel Pérez Sierra demostró haber buceado en la partitura, empapándose de ella y haciéndola suya, con una lectura personal, movida hacia los tempi que en cada momento consideraba necesarios y creando el pulso y ritmo adecuado y ajustado, siempre, con la escena. La Orquesta de la Comunidad de Madrid, además, a pesar de seguir mostrando carencias, rayó a mejor altura que en otras ocasiones.

En fin, asomémonos a las ventanas. Ventanas del arte, del tiempo, de nosotros. Disfrutemos de la zarzuela que es y de la que puede ser. Permitámonos sobrevivirnos, por favor.

Foto: Javier del Real.