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Brunilda en el Palacio de Carlos V

Granada. 08/07/2018. Festival de Granada. Palacio de Carlos V. Obras de Beethoven y Wagner. Philharmonia Orchestra. Michelle DeYoung, soprano. Dir. musical: Esa-Pekka Salonen.

En los orígenes del Festival de Granada era sumamente común disfrutar de programas dedicados de forma íntegra al repertorio alemán, singularmente a las partituras de Beethoven y Wagner. El propio Festival recuperaba, en sus redes sociales, el detalle de un concierto del 2 de junio de 1888, hace 130 años. La velada incluía entonces piezas de Nicolai, Bretón y Rubinstein en la primera parte; un segundo bloque con la Pastoral de Beethoven; y finalmente piezas de Wagner, Saint-Säens y J. Strauss como broche.

Si el concierto inaugural con Les Siècles había sido un tributo a Debussy y su fascinación por el encanto de Granada, para el cierre de su primera edición como director artístico del Festival, Heras-Casado invitaba a la Philharmonia Orchestra de Londres, con la que acaba de grabar un CD dedicado precisamente a Debussy, con La Mer y Le martyre de Saint Sébastien. Y en el programa, un guiño evidente a esos orígenes del Festival.

A las órdenes del gran Esa-Pekka Salonen, quien es su titular desde hace una década, la Philharmonia Orchestra ofreció un sonido compacto y limpio, aunque algo parco en colores, un tanto genérico e impersonal, si bien flexible, muy dúctil a la hora de acometer las numerosas indicaciones dinámicas que Salonen se afanó en remarcar. Si bien su Beethoven comenzó algo rutinario y convencional, con un Allegro un tanto desvaído, todo pareció entonarse poco a poco, singularmente a partir de la Marcha fúnebre. Salonen dirigió aquí con solemnidad y precisión, buscando detalles, subrayando inflexiones y fraseando con inspiración. A partir de aquí, todo fue in crescendo, redondeando un Beethoven muy interesante, 

Para la segunda mitad de la velada se había reservado un plato fuerte: nada menos que las escenas más destacadas del Ocaso de los dioses de Richard Wagner, como si con ello se quisiera cerrar un ciclo, el del primer festival de Heras-Casado, precisamente en el simbólico Anillo del Palacio de Carlos V, con su imponente planta circular. De sonido depurado y firme, la Philharmonia Orchestra exhibió aquí un desarrollo técnico intachable, con unos ataques brillantes en los metales y una cuerda muy entonada. Sumamente decidido, Salonen -quien había estado en el Festival hace treinta años, nada menos que con Alicia de Larrocha y Montserrat Caballé- exhibió aquí lo mejor de su arte, con una teatralidad sobresaliente, bien medida, dejando aire a la música para crecerse y respirar, invadiendo la noche granadina y transmutando en mágico el espacio del Palacio de Carlos V. Fuerza, lirismo, inspiración. Salonen se ganó un hueco en la memoria de los granadinos con estas páginas del Ocaso.

La noche deparaba una sorpresa, con la presencia de la mezzosoprano estadounidense Michelle DeYoung. Y digo sorpresa porque francamente no esperaba que resolviera tan bien la exigente página final de Brunilda en Götterdämmerung. DeYoung no ha cantado nunca esta parte completa y se diría que está probándose poco a poco, midiéndose ante un posible próximo empeño con el papel entero. Sea como fuere, irrumpió en escena ya al inicio de la segunda parte, con el aspecto de una genuina y elegante valquiria, asistiendo sentada al desarrollo de todas las páginas orquestales previas. Fue todo un espectáculo ver su rostro, disfrutando y dejándose imbuir por el aliento wagneriano. Un gran artista se mide por su capacidad de comunicación, a todos los niveles. DeYoung empezó a decir mucho de su Brunilda ya antes de cantar una sola nota. Cuando abrió la boca no defraudó un ápice, con una afinación exigente y un acento vibrante sobre el texto wagneriano. Momento memorable, verdaderamente, inmejorable cierre para este Festival de Granada. Como se que Joan Matabosch nos lee, le sugiero con descaro indisimulado que tome nota de Michelle DeYoung para el próximo Anillo que Heras-Casado va a acometer en el Teatro Real. Sería una excelente opción.

En cualquier caso me gustaría cerrar estas líneas dando la enhorabuena al ya mencionado Pablo Heras-Casado quien sin duda ha insuflado un aire nuevo a estos festivales, como el público local suele referirse a esta cita estival con la música y la danza. Y de nuevo un ruego, por último, a quien corresponda en las instituciones: hagan posible de una vez por todas que llegar a Granada no sea una odisea; mejoren las conexiones de la ciudad con urgencia, su patrimonio y su Festival se lo merecen.