bayerisches staatsorchester petrenko ChristophBrech

 

Santificado sea Petrenko

Múnich. 17/02/2019. Bayerische Staatsoper. Beethoven: Missa Solemnis. Marlis Petersen, Okka von der Damerau, Benjamin Bruns, Tareq Nazmi. Bayerisches Staatsorchester. Coro de la Bayerische Staatsoper. Dir. musical: Kirill Petrenko.

El capítulo histórico entre la Bayerische Statasoper de Múnich y Kirill Petrenko va tomando ya tintes de culto, con su correspondiente idolatria y su imprescindible peregrinación. Cada nuevo programa o producción allí con el maestro ruso al frente se convierte en el centro de todas las atenciones; lo que hace apenas unos años era impensable, hoy es ya un hecho previsible y el trabajo de Petrenko resulta ser objeto de todos los focos. Y ciertamente no es para menos porque su orquesta, la de la Bayerische Staatsoper, guarda con él una relación de esas que hacen época. La comunicación entre Petrenko y sus músicos asombra, como ya hemos dicho tantas veces aquí, la última en ocasión de su Fidelio del pasado mes de enero. Por enorme que sea la exigencia de su batuta, nunca se queda atrás la entrega de sus atriles, comprometidos de una manera admirable con ese alto ideal, con el elevado compromiso artístico que el maestro ruso despliega en cada concierto.

La Missa Solemnis es una obra tremenda, magnífica, incomparable... los adjetivos se quedan cortos ante la monumental inspiración que Beethoven plasmo en estas páginas. De una virulencia sin par para tratarse de una obra contemplativa, Petrenko asume ese imperativo teatral y dramático que parece hilar sus compases, desde el primero al último. En esta lectura hubo lugar para un auténtico torbellino de sensaciones, desde la espiritualidad más pura al desgarro más hiriente. Hubo instantes verdaderamente milagrosos, como el Benedictus, con esa suerte de concierto para violín, orquesta, coro y solistas que Beethoven se sacó de la chistera. Amor y dolor, miseria y grandeza... un sonido de una plasticidad emocionante y al mismo tiempo admirable en su pluscuamperfecta recreación técnica.

No sería justo loar tanto las virtudes del hacer de Petrenko con su orquesta sin dedicar también un apartado específico a la increible realización vocal de la partitura en manos del coro de la Bayerische Staatsoper. Monumental su trabajo con una obra que lo demanda todo, con saltos imposibles de tesitura y constantes variaciones y cambios vertiginosos. Verdaderamente apabullante el trabajo de este coro, con su director Sören Eckhoff.

Del cuarteto vocal soprendió la proyección del instrumento del tenor Benjamin Bruns, impecable también en su adecuación estilística; grata confirmación también la del bajo Tareq Nazmi, forjado en la casa, en el Opera Studio de la Bayerische Staatsoper; impecable la soprano Marlis Petersen, con un instrumento límpido y brillante; y más que solvente Okka von der Damerau, otra voz de la casa, en franca progresión.