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MANTUA, ENCUENTROS E INFLUENCIAS 

Rubens y Monteverdi en Mantua. Hans Ost. Ed. Acantilado. Barcelona 2019.

Las cortes europeas, a partir sobre todo de la segunda mitad del siglo XV, fueron lugar de encuentro de artistas y literatos. El prestigio de un príncipe (por seguir a Maquiavelo) se medía no sólo por sus conquistas o su poder sino también por la calidad del mundo cultural que bullía en su corte. Ejemplo palmario de esta actitud y, realmente los que llevaron, en general, al extremo esta actitud fueron los diversos estados que convivían en lo que luego llamaremos Italia. Desde los más poderosos, como los Estados Pontificios o el reino de las dos Sicilias, hasta los más modestos territorialmente querían brillar culturalmente gracias a la magnificencia de los pintores, músicos o escritores a los que protegían. Incluso hoy, esos estados son más conocidos por ser mecenas de las artes que por sus logros políticos. Es el caso del Ducado de Mantua, la bella ciudad del norte de Italia que durante varios siglos estuvo gobernada por la familia Gonzaga. En este escenario sitúa el historiador alemán Hans Ost su opúsculo, recientemente editado por Acantilado, Rubens y Monteverdi en Mantua

Es incuestionable que ambos personajes coincidieron en la corte de Vincenzo I a finales del siglo XVI. Ambos jóvenes, formándose en sus respectivas disciplinas, creando las bases de lo que sería, cada uno en su arte, una carrera de fama imperecedera. Sobre esa relación que indudablemente tuvieron al estar protegidos por el mismo señor, Ost, a falta de documentación que lo acredite, se lanza a una interesante disertación que sólo tangencialmente habla de las posibles influencias que pudieron ejercer el uno sobre el otro. Porque realmente lo que hace el historiador alemán es repasar las obras que Rubens ejecutó en este periodo (y es que el pintor flamenco es el verdadero protagonista del texto) y, casi sólo de pasada habla de Monteverdi y su fundamental importancia en la visión moderna de la música. De hecho, da casi por sentado que la obra creada por Monteverdi para la boda del heredero de Vincenzo, Francisco, con Margarita de Saboya. Il ballo delle ingrate, necesitaría un entramado escénico (algo también que está en sus comienzos en esta época) del que Rubens sería un participante básico con sus lienzos. Esta necesidad teatral sería un posible origen de la obra sobre la que pivota realmente el libro, el encargo de hacer el enorme El consejo de los dioses. Es este “cuadro” del flamenco lo que interesa realmente a Ost y a lo que dedica la mayor parte de las páginas que escribe y de hecho es el subtítulo que lleva la edición. 

El comprador que no ojee el libro y lo compre creyendo que va a descubrir nuevos datos sobre la esquiva biografía de Monteverdi o quizá una colaboración palpable y documentada entre ambos hombres del arte se sentirá bastante defraudado. Aún así es un ensayo disfrutable, bien escrito y excelentemente traducido por Eduardo Gil Bera, y que además nos descubre las sinergias que se creaban entre las distintas zonas culturales europeas, como la próspera Flandes y la culta Italia. Siempre se aprende algo al leer un libro.