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Tres americanos, dos italianos y un Réquiem 

Bilbao. 16/04/2016. Palacio Euskalduna. Temporada de ABAO. Verdi: Requiem. Angela Meade (soprano), Dolora Zajick (mezzo), Gregory Kunde (tenor), Ildebrando D´Arcangelo (bajo). Orquesta Sinfónica Verum. Coro de Ópera de ABAO. Dir. musical: Francesco Ivan Ciampa

Aupada por un cartel de campanillas, con tres grandes voces norteamericanas (Meade, Zajick y Kunde) y dos italianos (D´Arcangelo y Ciampa a la batuta), la sobresaliente Misa de Requiem de Verdi llegaba el pasado sábado por vez primera a la temporada de ABAO, no así al Euskalduna donde ya se había escuchado con anterioridad. En líneas generales el concierto transcurrió con constantes altibajos, siempre dentro de un nivel meritorio, pero alcanzando pocas veces el sobresaliente. 

El de Angela Meade es un torrente vocal, quizá todavía por domeñar hasta que entre en mayor conjunción con un tono interpretativo que es por lo general enfático, aunque a veces indolente. Estamos ante una voz superdotada, de gran extensión e igual solvencia en los extremos. Hace un par de años ofreció un espléndido recital en Peralada, dejando muestra de sus capacidades, con un instrumento que es casi el de una dramática de agilidad. Es una de las voces más promisorias del panorama actual; una realidad ya, más que una promesa. En los próximos días protagoniza también la I due Foscari del Teatro Real, donde podrá valorarse más a fondo su desempeño dramático.

No cabe duda de que el tiempo pasa y nadie está a salvo de sus inclemencias. De un modo semejante a como sucede con Mariella Devia, en el caso de Gregory Kunde la admirable conjunción de firmeza y honestidad hacen de su canto un monumento que asombra, incluso cuando el timbre pueda sonar más ahogado, menos brillante o, en fin, simple y llanamente más gastado. Ya quisieran muchos tenores con la mitad de años cantar así un Ingemisco, puro belcanto, de línea dúctil, o resolver el exigente Hostias con una musicalidad semejante. Escuché entre el público alguna voz discordante, apuntando a la constante presencia de Kunde en los escenarios españoles, como si se hubiera convertido poco menos que en una moda infundada. A mí entender Kunde es un ejemplo impagable de entrega y oficio, un solista que emociona y admira por su talla musical y su generosidad; y sólo cabe celebrar su presencia en nuestros escenarios como una suerte que por ejemplo nos envidian en Italia.

Asombra todavía hoy la comodidad y sencillez con que Dolora Zajick resuelve todo lo que canta, si bien en esta ocasión pegada más que nunca a la partitura, todo sea dicho. A pesar de esto lo cierto es que su canto desprendía seguridad, asentada su emisión una y otra vez sobre una técnica infalible (soberbia media voz), que se impone desde luego por encima de las oscilaciones que pueda mostrar su timbre. El empaste entre su instrumento y el de Meade en el Recordare fue uno de los momentos más brillantes de la noche. La voz menos firme de la velada fue la del bajo italiano Ildebrando D´Arcangelo, con un instrumento algo hueco, de sonido más huero que firme, voluntarioso sí, pero generalmente falto de la autoridad que reclama esta parte.

La dirección musical de Francesco Ivan Ciampa fue curiosamente de más a menos. Compacta y precisa en un principio, con tiempos a menudo ágiles pero bien medidos y ahondando en un énfasis dinámico bien administrado, la obra se fue apoderando poco a poco de su batuta, discurriendo el concierto con marcada irregularidad, con momentos de evidente alboroto. Se echó de menos, en suma, una mayor vocación arquitectónica, un sentido más claro y nítido del sonido que se buscaba. Ciampa demuestra maneras y un buen gesto, pero le falta concretar algunas de sus intenciones.

La Orquesta Sinfónica Verum es un proyecto singular. Fundada en 2010, se trata de una orquesta de iniciativa privada, apuesta de las Bodegas y Viñedos Verum de Tomelloso, en Ciudad Real. Con una media de edad muy baja en sus atrile, ello redunda seguramente en una combinación exitosa: se trata de músicos bien formados, entusiastas y seguramente menos costosos que los de otras formaciones. Su desempeño fue muy solvente en esta ocasión, como ya sucediera con el concierto del año pasado acompañando al tenor Javier Camarena, no por debajo desde luego de lo que ofrecen a menudo las demás orquestas que visitan la temporada bilbaína. El coro de ópera de ABAO se mostró por lo general esmerado aunque no siempre atinado en su manejo de las intensidades, con serias dificultades para en piano.