Netrebko Liceu19 1

 

Dame divas y llámame tonto

Barcelona. 04/11/2019. Gran Teatre del Liceu. Obras de Verdi, Puccini, Catalani, Giordano, Mascagni y Lehár. Anna Netrebko (soprano). Yusif Eyvazov (tenor). Christopher Maltman (barítono). Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu. Denis Vlasenko, director musical.

No deja de sorprenderme la afectada sorpresa, valga la redundancia, de quienes vieron en este concierto encabezado por Anna Netrebko poco más que un show. Pero oigan, ¿es que acaso esperaban otra cosa? Una soprano (LA soprano, más bien) en plenitud, rodeada de los suyos, cantando lo que le viene en gana, sin despeinarse, para un público que venía a llenar el Liceu para reconocerse y poder decir el día de mañana que escucharon a la diva rusa cantar ‘el babbino caro’. Yo no esperaba otra cosa. Y no comparto, francamente, las perplejidades de quienes poco menos que se rasgaban las vestiduras comentando lo extraño del programa o la escasa entrega de la diva, como si importase a cuantos rublos cobra la nota.

El repertorio escogido era impecable en la primera parte, dedicada íntegramente a Verdi. Más caprichosa y exótica era la segunda mitad, de eso no hay duda, entremezclando Puccini y fragmentos veristas con una pieza de Lehár. Seguramente hubiera tenido más coherencia que Netrebko cantase el ‘Vissi d’arte’ en lugar de la página de Gianni Schicchi, dando así la lógica réplica al Cavaradossi de Yusif Eyvazov. Pero oigan, insisto, que nadie ha engañado a nadie: la diva venía con las cartas boca arriba, predispuesta a dar lo que dio, que por cierto es lo que la mayor parte del público buscaba; si no, ya me explicarán la estampa final, con toda la platea en pie aplaudiendo y esperando alguna propina adicional que no llegó; tan solo una versión muy sui generis del O sole mio, a tres voces, rozando aquí sí los límites del puro show.

Y es que creo que deberíamos poner sobre la mesa una contraposición un poco sospechosa, casi tramposa me atrevería a decir, que suele oponer el show y el arte, como si un espectáculo de los primeros no pudiera dejar espacio a la magia y a la elevación. A todos nos hubiera gustado escuchar más a Netrebko, claro que sí, pero es injusto decir que cantó poco. Sobre todo porque se lanzó al vacío con una de las paginas más exigentes y expuestas de todo el repertorio verdiano, el inspiradísimo ‘Tu che le vanita’ de Elisabetta en Don Carlo. La voz amplia, esmaltada y pastosa; la emisión firme y segura en todas las franjas; los arrestos de la rusa en escena, sus bellos filados, en fin, lo insolente de su canto, que sin embargo a algunos les supo a poco. A mí me pareció que Netrebko tiene entre manos una Elisabetta de las que hacen historia, próximo su debut con el rol en el mes de mayo en Dresde, con Christian Thielemann a la batuta.

Netrebko Liceu19 2

Quien diga que Yusif Eyvazov canta mal, sencillamente, miente. Y lo digo de un modo tan tajante porque recuerdo perfectamente la primera vez que le escuché, también en Barcelona, en 2015, entonces en el Palau de la Música y por supuesto junto a Netrebko. La evolución desde entonces, en apenas cuatro años, es innegable y evidente. Dejando a un lado la mayor o menor fortuna de su timbre, que no es desde luego el más seductor, lo cierto es que la voz de Eyvazov suena segura y desenvuelta, perfectamente proyectada y sin dificultades para encaramarse al agudo. Canta con buen gusto y es elegante en sus formas. Les aseguro que se me ocurren diez o doce tenores cantando en primeros teatros internacionales de quienes no podría decirse lo mismo. Que su presencia en este y en otros conciertos viene dada por ser el esposo de Anna Netrebko es una obviedad que no merece siquiera comentario. Si mi pareja fuese una profesional contrastada y además de eso me aportase mayor seguridad para viajar y salir a escena, yo también haría lo posible por coincidir en cartel con ella. ¿Y quién no?

El tercerto vocal lo completaba el barítono inglés Christopher Maltman, a quien hace unos meses pude escuchar cantando un impecable Rigoletto en Berlín. Su adecuación para el drama verdiano es ahora mismo sensacional, por la humanísima mezcla de fragilidad y nobleza que atesora su instrumento, pero también por su línea de canto, cuajada de inflexiones, evitando una y otra vez la monótona alternanza entre forte y mezzoforte, con enorme riqueza dinámica en su fraseo. Maltman canta siempre sobre el texto, con una incisión mordiente, palabra por palabra, y unos medios liberados y caudalosos. Acertadísima su presencia en este programa, sobre todo por un Macbeth imponente en la primera parte y por un "Nemico della patria", en la segunda mitad, de esos que hacen época. Maltman contribuyó también a elevar la temperatura de los números con Netrebko y Eyvazov, ya fueran los dúos de Macbeth y La forza del destino o el terceto de Il trovatore.

Netrebko Liceu19 3

 

A las órdenes del maestro ruso Denis Vlasenko, la orquesta titular del Liceu sonó segura y brillante. De verdad que a veces cuesta creer que sea la misma orquesta que sonaba tan deslavazada hace apenas cuatro o cinco temporadas en el foso de ese mismo teatro. Aun con las limitaciones por todos sabidas, hay que poner en valor el esfuerzo hecho por el Liceu, con Josep Pons a la cabeza, para elevar el listón de sus atriles. Vlasenko acertó con los tiempos, con un gesto firme y nítido, siempre atento a las voces, aportando seguridad a los intérpretes, en este formato siempre complejo en el que los cantantes tienen que buscar la referencia del maestro prácticamente de reojo.

En resumen, una gala lírica para disfrutar, gozada también por sus intérpretes y sin duda por un público entregado -multitud de rusos en la sala, por cierto-, que no venía buscando la quintaesencia del bel canto, sino una gala lírica directa y sin ambages. La lírica y las divas están ahí también para hacernos disfrutar, para mantener vivo el asombro, y eso no está reñido ni con la popularidad ni con el marketing. Así que, por favor, denme divas y llámemen tonto.