Barbiere ABAO OperaBerri MorenoEsquibel

Un vuelo que no termina de despegar

15/05/2016. Palacio Euskalduna. Rossini, Gioacchino: Il barbiere di Siviglia. Damián del Castillo (Figaro), Marifé Nogales (Rossina), David Alegret (Conde de Almaviva), Enric Martínez-Castignani (Doctor Bartolo), Roman Ialcic (don Basilio), Susana Cordón (Berta), Alberto Arrabal (Fiorello), David Aguayo (un oficial). Coro de la ABAO y Orquesta Sinfónica de Navarra. Dirección de escena: Emilio Sagi. Dirección musical: José Miguel Pérez Sierra

La función de Il barbiere di Siviglia ofrecida dentro del ciclo Opera Berri, destinada al público inhabitual de la ópera y a cantantes en proyección, apuntaba maneras aunque al final quedó la sensación de que el proyecto no terminó de alcanzar altura. El Euskalduna ofrecía una entrada interesante y a precios reducidos, lo que en los parámetros de la ABAO es aceptar el pago de un mínimo de 35 euros y con entradas de platea a 100. Al final de la función la satisfacción parecía general aunque un servidor se retiro a su casa con un sabor de boca agridulce. En ello, en el aspecto positivo, ellas tuvieron mucha responsabilidad, es decir, la Rosina de Marifé Nogales y la Berta de Susana Cordón mientras por el lado masculino las fallas fueron más que los aciertos. Ello descompensó notablemente la estructura de una ópera tan coral, de ahí el título elegido para esta reseña.

Marifé Nogales, la mezzosoprano guipuzcoana, se encontraba ante una oportunidad que supongo importante en su vida profesional. Rosina es un papel clave dentro de su cuerda y asumir tal responsabilidad en un recinto tan cruel como es el Euskalduna no era empeñó baladí. Se notaba entre el público un numeroso grupo de seguidores de la andoaindarra y ya desde su primera intervención (Una voce poco fa) tuvo al respetable a su favor, lo que seguramente le dio confianza y apoyo. Nogales estuvo notable y aunque quizás mayor consistencia en la franja grave sería deseable, hay que reconocerle que junto a su solvencia canora fue capaz de crear un personaje muy creíble. Lo de Susana Cordón en su caracterización de Berta es para enmarcar. Se adueñó de la función nada más aparecer y además de estar dotada de gran comicidad, cantó su arieta del segundo acto con gran seguridad; por si esto no fuera poco, aportó sus agudos seguros en los concertantes. Recibió una ovación de gala. 

Decíamos que por el lado masculino hubo algunas fallas. Damián del Castillo era el protagonista y cabe reprocharle cierta limitación sonora y mayor tendencia por el detalle; de todas formas fue un Fígaro de una pieza. David Alegret demostró estar en el papel de Almaviva estilísticamente pero en las dimensiones del Euskalduna su voz se diluía hasta parecer pequeña, yendo ello en detrimento de un personaje que ha de desbordar nobleza y dignidad en cada una de sus intervenciones. Su Cessa de più resistere fue la expresión de una oportunidad no aprovechada del todo. 

Lo menos afortundo estuvo, a mi parecer, en las voces masculinas graves. Enric Martínez-Castignani abordo el doctor Bartolo desde la histeria permanente, hasta construirlo aborrecible. Vocalmente, su voz no es de bajo y los que pensamos que el personaje, a pesar de sus limitaciones “éticas” tiene cierta dignidad quedamos decepcionados. Su A un dottor de la mia sorte resultó bastante pedestre. El bajo moldavo Roman Ialcic resultó decepcionante en un Basilio sin hondura ni rotundidad. La calumnia es un espejo donde los bajos quedan perfectamente retratados y en este caso Ialcic, al que se le puede comprender importante ausencia de mediterraneidad, no supero el listón.

Alberto Arrabal fue un lujo como Fiorello mientras que David Aguayo abusó de volumen en su oficial. La puesta en escena de Emilio Sagi, bien conocidad, ya ha quedado descrita en la crítica de Javier del Olivo. Solo apuntar que mientras algunas escenas quedan brillantemente resueltas, caso de que acompaña a la calumnia, otras adolecen de falta de chispa, como la de la escarlatina.

José Miguel Pérez Sierra dirigió con brío a la Orquesta Sinfónica de Navarra, estando muy pendiente de los cantantes y quizás ausente de alegría rossiniana. El coro estuvo bastante rutinario, con desajustes evidentes en el final de la ópera. Opera Berri es necesaria en la ABAO. Por desgracia, tras tener este años dos funciones, la que nos ocupa y la pasada La sonnambula, el año que viene solo tendremos una, otra rossiniana: La Cenerentola.